CELATS MODULO I
LUIDRIANNYS24 de Octubre de 2013
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1-PRÁCTICA SOCIAL Y PRACTICA PROFESIONAL
La naturaleza de las relaciones sociales, entendidas en su to¬talidad como un modo de vi¬da que incluye la reproducción mate¬rial, ideológica y política, crea un tipo de sociedad particular. Así, en Latinoamérica, las sociedades moder¬nas se constituyen bajo influjo del capital y subordinadas a los países capitalistas avanzados. Las relaciones de subordinación de nuestros países respecto de los otros, son de carácter estructural: es decir, afectan la es¬tructura material de base (desarrollo de fuerzas productivas, modo de pro¬ducción, relaciones entre las clases, etc.) Hasta el punto que gravita esencialmente en el proceso histórico de nuestros países.
Las exigencias históricas de la acu¬mulación capitalista, que reproducen las relaciones de producción con sus implicancias en el campo de la ideo¬logía, imponen su lógica buscando la ampliación del capital en perjuicio del trabajo.
Es así como la lógica del capital, determina formas de relación social entre los hombres como producto de su desigual ubicación frente a la pro¬piedad de los medios de producción, en tanto que los títulos de propiedad legitiman la apropiación privada del excedente socialmente producido. La existencia del salario crea la ficción de que el proletariado recibe un pago por lo que produce, ocultándose así que con el salario sólo consigue la su¬ma de medios necesarios para su re¬producción como proletario, mien¬tras que una porción del-producto de su trabajo la plusvalía, pasa a manos de los capitalistas bajo las diversas formas que adopta la ganancia. Pareciera entonces que la relación de Igualdad existe porque al obrero se le paga su jomada de trabajo a cambio de la fuerza de trabajo que entrega en ella, siendo así que esta fuerza de trabajo es todo lo que es suyo y, por lo tanto, más allá del salario nada se le adeuda.
En cambio, los capitalis¬tas, que tienen en su poder los recur¬sos e instrumentos necesarios para que la fuerza de trabajo entre en contacto con los objetos que se transforman en el proceso de producción, tendrían el título necesario para re¬clamar para sí toda la ganancia. Resulta pues necesario al capital, crear mecanismos de actuación que garan¬ticen que la relación laboral y la in¬terpretación ideológica que de ella se hace se mantengan y reproduzca.
Es dentro de esta lógica general (y no fuera de ella) que se sitúa el Esta¬do, como representante del conjunto de la sociedad, aún .cuando asume primordialmente los intereses de las clases hegemónicas. Esta consideración de los intereses que esencialmente representa y asegura, no pue¬de llevarnos a considerar que él sea un órgano mecánico de dominación de la clase en el poder y expresión monolítica de sus intereses. Un aná¬lisis más fino entiende que el Estado, representando a la clase dominante, se desarrolla dentro de una sociedad atravesada por la lucha de clases, y en esta situación, es un Estado cru¬zado por contradicciones. Debe cumplir funciones que se oponen entre sí: por un lado, asegurar la reproduc¬ción de las relaciones de producción para servir a los intereses de la acu¬mulación del capital; y, por otro, ga-rantizar la reproducción de la fuerza de trabajo, aún sin contar con los medios suficientes que aseguren dicha reproducción en particular, en la actual coyuntura de crisis, pro¬curando al mismo tiempo, que se asegure el control ideológico de las clases populares.
Las clases trabajadoras, mediante sus organizaciones obreras, campe¬sinas, poblacionales, son capaces de alterar la política del Estado, como resultado de concretas, prolongadas y a menudo violentas demandas que aseguren mejores condiciones de vida y de trabajo; y fortaleciendo la orga¬nización de los movimientos sociales, entendidos éstos como respuestas y oposición organizada a las clases do-minantes.
Una de las iniciativas del Estado, en su relación con la sociedad civil, se realiza con la mediación de las Políticas Sociales. Las Políticas Sociales se diseñan y ejecutan atendiendo predominantemente la necesidad de producción y reproducción de la fuerza de trabajo por interés del capital, y la reproducción de las relaciones socia¬les, que intervienen en la totalidad del proceso social determinando: él modo de producción dominante, el modo de pensar dominante y las for¬mas de vida cotidiana en la sociedad.
Es importante, en este sentido, desta¬car la dimensión ideológica de las Políticas Sociales. La reflexión realizada por varios autores en torno a la ideología nos permite entender la razón por la cual el Estado se sitúa como representan¬te de todos y cada uno de los grupos y realiza acciones donde, aparente¬mente se integran y/o articulan. Intereses de un conjunto de clases. Esto no significa que la clase subordinada se integre al bloque de poder; puede excluirse e incorporarse con un ca-rácter autónomo ya que su grado de articulación no depende exclusivamente de la clase dominante, sino de los niveles de conciencia, organización y combatividad de las mismas.
