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COMPETENCIAS COMUNICATIVAS


Enviado por   •  25 de Agosto de 2014  •  4.787 Palabras (20 Páginas)  •  249 Visitas

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Introducción

El presente artículo es el segundo trabajo especialmente preparado para ser publicado por la prestigiosa Asociación Argentina de Lectura. Como el primero, publicado en la Edición Virtual N° 4, mayo, 2008, con el título Definición y clasificación de texto desde una óptica de la didáctica de la lectura el contenido de ambos artículos formó parte de la Tesis Doctoral de uno de los autores, en la Universidad de Oriente, Cuba, en el año 1998. Luego, parte de esas mismas concepciones aparecen publicadas en el libro Didáctica de la Lectura por la Universidad Estatal de Haití, en el año 2002. Luego, esta obra, ganaría una traducción para el portugués Didática da Leitura por la Editora BeniRos, Brasil, en el año 2004.

La lectura y las diferencias entre entender, comprender e interpretar es un texto que aborda sucintamente parte del segundo capítulo de la obra mencionada en el párrafo anterior y como aconteció con el primer trabajo se incluyen otras consideraciones que han surgido a través de la aplicación práctica de estas teorías en diversos países.

No hay dudas que la actividad lectora constituye uno de los instrumentos de cardinal importancia para alcanzar éxitos verdaderos tanto en el estudio, como en el trabajo. La lectura, como actividad verbal, ha desempeñado, desempeña y desempeñará un papel determinante en el desarrollo humano. Para apreciar su valor pragmático basta saber que aproximadamente las tres cuartas partes de lo que se aprende llega por vía de la lectura. A pesar de la aparición de nuevas vías y medios de asimilación de conocimientos, la lectura continúa siendo uno de los modos fundamentales para recibir la información visual o táctil. (ALMAGUER, B.1998).

Por tanto, corresponde a los docentes, principalmente, la tarea de enseñar a los discentes realizar una lectura dinámico-participativa. ¿Y qué significa eso de dinámico-participativo? Eso, entre otras cosas significa, una lectura donde el discente no solo se limite a la ejecución de las actividades que tradicionalmente ha venido realizando en la escuela, sino que implique el ejercicio pleno de sus capacidades intelectuales, como un constructor-transformador, para que sea capaz de entender, comprender o interpretar (ECI) cualquier tipo de texto. La lectura es un proceso dinámico y participativo donde tan importante es lo que está expresado, como lo que es capaz de incorporar el lector. La misión del lector debe ser la de decodificar el mensaje, teniendo presente que el contenido del texto es un complejo semántico que se forma de lo explícitamente expresado, lo conocido por él, lo inferido del contexto histórico-concreto y el cotexto.

Por eso, el principal objetivo de este trabajo no es fundamentar las concepciones de los autores sobre el enfoque que se debe seguir y sí sobre la importancia de determinar las diferencias que existen cuando se leen diferentes tipos de textos y específicamente, diferenciar las habilidades generalizadas de entender, comprender e interpretar. Para iniciar este análisis, seria interesante esclarecer el propio término lectura; ya que tiende a ser un término ambiguo. Generalmente, lectura se utiliza como sinónimo de texto, en ‘Selección de lecturas’; o como sinónimo de visión u observación general, en ‘lectura de mundo’; o como sinónimo de análisis o de observación particular, en ‘haz una lectura de ese cuadro’; o cuando refiere al resultado de la acción de leer o, incluso, al método empleado en la enseñanza de lenguas. Esto hace necesaria, aquí en este contexto, la definición de este término. Por eso será el primer aspecto a ser considerado. ¿Cual sería, desde nuestra perspectiva, la lectura de imágenes?

Después de definir, en este contexto, lo que significa lectura; se pasa a explicar la esencia de la competencia lectora. Luego a seguir, se contextualiza, la habilidad invariante lectora, como término didáctico que denota un modelo determinado para ser alcanzado en el proceso de aprendizaje lector. Pues, no se debe confundir, que la lectura puede ser un fin en sí misma, es decir, la habilidad invariante lectora como proceso, o puede ser un medio mediante el cual se desarrollen las demás actividades verbales para el logro de la competencia discursiva de la lengua; esta última, como método lingüístico de enseñanza. Esto quiere decir que para abordar la lectura, al menos, en este contexto, se considera la lectura como la actividad verbal, donde se manifiestan las acciones de entender, comprender o interpretar, según el tipo de texto y el objetivo del lector. Se concluye con las tres habilidades generalizadas que conforman la habilidad invariante lectora: entender, comprender e interpretar.

Para aquellos que no leyeron el primer artículo, que por falta de tiempo o por desinterés, les resumimos que en aquel trabajo, y en este contexto, en particular, se consideran tres tipos de textos: transaccional, interaccional y literario. El litexto (texto literario), donde predomina la función estética del lenguaje, presupone, en el proceso de decodificación, que el lector logre interpretar el texto, pues esa es la esencia del mensaje. En el caso del intertexto (texto interaccional), donde predomina la función comunicativa del lenguaje, presupone un proceso de decodificación en la cual el lector deberá lograr la comprensión. Por último, en el caso del transtexto (texto transaccional), donde predomina la función cognitiva o gnoseológica del lenguaje, presupone en el proceso de decodificación que el lector entienda el texto. Claro, que independientemente de conocer o no, el primer artículo mencionado en el primer párrafo de esta introducción, los convidamos a la lectura de este nuevo trabajo. Esperamos recibir sus consideraciones. ¡Buena lectura!

1. Definición de lectura

Antes de entrar en las consideraciones sobre definición de lectura, es importante apuntar que a menudo se ha presentado el código escrito, lo que se lee, como un sistema de signos que sirven para transcribir el código oral, lo que se habla. Esta valoración se ha adoptado por las ideas de F. de Saussure sobre la primacía del lenguaje oral sobre el lenguaje escrito, sustentada en que existen lenguas orales sin la correspondiente graficación de ese código.

No obstante, el código escrito no solo constituye un sistema de trascripción, sino que constituye un código completo, complejo y autónomo, un verdadero medio de comunicación. Esta afirmación tiene una vital importancia didáctica para la enseñanza de la lectura, pues adquirir el código escrito no es solo aprender la correspondencia sonido-grafía; sino, enseñar todo un sistema nuevo independiente al oral. Naturalmente, que no se debe descuidar su relación con la oralidad,

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