Las Virtudes y Deberes Fundamentales del ser Humano
ElmentorTarea14 de Septiembre de 2021
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Trabajo de investigación
Idecoop
Tema: Las Virtudes y Deberes Fundamentales del ser Humano
Nombre y apellido de los integrantes
*María del Carmen Adorno
*Carlos Daniel Salinas
*Alex Lugo
*Mijael Nuñez
Profesor: Lic. Anibal Amarilla.
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Introducción
La metodología que se aplicó fue de tipo documental, con un pensamiento filosófico deductivo dirigido a los profesionistas, cuyo resultado de análisis reflexivo abordamos: en primer lugar, la ética en la persona y sus aspectos sobresalientes de la misma, para proseguir con lo importante que es reafirmar los valores que han de ser protegidos por el derecho y aplicados en una sociedad. Seguiremos con la ética profesional, mostrando lo trascendente que es su aplicación en las profesiones y en especial la del abogado, la colegiación profesional, los códigos de ética y finalizaremos con la responsabilidad social, como parte fundamental en el quehacer de cada persona en la sociedad.
En la época actual hablar de ética y su objeto de estudio que es la moral parece ser un tema superado, sin embargo se encuentra entre nosotros y más aún, se ha vuelto más tiránica. A pesar de habernos vuelto más permisivos, tolerantes y liberados ahora somos también más exigentes. La violencia se ha vuelto constante en nuestra sociedad aunque la condenamos con severidad, lo que ocasiona una disminución en la práctica de los valores y perjudicial para la moral.
Hoy en día, en Paraguay resulta impresionante el nivel de corrupción y de impunidad que se presenta en la vida diaria, ya sea dentro de un proceso, en el cumplimiento de las obligaciones adquiridas por la celebración de un contrato, en materia penal, civil, mercantil, en fin, en todas las áreas relacionadas con el derecho y con la vida en la sociedad; podemos encontrar un gran número de resultados que se adecuan con base en el interés personal y fines económicos, haciendo referencia a los profesionistas o prestadores de algún servicio especializado; de esta manera se omite la justicia y la ética profesional, generando así mismo altos índices de delincuencia, de inseguridad y de saturación de nuestro sistema de procuración de justicia.
Para otros, parece que es perder el tiempo. Reflexionar sobre el comportamiento moral se considera tarea innecesaria, pareciera que ya no le reservamos ningún lugar y que podríamos pasar la vida sin ella. La moral se ha convertido, entonces, en un tema incómodo, ¿cómo hacerlo desde un lugar más allá del bien y del mal? Más aún ¿cómo hacerlo si la certeza o confianza con que vivíamos se han ido modificando e inclusive desapareciendo?
Al encontrarnos en la era de la información estamos inmersos en noticias de manera globalizada que nos hacen ver una parte de la realidad y la preocupación que como docentes tenemos respecto a los alumnos de derecho, que son las generaciones más próximas para poder revertir la situación del país y ayudar al crecimiento en todas las esferas, partiendo de en la ética, y es así que nace la interrogante siguiente: ¿qué influencia, efecto tiene la aplicación de la ética en el ejercicio profesional del abogado en la sociedad mexicana y en otros países?, una vez que se haya analizado en la ética sus antecedentes, la aplicación de ésta en el ejercicio profesional de un abogado, y la responsabilidad social que se tiene, podremos corroborar la hipótesis propuesta para poder modificar o mejorar la calidad de vida, en la profesión del abogado en diversas áreas y distintos países.
Para dar inicio a esta investigación es de suma importancia hacer mención de algunas definiciones de ética.
Desarrollo
LAS VIRTUDES FUNDAMENTALES
Para comenzar, hay que decir algo sobre el concepto de virtud.[pic 2]
Hace unos años precisamente Paul Valéry pronunció en la AcademiaFrancesa un discurso sobre la virtud. En este discurso se nos dice:«Virtud, señores, la palabra 'virtud', ha muerto o, por lo menos, estáa punto de extinguirse... A los espíritus de hoy no se muestracomo laexpresión de una realidad imaginable de nuestro presente...
El diagnóstico de Valéry es indiscutiblemente verdadero,pero no debe extrañarnos demasiado. En parte se trata, seguramente,de un fenómeno natural del destino de las «grandes palabras». Enefecto, ¿Por qué no han de existir, en un mundo descristianizado, unasleyes lingüísticas demoníacas, merced a las cuales lo bueno le parezcaal hombre, en el lenguaje, como algo ridículo?Aparte de esta última posibilidad, digna de tomarse en serio, nohay que olvidar que la literatura y la enseñanza de la moral no hanhecho que el hombre corriente capte con facilidad el verdadero sentido y realidad del concepto «virtud».
La virtud fundamental no es la «honradez» y «corrección» de un hacer u omitiraislado. Virtud más bien significa que el hombre es verdadero, tantoen el sentido natural como en el sobrenatural. Incluso, dentro de lamisma conciencia universal cristiana, hay dos posibilidades peligrosasde confundir el concepto de virtud: primero, la moralista, que aíslala acción, la «realización», la «práctica» y las independiza frente ala existencia vital del hombre. Segundo, la super naturalista, que desvaloriza el ámbito de la vida bien llevada, de lo vital y de la honradezy decencia natural. Virtud, en términos completamente generales,es la elevación del ser en la persona humana. La virtud es, como diceSanto Tomás, ultimumpotentiae, lo máximo a que puede aspirar elhombre, o sea, la realización de las posibilidades humanas en el aspecto natural y sobrenatural.El hombre virtuoso es tal que realiza el bien obedeciendo a susinclinaciones más íntimas.
