La importancia de los espacios verdes en tiempos de pandemia

“LA IMPORTANCIA DE LOS ESPACIOS VERDES EN TIEMPO DE PANDEMIA”

“La felicidad es una condición vital que cada persona debe preparar, cultivar y defender individualmente.” (Mihály Csíkszentmihályi, “Fluir”)

Introducción

Sin dudas, para muchas personas esta pandemia ha traído un gran aprendizaje en varios aspectos, y entre ellos, la manera en que se habitan los hogares, barrios y ciudades propios.

Hemos sido testigos de muchos privilegiados que han decidido huir de sus departamentos céntricos para mudarse a lugares con un contexto de mayor naturaleza, casas con patio o jardines, barrios del interior de la provincia. Otros han tenido menos suerte pero gran ingenio y han puesto en valor su pequeño balcón con algunas plantas resistentes al smog citadino.

Según un relevamiento en una red de inmobiliarias casi el 90% de los clientes estarían dispuestos a pagar más por espacios que antes no priorizaban. Estarían dispuestos a abonar alquileres más caros si pudieran contar con algún espacio verde en la propiedad, ya sea un patio, jardín, balcón, etc.). Refiere una nota publicada en INFOBAE^[1], que luego del contexto de aislamiento que generó la pandemia surgió un nuevo paradigma con respecto al tipo de propiedades que la gente busca adquirir o rentar.

Esta nueva y llamativa situación social, que sin embargo no sorprende, nos invita a reflexionar sobre la importancia y necesidad que tienen los espacios verdes en nuestra humanidad compartida y sobre todo, pone de relevancia la indiscutible unidad cuerpo cerebro mente y medio ambiente que como neurosicoeducadores conocemos y hemos estudiado. Este trabajo representa un buen espacio para ponerlo en palabras y reivindicarlo: somos uno con la naturaleza. Durante años el ser humano promedio le ha dado la espalda a la realidad de esta condición y esto probablemente es lo que más ha deteriorado nuestro estado de bienestar y felicidad.

Desarrollo

“El modo en cómo los contextos influyen en nosotros permite comprender la sigla que usamos en Neurosicoeducación y que vimos más ampliamente al inicio del curso: UCCM MA (unidad cuerpo cerebro mente medio ambiente).”^[2]

Históricamente, la medicina ha asociado la vida en espacios verdes, ya sean rurales o de montaña, con entornos necesarios y favorables para el tratamiento de diversas afecciones tanto físicas como mentales. Pasar un tiempo en las sierras, era la “receta” más común para mejorar la condición de pacientes asmáticos o con problemas de estrés durante gran parte del siglo XX. Si bien la relación espacios verdes-salud estaba basada más en observaciones causa-efecto que en estudios científicos, en este último tiempo la neurociencia ha puesto especial foco en cómo los entornos verdes moldean y mejoran nuestra UCCM.

Con los desarrollos demográficos polarizados y la migración sostenida de grandes masas de gente hacia las ciudades, los espacios verdes dentro de las urbes se han vuelto un bien escaso y necesario, sobre el que debemos prestar atención, para tenerlos como aliados frente a las situaciones de vida a las que nos exponemos diariamente, que afecta directamente nuestro cerebro.

“La capacidad de controlar nuestras acciones depende de la integridad del sistema de función ejecutivo, una red extensa distribuida fundamentalmente en la corteza prefrontal. Aunque es la región más moderna del cerebro, también es la más vulnerable. El estrés, las exigencias, falta de descanso, así como otros factores que ya hemos conocidos pueden perjudicar el buen funcionamiento de la misma. De hecho, en una situación de estrés se pueden generar dificultad para pensar con claridad o ejercitar un adecuado autocontrol.”^[3]

Hoy sabemos que los espacios verdes en las zonas urbanas repercuten de manera benéfica en los seres humanos tanto a nivel mental como físico siendo fundamentales para tener  mejor calidad de vida. “Muchas investigaciones presentan cómo las zonas verdes o el arbolado son elementos claves para mantener una buena calidad de vida y favorecer el bienestar de las personas.”^[4]

Existen diversos trabajos de investigación realizados por la científica Frances Ming Kuo sobre cómo un paseo por un parque es mucho más que una buena salida y repercute en el bienestar personal.

“La caminata en lugares naturales nos afecta de otro modo que en entornos modificados por el hombre”^[5] Los espacios verdes, los bosques o plazas conectan con la mente y corazón de los seres humanos de una manera sutil y sencilla promoviendo un bienestar natural no ligado a medicamentos ni actividades que sólo actúan como distractores.

Este ser uno con la naturaleza, conectar desde sentido profundos, nos hacer fluir en un estado superior de conciencia. Esta sensación de fluidez es un momento especial, en el que las personas se sumergen por completo en su actividad y olvidan todo lo que hay a su alrededor. El conectar con la naturaleza en una caminata en espacios verdes suele inducir un estado de flujo, solemos “fluir” y sentir la unidad.

“Sin duda los contextos ambientales influyen en nosotros”^[6] Tal vez no se encuentre a nuestro alcance mudar drásticamente nuestra realidad hacia otros lugares con mayor naturaleza, pero una caminata por un sector verde de nuestro barrio, por una plaza o parque, disfrutar del arbolado urbano allí donde exista, puede hacer una gran diferencia en nuestra vida y cambiar un estado de estrés agobiante hacia un incipiente bienestar conectado a nuestra verdadera esencia: “Cuando se revela la vastedad del planeta, caminar es una poderosa experiencia, más aún si la mente está presente”.^[7]

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