La lejanía del tesoro.

La lejanía del tesoro.
Paco Ignacio Taibo II.

Esta novela relata la historia de México antes, durante y después de la llegada de Maximiliano a tierras mexicanas, la historia del segundo imperio mexicano. Está contada de una manera bastante peculiar pues algunos capítulos se encuentran relatados por Guillermo Prieto, mientras que otros por el autor y otros más como si el lector fuera Rivas Palacio. Es una historia que va narrando los detalles de las batallas del ejército mexicano, pero como se puede apreciar éstos no son más que guerrilleros pretendiendo ser un ejército. No estaban unificados, ni preparados y mucho menos bien armados.

Es importante recalcar que la situación política interna del país con la lucha constante entre liberales y conservadores es permanente a lo largo de la historia y esta riña de tantos años trae consigo muchas traiciones y debilitamiento a los republicanos, mientras que a los franceses imperialistas los beneficia con hombres que los puedan guiar a través de la nación mexicana. El clero también está a favor de los extranjeros, pero este comportamiento se venía viendo desde la invasión de los Estados Unidos a México en el año de 1847.

Bajo estas circunstancias el presidente Benito Juárez decidió pedir facultades extraordinarias al congreso^[1] y tener la posibilidad de mover la capital del país, junto con su gabinete y una escolta para poder protegerse del ataque invasor. Su primer destino fue San Luis Potosí, pero después la capital se movió a diferentes Estados en varias ocasiones.

Dentro de la novela Paco Ignacio Taibo II escribe una parte de bastante interés acerca del federalismo, ya que se trataba de una especie de crítica a esta forma de gobierno que si bien mucho tiempo también estuvo en disputa con el centralismo, mencionaba que:

[E]n tiempo de paz permitía una república de muchos y no una serie de rancherías regidos desde el palacio nacional, en tiempo de guerra era peor que una plaga de cólera. Los estados se negaban a proporcionar fuerzas a la federación, pareciéndoles siempre más importante, víctimas de un ciego egoísmo, conservarlas dentro de sus fronteras para combatir gavillas reaccionarias [..]^[2]

Este fragmento del texto hace comprender de una manera más clara que las separaciones de los Estados, el poco apoyo de los gobernadores, la falta de un ejército nacional fuerte y los intereses propios por encima de la nación llevó a muchos mexicanos, sobre todo militares, a la traición a su país, ejemplos de estos hombres son el coronel Rosalío Elizondo y el general López Uraga.^[3] Pero el daño no se detenía en sólo estos hombres, pues con ellos se iban sus hombres que sin duda hacía mucha falta del lado republicano.

Así como estos hombres, también se encontraban los conservadores, que como había mencionado anteriormente, servían a los franceses como exploradores, traductores, ayudantes, conocedores del terreno, es decir, como “los nuevos tlaxcaltecas.”^[4] Esta frase bastante acertada del autor hace notar al lector que la historia mexicana está marcada por una división social que en numerosos momentos le ha servido de beneficio sólo a los terceros actores, en su momento a los españoles, a los estadounidenses en 1847 y a los franceses en el presente relato. Aunque esta traición a la patria más que ser por querer las diversas intervenciones ha sido a causa de intereses de clases específicas o personajes específicos. En esta intervención francesa lo que buscaban los conservadores al igual que el clero era la restitución de sus puestos políticos y beneficios económicos que el gobierno liberal les había quitado.

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