Sociologia
bomberdif5 de Diciembre de 2014
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Corrientes sociológicas
Seminario
Raúl Antonio Morales Bathen
ÍNDICE
Introducción 1
Inicio del pensamiento social científico 4
Nace la Sociología 7
Primeras corrientes 11
Desarrollo de escuelas o corrientes sociológicas 14
Sociología contemporánea 22
Sociología de hoy 27
Bibliografía 30
CORRIENTES SOCIOLÓGICAS
1
INTRODUCCIÓN
Aunque el estudio de la sociología como ciencia es reciente, no excede de dos
siglos, el estudio del ingrediente genérico relacional del ser humano es muy antiguo, pues el
hombre tiene características biológicas que le imponen la necesidad de vivir en grupo y
hasta que tuvo consciencia, fue cuando trató de conocer el mundo, el medio en donde vivía
y a sí mismo. A pesar que nuestra actual civilización se inició hace cinco mil años y ya
desde el principio se configuraron grandes civilizaciones, fue en la Antigua Grecia, en
donde, al igual que Platón, muchos se pusieron a reflexionar sobre los aspectos recurrentes
de la vida del hombre en sociedad, entre ellos Aristóteles, quien en su Política (1997: 12)
expresó: “De lo anterior resulta manifiesto que la ciudad es una de las cosas que existen por
naturaleza, y que el hombre es por naturaleza un animal social; y resulta también que quien
por naturaleza y no por casos de fortuna carece de ciudad, está por debajo o por encima de
lo que es el hombre”.
Al respecto, Anthony Guiddens (2004: 33) comenta: “Nosotros los seres humanos
siempre hemos sentido curiosidad por las fuentes de nuestro propio comportamiento, pero
durante miles de años los intentos por comprendernos a nosotros mismos se apoyaron con
formas de pensar transmitidas de generación en generación que, con frecuencia, se
expresaban en términos religiosos o se basaban en mitos, supersticiones y creencias
tradicionales bien conocidos. El estudio objetivo y sistemático del comportamiento humano
y de la sociedad es algo relativamente reciente, cuyos orígenes se remontan a finales del
siglo XVIII. Una evolución clave fue la utilización de la ciencia para comprender el
mundo: la aparición de un enfoque científico produjo un cambio radical de perspectiva y de
interpretación. En una esfera tras otra, las explicaciones tradicionales y de base religiosa
fueron cayendo, para ser sustituidas por intentos racionales y críticos de adquirir
conocimiento”.
Como se indicó, en la Antigua Gracia se iniciaron los esfuerzos por entender y
explicar en forma racional y analítica al ser humano y a la sociedad que estos forman al
unirse, pero prescindiendo de la invocación de fuerzas sobrenaturales y apoyándose en la
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razón, inventaron la filosofía y la ciencia para indagar el mundo. Salvador Giner (2004: 18)
indica: “El cultivo del conocimiento secular en la Antigüedad llevó a algunos pensadores
helenos a intentar explicar la vida social mediante criterios que hoy pertenecen plenamente
a las ciencias sociales. Así, su respeto por los hechos conocidos y el tratamiento crítico de
las opiniones y las versiones recibidas de los acontecimientos permitieron la fundación de
una historia liberada de la leyenda, la superstición y el mito en las obras de Herodoto y de
Tucídides. Del mismo modo permitieron a Platón, en su República, especular con
inigualado rigor sobre las posibilidades de la sociedad para constituirse, dada la naturaleza
humana, en un mundo apto para una vida buena y recta que incluyera a todos. O a su
discípulo Aristóteles a estudiar con no menos ahínco un gran número de sociedades helenas
existentes, compararlas entre sí, y sacar conclusiones basadas en la experiencia. Su Política
contiene un dechado de constataciones empíricas sobre la vida real de los diversos
regímenes de las ciudades griegas, acompañadas de generalizaciones sobre el poder, la
autoridad y la dinámica de la sociedad —incluidas las revoluciones— que ha intentado
emular la ciencia política moderna. Por su parte, los pensadores romanos no siempre
alcanzaron tales cimas, pero sus historiadores (Tito Livio, por ejemplo), nos muestran que
la mirada racional, crítica y secular de los helenos no había perecido entre los latinos”.
