Planeación del Desarrollo. Institucionalización y Resultados. La planeación en México

Planeación del Desarrollo. Institucionalización y Resultados

Es interesante estar consciente de que la planeación en México no es algo reciente, sino que surge desde los tiempos en los que el partido antecesor al PRI -creado por los ex generales o ex caudillos de la Revolución Mexicana de 1910- comenzó a institucionalizar al país, el cual estaba saliendo de una época de desorden y destrucción que a su vez había sido antecedida por la dictadura porfirista, en la que, al menos en estabilidad política y crecimiento de infraestructura, existió cierta idea de lo que se quería ser y hacer como país.

Sin dejar aún lado que en el entorno internacional se estaban presentando dos modelos político-económicos que pretendían resolver los problemas derivados de la Revolución Industrial, como lo eran la falta de infraestructura y servicios para la gran cantidad de personas que estaban migrando del campo a la ciudad, los cuales deseaban “encauzar el desarrollo mediante el control de las variables económicas. Estos modelos, el capitalismo y el socialismo, utilizaron la herramienta de la planeación como instrumento para alcanzar el desarrollo, aun con las claras diferencias que presentaban.

La planeación en México

En la época cardenista se lanzó el primer plan de gobierno producto de una amplia participación de gobiernos estatales y municipales, sindicatos, organizaciones, etc. Fue el plan pionero ante el surgimiento, en sexenios posteriores, de muchos otros intentos.

No es hasta 1982 que con el establecimiento del Sistema Nacional de Planeación Democrática^[1]  “se confieren al gobierno federal las facultades para llevar a cabo la planeación económica nacional y para coordinar, mediante convenios, los planes de desarrollo de los gobiernos de las Entidades Federativas”. Además, con la Ley de Planeación se obliga a elaborar planes en el inicio de cada mandato de gobierno.

En 1976, derivado de la preocupación por detener la excesiva concentración poblacional de la ahora CDMX y de que otra ciudades como Monterrey y Guadalajara no sufrieran de los mismos males, se promulga la Ley General de Asentamientos Humanos^[2] “como una disposición para regular el poblamiento territorial y atender los problemas de las Centros Urbanos.”

Desde entonces surgieron muchos planes de reordenamiento urbano, planes regulares o directores de ciudades para controlar el crecimiento  y los usos de suelo. No obstante parece que algo no funciona, pero es algo que no puede culpar de lleno a la planeación, dado que en otros países parece si dar los resultados deseados.

Se puede hablar de muchas causas, comenzando por el gobierno que es quien “induce, orienta, promueve, concerta, pero no obliga a seguir determinada conducta.” También mencionar los intereses de los grandes grupos de poder que pueden manipular las acciones que se llevan a cabo en el territorio de modo que sean lo más benéficas posibles para ellos y en consecuencia que la sociedad o el grupo de personas para quienes estaban destinadas éstas acciones no vean los resultados planteados y sus necesidades no sean satisfechas. Incluso el hecho de que los funcionarios encargados de la planeación estén muy capacitados^[3] para elaborar los documentos pertinentes, no es garantía de que ésta se aplique. Por último se puede hacer mención a las variables que pueden afectar al proceso de planeación, las cuales no son responsabilidad de los actores involucrados, sino de imprevistos como: epidemias, desastres naturales, movimientos sociales, crisis económicas, etc.

Evaluación de la planeación de los últimos años en México (algunos casos)

El tener una reglamentación abundante para planear no es suficiente, se necesita al mismo tiempo de personal capacitado. Aunque es importante mencionar, que además de los dos señalamientos anteriores el interés del personal encargado y el conocimiento que tengan de los problemas y necesidades es fundamental para que la planeación tenga efectos positivos. En otras palabras, no será suficiente la alta preparación que pueda tener un funcionario si no cuenta con el interés de hacer las cosas; por lo contrario, a una persona interesada en resolver los problemas le será de gran ayuda la capacitación que pueda obtener.

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