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Filósofos De La Edad Media


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2013  •  2.322 Palabras (10 Páginas)  •  325 Visitas

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AGUSTÍN DE HIPONA.

Agustín de Hipona o San Agustín o Aurelius Augustinus Hipponensis.

Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, pequeña ciudad de Numidia en el África Romana. Hijo de Patricio pequeño propietario pagano y su madre Santa Mónica, puesta por la Iglesia como ejemplo de “mujer cristiana”, de piedad y bondad probadas, madre abnegada y preocupada siempre por un bienestar de su familia, aún bajo las circunstancias más adversas. Mónica le enseñó los principios básicos de la religión cristiana a su hijo Agustín.

En Tegaste, Agustín comenzó sus estudios básicos posteriormente lo envía a Madaura a realizar estudios de gramática.

Fue maniqueo y orador imperial en Milán, rival en oratoria del Obispo Ambrosio de Milán, figura que después hizo a Agustín conocer los escritos de Plotino y las epístolas de San Pablo, por lo cual se convirtió al cristianismo.

Ya como obispo, escribió libros que lo posicionan como uno de los cuatro primeros “Padres de la Iglesia”. Su vida fue un claro ejemplo del cambio que logró con la adopción de un conjunto de creencias y valores.

Destacó en el estudio de las letras, mostró un gran interés hacia la literatura, especialmente la griega clásica. Sus primeros triunfos tuvieron como escenario Madaura y Cartago, donde se especializó en gramática y retórica. En Cartago desarrolló una irresistible atracción hacia el teatro, gustaba en gran medida de recibir halagos y la fama, que encontró fácilmente en sus primeros años de juventud, mostró su genio retórico, sobresalió en concursos poéticos y certámenes públicos, nunca abandonó sus estudios, especialmente los de filosofía aunque se dejaba llevar por sus pasiones y seguir abiertamente los impulsos de su espíritu sensual.

La lectura de Hortensis de Cicerón despertó en él la mente de Agustín el espíritu de especulación y así se dedicó de lleno al estudio de la filosofía, en la cual sobresalió.

En su busque incansable de respuesta al problema de la verdad, Agustín pasó de una escuela filosófica a otra sin que encontrara en ninguna una verdadera respuesta a sus inquietudes. Finalmente abrazó el maniqueísmo creyendo que en este sistema encontraría un modelo según el cual podría orientar su vida, pero después de varios años la dejó decepcionado al considerar que era una doctrina simplista que apoyaba la pasividad del bien ante el mal.

Parte a roma en 383 donde fue nombrado “magister rhetoricae” en Mediolanum, gracias a su amigo y protector Símaco, Prefecto de Roma. Ya ahí empezó a asistir como catecúmeno a las celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas y su corazón. Decidido a vivir en ascesis a la que decidió tomar después de haber conocido los escritos neoplatónicos. Le ayudó a resolver los problemas del materialismo y del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la Fe. Por último, la lectura de los textos de San Pablo le ayudó a solucionar el problema de la meditación y de la gracia.

En 386 se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo. El 24 de Abril de 387 a los treinta y tres años de edad, fue bautizado e3n Milán por el santo obispo Ambrosio.

Rechazaba la fe en nombre de la razón. Sin embargo poco a poco fue cambiando de parecer hasta llegar a la conclusión de que razón y fe no están necesariamente en oposición, si no que su relación es de complementariedad. Según él la fe en un modo de pensar asintiendo y si no existe el pensamiento, no existiría la fe. La fe y la razón son dos campos que necesitan ser equilibrados y complementados.

Sostenía que la mente, mientras que duda, es consistente de si misma (si me engaño existo), como la percepción del mundo exterio5r puedo conducir al error, el camino hacia la certeza es la interioridad. Que por un proceso de iluminación se encuentra con las verdades eternas y con el mismo Dios que está en lo más intimo de la intimidad.

Las ideas están en Dios y son los arquetipos según los cuales crea el cosmos. Dios que es una comunidad de amor, sale de si mismo y crea por amor mediante rationes seminales, o gérmenes que explican el proceso evolutivo que se basa en una constante actividad creadora ya que sin ella nada subsistiría. Todo lo que crea Dios es bueno, el mal crece de entidad, es ausencia de bien y fruto indeseable de la libertad del hombre.

En la historia coexiste la Ciudad del Hombre, volcada hacia el egoísmo. Y la Ciudad de Dios que se va realizando en el amor a Dios y la práctica de las virtudes, en especial la caridad y la justicia. Ni Roma ni ningún Estado es una realidad divina o eterna, y si no busca la justicia se convierte en un magno latrocinio. La Ciudad de Dios, que tampoco se identifica con la iglesia del mundo presente, es la meta hacia donde se encamina la humanidad y está destinada a los justos.

Para Agustín la ley moral se sintetiza en la célebre frase: ama y haz lo que quieras. Para él amor es una perla preciosa que si no se posee de nada sirven el resto de las cosas y si se posee sobra todo lo demás.

La ética social implica la condena de la injusticia, de olas riquezas y el imperativo de la solidaridad con los desfavorecidos

Agustín murió en Hipona el 28 de Agosto de 430. Su cuerpo fue trasladado a Cerdenia y hacia el 725 a Pravia a la Basílica de San Pedro donde reposa hoy.

TOMÁS DE AQUINO.

Tomás de Aquino nació en 1225 en el castillo de Rocaseca cerca de Aquino. Comenzó con su educación a los cinco años en la abadía de Montecansino, le enseñaron gramática, moral, música y religión hasta 1239, a finales de este mismo año Tomás entró en un centro más avanzado acorde a sus facultades en la Universidad de Nápoles que mediante las artes liberales, le introdujo en la lógica aristotélica. En 1244 ingresa en la Orden de los Frailes Dominicos.

Viaja a París donde estudia la universidad, en esa época Tomás fue ordenado sacerdote. En 1526 se ofrece como maestro de teología en la universidad de París.

Fue un teólogo, filósofo y católico, representante de la enseñanza escolástico de todos los tiempos, la mayor figura de la teología sistemática y a su vez, una de las mayores autoridades en metafísica.

Conocido también como “Doctor Angélico” “Doctor Común” y “Doctor de la Humanidad”, apodos dados por

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