Hay que resaltar que en el periodo helenístico predominó la idea de Isócrates (436-
338 a. C.) que presentó en su Panegírico de Atenas, de que “los helenos no eran una raza
sino una forma de ser y de pensar comunes”, con lo cual hizo la distinción entre el hombre
civilizado y el primitivo, es decir, el heleno y el bárbaro, idea que Alejandro Magno (356-
323 a. C.) difundió en todos los territorios que conquistó, creando así la primera cultura
cosmopolita en Occidente, de donde surgieron tres escuelas que hicieron grandes
aportaciones al pensamiento social: los estoicos, los cínicos y los epicúreos.
La escuela estoica, fundada por Zenón de Citio (336-323 a. C.) alrededor del año
300 a. C., propugnó sobre el internacionalismo y el valor intrínseco de la persona humana,
proponían la concordia entre los seres y la discusión como medio de solventar las querellas.
La escuela cínica, fundada por Antístenes (h. 444-365 a. C.) y cuyo miembro más famoso
fue Diógenes (413-323 a. C.), estaba en contra de: las diferencias de clase, la existencia de
la esclavitud y la demagogia, porque les parecían intolerables, lo que les hizo estar en
permanente protesta. La escuela epicúrea, fundada por Epicuro (347-270 a. C.) hacia el año
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306 a. C., daba como solución que cada uno buscara en forma individual su propia
felicidad, mediante la eliminación de la angustia y la preocupación, evitando el sufrimiento
y eliminando en la mente toda idea que pueda perturbar la paz. “Históricamente, la más
importante de las aportaciones de los epicúreos es la de la teoría del contrato social,
fundada por ellos. Esta doctrina había de jugar un papel importantísimo en el desarrollo del
liberalismo en el mundo moderno. […] He aquí una frase de Epicuro que expresa la idea de
pacto o contrato a nivel de lo jurídico: «El derecho no es otra cosa que un pacto de utilidad,
cuyo objeto consiste en que no nos lesionemos recíprocamente y en que no seamos
lesionados en nuestros propios intereses». En esta sentencia se combina admirablemente la
doctrina contractual epicúrea con su visión utilitarista del mundo y de la conducta social.”
(Salvador Giner, 2002: 64).
En el mundo romano se difundieron las ideas de las escuelas neoplatónicas y
postaristotélicas, y alcanzó su mayor desarrollo la escuela estoica, en donde la filosofía
legal estoica llegó a ser la filosofía legal romana. “El estoicismo entró en Roma (hacia 150
A. C.) a través del círculo escipiónico, un grupo de intelectuales reunidos en torno a la
figura de Escisión Emiliano. Su propulsor fue el griego Panecio (185-110 a. C.), que supo
adaptar sus doctrinas al temperamento e ideas de sus amigos y oyentes. […] Cicerón, sin
ninguna originalidad en este caso, nos ha transmitido en su tratado De legibus gran parte
del planteamiento estoico del derecho”. (Salvador Giner, 2002: 64). Otros pensadores
estoicos fueron el emperador Marco Aurelio (121-180 d. C.) y Ulpiano (170-228 d. C.).
Polibio (210-125 a. C.), al inicio fue autónomo y después se convirtió en estoico y Marco
tulio Cicerón (106-43 a. C.), al inicio fue estoico en las ideas jurídicas romanas, pero
después fue autónomo. La última fase del estoicismo está representada por Lucio Anneo
Séneca (4 a. C.- 65 d. C.). Tito Lucrecio Caro (98-55 a. C.), fue epicúreo.
Al iniciarse el Cristianismo, el pensamiento social fue abordado por muchas
concepciones recibidas del mundo clásico a través de los pueblos romanizados,
especialmente en el periodo que corresponde desde el final del Imperio Romano occidental
en el año 476 hasta la caída de Constantinopla en poder Turco (1453) o el comienzo de la
expansión geográfica de Castilla y Portugal y el descubrimiento de América (1498) que es
denominado Edad Media. Las ideas “más características de esa larga época fueron las
heredadas del saber de los judíos en conjunción con las ideas y creencias religiosas
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establecidas por la expansión de la doctrina cristiana sobre tosa la faz del Imperio. La
tradición judeocristiana no sólo es la corriente de pensamiento más importante de toda la
Edad Media —sin la cual ésta es inexplicable—, sino que viene a convertirse en uno de los
rasgos fundamentales de la cultura occidental. Aunque sea un error, muchas veces
cometido, identificar cristianismo con cultura occidental, tal identificación es perfectamente
válida para uno de los períodos más prolongados de la historia de nuestra civilización, el
medieval. Y en cuanto a hoy, esta tradición es aún continuada y mantenida viva por
importantes sectores del mundo en que vivimos”. (Salvador Giner, 2002: 107).
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