Teniendo en cuenta estas conside¬raciones puede entenderse que el di¬seño y aplicación de Políticas Sociales, no sólo tiene un carácter técnico, sino sustancialmente político, por ser ella expresión de las contradicciones entre las clases y mediación entre és¬tas y el Estado.
PRÁCTICA PROFESIONAL Y POLÍTICA SOCIAL
La reflexión que se ha impulsado en el Trabajo Social en torno a las Políticas Sociales, es un intento por pensar las posibilidades y límites del ejercicio profesional en situaciones concretas. Es necesario multiplicar el estudio de las Políticas Sociales en realidades específicas, con miras a una definición más clara de la media¬ción de la Política Social en las rela¬ciones entre las clases, en un momen¬to histórico determinado.
Igualmente, desde 1975, se susci¬tan en TS, una serie de discusiones en torno a la "interpretación de su práctica. Los análisis se desenvuelven teniendo a la base conceptos genera¬les acerca de la teoría del valor, de la teoría del Estado y de la historia so¬cial. Después de 1977, se incorporan a la discusión de la práctica del TS, propuestas que recuperan la visión de la mutua determinación de los facto¬res económicos, políticos e ideoló¬gicos, las necesidades del capital y la organización y conciencia popular. Es precisamente la organización y movilización popular, articulada a la dimensión económica, política e ideológica de las Políticas Sociales y el Estado capitalista, una nueva y vá¬lida puerta de entrada al análisis de la realidad del Trabajo Social.
Repasando algunos de los aspectos más relevantes de la práctica del TS, resumiremos en seguida característi¬cas que lo cualifican y diferencian de otras prácticas profesionales, y sin olvidar sus semejanzas en tanto prác¬ticas sociales que se desenvuelven al interior de su marco social determi¬nado por condiciones históricas con¬cretas.
El análisis.de la profesión no se agota en una afirmación mecanicista que sostiene que el T.S. es uno de los instrumentos al servicio de un poder monolítico y concluye quela "profe¬sión estará necesariamente destinada a constituirse en refuerzo exclusivo del mismo. Por otro lado, no signifi¬ca asumir la tesis opuesta, amplia¬mente divulgada en el movimiento de reconceptualización, que sustenta a nivel de principio una dimensión necesariamente "transformadora o "re¬volucionaria" de la actividad profesional. Esta tesis, al sobrestimar el al¬cance político de la actividad profe¬sional, subestima el papel de las orga¬nizaciones políticas y de las clases so¬ciales en el proceso de transforma¬ción de la sociedad. El análisis de la práctica profesional, comprende a la profesión históricamente situada, configurada como un tipo de especialización de trabajo colectivo den¬tro de la división social del trabajo propio de la sociedad industrial.
EL T.S. se afirma como profesión, integrada al sector público, en la progresiva ampliación del control del ámbito de acción del Estado junto a la sociedad civil. Se vincula también a organizaciones privadas de carácter empresarial, dedicadas a las activida¬des productivas propiamente dichas y a la prestación de servicios sociales para la población. La profesión se consolida como parte integrante del aparato estatal y de la empresa privada y el profesional como un asalariado al servicio de las mismas.
En el contexto institucional la relación del asalariado del Trabajador Social ha sido y es encubierto por la propia visión humanista que hace aparecer al Trabajo Social como sacer¬docio, como actividad benevolente, y sin el carácter específico determi¬nado por su inserción en el proceso técnico y social del trabajo. La reflexión sobre las condiciones insti¬tucionales revela al T.S. como subordinado en el proceso de decisiones, desempeñando en su gran mayoría funciones de ejecución, y no de decisión. Sin poder de decisión a nivel global, él manipula pequeños recur¬sos para. Reforzar. Su propio poder personal en las relaciones con los usuarios o clientes. La relación de poder legitimada por la relación personal permite destacar de manera mu¬cho más clara el carácter ideológico de la actuación profesional.
La intervención profesional en las instituciones estatales y/o privadas, lleva a una calificación de los usua¬rios de los servicios que éstas prestan. Dicha calificación está previamente determinada por las Políticas Socia¬les, y es frente a estas Políticas, que la población reacciona, cuestionando directa o indirectamente la presta¬ción de los servicios sociales, con or¬ganizaciones
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