TRABAJO SOCIAL FAMILIAR: DIVISIÓN SOCIAL EN LA FAMILIA

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TRABAJO SOCIAL FAMILIAR
Presentado por: Natalia Cardona Galindo
Docente: Nubia Bolívar

DIVISIÓN SOCIAL EN LA FAMILIA

La familia es reconocida como el espacio de manutención y cuidado de las personas, espacio pensado desde la lógica de la producción de insumos para el desarrollo de las personas y de su reproducción; reproducción entendida no solamente en como la reproducción sexual, sino también como reproducción y socialización del sistema cultural en el sujeto.

En este sentido, hay una marcada y casi absoluta tendencia social, a que el rol que desempeñe este trabajo de cuidado y socialización en la cultura le sea otorgado a la mujer, el sistema privilegia la permanencia de esta estructura familiar en la que es la mujer quien cuida a los hijos, quien realiza las labores doméstica y mantiene el núcleo familiar, mientras en el imaginario colectivo, es ella la responsable de esta labor, el hombre es visto como el proveedor, lo cual implica  a su vez una dualidad en los roles de género a nivel social.

Elizabeth Jelin plantea esta dualidad, argumentado que el problema reside en:

 […] la confusión e identificación entre lo domestico y el mundo privado, invisible desde el exterior, impenetrable y, por extensión, concebido como de la relativa menor importancia social. Más aún, la distinción  entre estos ámbitos ha sido identificada con la diferenciación sexual – los hombres a cargo de las tareas públicas, las mujeres de lo privado y doméstico – como si esto fuera una constante universal en la organización social  (Jelin. Pp. 11).

Así, como lo menciona la autora, el papel de la mujer es relegado al ámbito doméstico, que como lo vemos en la realidad colombiana, a pesar de haber dado apertura para la mujer en el mundo laboral, en lugar de haber una adecuada distribución en las tareas, la mujer debe seguir cumpliendo el mismo rol de “ama de casa”, entonces, esto dificulta la posibilidad de la mujer en el acceso a la vida social, de realizar labores diferentes a las domesticas, como estudiar y trabajar, por lo que el desarrollo masculino en estos términos es muy diferente, en tiempos y en posibilidades.

Como lo menciona la profesora Yolanda Puyana:

En los mitos, las leyendas, las religiones, los códigos y las leyes se ha consagrado indistintamente el trabajo doméstico como el deber ser de las mujeres en sociedad; desconocer el papel que juega aquel se ha constituido en la mejor manera de legitimar las condiciones de opresión (Puyana. 1994. Pp. 62).

De esta manera también hace un análisis de la labor domestica como esencial en el desarrollo de la sociedad capitalista, ya que sin la labor doméstica es imposible el mantenimiento y reproducción de la mano de obra, pero esto es invisibilizada como se vio por el sistema, por tanto es no es una actividad que devengue un salario a pesar de ser la actividad que más energía y tiempo gasta en términos del esfuerzo físico y el compromiso, y aun así, se cuenta dentro de los índices de inactividad.

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