La Escuela Que Aprende

LA ESCUELA QUE APRENDE

M. A. Santos Guerra

Capitulo II: La escuela que aprende y la sociedad neoliberal.

El tatuaje neoliberal.

La escuela no está ubicada en el vacío sino que está inmersa a la sociedad. Los profesionales que trabajan en ella forman parte de una cultura que constituye un entramado de creencias, expectativas y comportamientos. Hay muchas culturas y subculturas en la sociedad. Hay que conocer la cultura, no para dejarse dominar por ella sino para criticarla y transformarla.

La cultura penetra en la escuela, imponiendo valores, creencias, normas y mitos. Esa penetración tiene lugar a través de. Las prescripciones sobre lo que la escuela tiene que hacer y sobre lo que tiene que conseguir, Las demandas de las familias que desean para sus hijos el éxito en una sociedad concreta, los comportamientos, las ideas, el lenguaje, y las actitudes de los alumnos, las expectativas que sobre la escuela mantiene la sociedad a través de los medios de comunicación y de la opinión pública.

Se encomienda a la escuela la tarea de socializar a los ciudadanos, es decir, de incorporarlos a la cultura, la escuela tiene entre sus funciones la de reproducción social o cultural.

Un individualismo exacerbado.

Hace que los individuos tengan como prioridad la búsqueda y defensa del interés personal. A cada alumno le interesan sus resultados por encima o al margen de lo que sucede con los compañeros. Lo individual prevalece sobre lo público, el interés particular sobre lo general, los beneficios de cada uno sobre el beneficio común.

Competitividad extrema.

No importa llegar a ser el mejor de uno mimo sino el primero entre todos. La competitividad convierte en obsesión las clasificaciones. Cada alumno trata de obtener mejores resultados que los demás.

Obsesión por la eficacia.

Todo lo que no conduzca a la consecución de logros pragmáticos, de resultados visibles y medibles resulta poco importante. Todos los aprendizajes tienen que tener un enchufe en el extremo.

Relativismo moral.

Pone el fin en su enriquecimiento personal, en la consecución de poder o prestigio, el mundo de los valores se destruye y se pierde.

Conformismo social.

No existe en la sociedad la preocupación efectiva por los problemas de los más humildes. No importa lo que sucede a los demás. La falta de esperanza, que nace de la convicción de que nada puede cambiar, contradice la esperanza que se arraiga en el ser humano.

Olvido de los desfavorecidos.

No son los “desheredados de la tierra” los que ocupan el lugar de atención preferente. El que tiene, el que manda, el que vale, acapara el lugar predominante. Este olvido tiene que ver con todos los aspectos del neoliberalismo.

Privatización de los bienes y servicios.

La privatización se convierte en un castigo para los que tienen

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