Casi tan importante como su concepto exacto es el examen delverdadero orden de categorías entre las virtudes. Se ha hablado muchodel carácter «heroico» del cristianismo o del concepto «heroico» dela existencia, como rango esencial de la vida cristiana. Estas formulaciones sólo son correctas a medias. La virtud primera y característica del cristiano es el amor sobrenatural hacia Dios y su prójimo,y todas las virtudes teologales están por encima de las cardinales.
La primera entre las virtudes fundamentales es la prudencia. Es más:no sólo es la primera entre las demás, iguales en categoría, sino que,en general, «domina» a toda virtud moral.
Esta afirmación de la supremacía de la prudencia, cuyo alcanceapenas somos capaces de comprender, encierra algo más que un orden más o menos casual entre las virtudes cardinales. Expresa, entérminos generales, la concepción básica de la realidad, referida ala esfera de la moral: el bien presupone ¡a verdad, y la verdad elser. ¿Qué significa, pues, la supremacía de la prudencia? Quieredecir solamente que la realización del bien exige un conocimientode la verdad. «Lo primero que se exige de quien obra es que conozca», dice Santo Tomás. Quien ignora cómo son y están verdaderamente las cosas no puede obrar bien, pues el bien es lo queestá conforme con la realidad. Me apresuro a añadir que el «saber»no debe entenderse con el criterio cientifista de las ciencias experimentales modernas, sino que se refiere al contacto efectivo con larealidad objetiva. La revelación, por ejemplo, da a este contacto unfundamento más elevado que el científico. También pertenecen a laprudencia la «docilidad», es decir, la unión sumisa con el verdaderoconocimiento de la realidad de un espíritu superior. El conocimientoobjetivo de la realidad es, pues, decisivo para obrar con prudencia.
El prudente contempla, por una parte, la realidad objetiva de las cosas y, por otra, el «querer»y el «hacer»; pero, en primer lugar, larealidad, y en virtud y a causa de este conocimiento de la realidaddetermina lo que debe y no debe hacer. De esta suerte, toda virtuddepende, en realidad, de la prudencia y todo pecado es, en cierta manera, una contradicción de la prudencia: «omnepeccatumopponiturprudentiae».Nuestro lenguaje usual, que es también el del pensamiento, seha apartado bastante de este estado de cosas. Lo prudente nosparece, antes que la presuposición, la circunvalación del bien. Noscuesta pensar que ser justo y veraz suponga siempre y esencialmentela «prudencia». Prudencia y fortaleza parecen ser poco menos queirreconciliables, ya que la fortaleza es, la mayoría de las veces,«imprudente». Conviene, sin embargo, recordar que el sentido propioy verdadero de esta dependencia es el de que la acción justa yfuerte y toda acción buena, en general, sólo es tal en cuanto responde a la verdad, creada por Dios, de las cosas reales y estaverdad se manifiesta de forma fecunda y decisiva en la virtudde la prudencia.Esta doctrina de la supremacía de la prudencia encierra unaimportancia práctica enorme. Comprende, por ejemplo, el axiomapedagógico: «La educación y autoeducación, en orden a la emancipación moral, han de tener su fundamento en la respectiva educacióny autoeducación de la virtud de la prudencia, es decir, en la capacidadde ver objetivamente las realidades que conciernen a nuestras accionesy hacerlas normativas para el obrar, según su índole e importancia».Además, la doctrina clásica de la virtud de la prudencia encierrala única posibilidad de vencer interiormente el fenómeno contrario:el moralismo. La esencia del moralismo, tenido por muchos por unadoctrina especialmente cristiana, consiste en que disgrega el ser y eldeber; predica un «deber», sin observar y marcar la correlación deeste deber con el ser. Sin embargo, el núcleo y la finalidad propiade la doctrina de la prudencia estriba precisamente en demostrarla necesidad de esta conexión entre el deber y el ser, pues en elacto de prudencia, el deber viene determinado por el ser. El moralismo dice: el bien es el deber, porque es el deber. La doctrinade la prudencia, por el contrario, dice: el bien es aquello que estáconforme con la realidad. Es importante observar claramente laconexión íntima que aquí resalta entre el moralismo «cristiano»y el voluntarismo moderno. Las dos doctrinas tienen un parentescobastante más acusado de lo que a primera vista parece y aún puedeindicarse aquí un tercer parentesco «práctico» y «actual». El fondode equidad y objetividad de la doctrina clásica de la prudenciaencontró su expresión en la frase magníficamente sencilla de laEdad Media: «Sabio es el hombre a quien las cosas le parecental como realmente son». Un resultado de la psicología, o mejordicho, psiquiatría moderna, que a mi parecer nunca ponderaremosdemasiado, hace resaltar cómo un hombre al que las cosas no leparecen tal como son, sino que nunca se percata más que de símismo porque únicamente mira hacia sí, no sólo ha perdido laposibilidad de ser justo (yposeer todas las virtudes morales en general), sino también la salud del alma
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