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Estres academico en estudiantes universitarios

kikenryTesina8 de Junio de 2016

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Estrés académico

INDICE DE CONTENIDOS

PRIMERA PARTE: MARCO TEÓRICO

Capítulo 1. Introducción................................................................................................ 1

Capítulo 2. Estrés académico en estudiantes universitarios. ........................................ 5

2.1 Conceptualización del estrés psicosocial ............................................................5

2.1.1 Demandas psicosociales o estresores .......................................................10

2.1.2 Evaluación cognitiva...................................................................................12

2.1.3 Variables moduladoras...............................................................................12

2.1.4 Respuestas de estrés.................................................................................13

2.2 Estrés académico o estrés de rol del estudiante. ..............................................16

2.2.1 Estresores académicos ..............................................................................20

2.2.2 Variables moduladoras del estrés académico ............................................23

2.2.3 Respuestas del estrés académico.............................................................25

2.2.4 Estrés y rendimiento académico.................................................................28

2.2.5 Intervenciones............................................................................................30

Capítulo 3. Implicación del estudiante universitario: engagement académico. ............ 33

3.1 Conceptualización del engagement en el trabajo. .............................................33

3.2 Engagement en contextos educativos o engagement académico. ....................36

3.2.1 Engagement y desempeño académico.......................................................38

2.1 Conceptualización del estrés psicosocial

El estrés es uno de los temas que más ha captado la atención de un buen número de

autores e investigadores, tanto teóricos como aplicados, de manera especial en las

cuatro últimas décadas. Y es que tal experiencia afecta cada vez a más personas,

interfiriendo en su comportamiento y salud (Aguado, 2005), al tiempo que está

considerada como una de las mayores responsables de la aparición de alteraciones

psicológicas y somáticas en nuestros días tanto en adultos, como en niños y

adolescentes (Del Barrio, 2003. citado por González y Martín, 2009).

El popular término estrés llegó a las Ciencias de la Salud y a la Psicología procedente

de la Física de la mano de Hans Selye y Walter Cannon en los años treinta. Concebido

entonces como una perturbación de la homeostasis o respuesta no específica del

organismo a toda demanda, tanto el término como el área de estudio que representa

han evolucionado considerablemente.

Las investigaciones iniciales sobre estrés partían del supuesto implícito de la

existencia de estresores prácticamente universales y de unas respuestas generales e

inespecíficas que se producen del mismo modo en los diferentes organismos. De

acuerdo con esta concepción, Selye (1956, citado por Labrador y Crespo. 1993)

establece el concepto de Síndrome General de Adaptación (SGA), entendiendo por tal

los diferentes cambios que se van produciendo en el organismo como consecuencia

de la presencia más o menos mantenida de un estresor.

No obstante, frente a las indicaciones de Selye, pronto se observó que existían

enormes diferencias individuales en el modo en que las personas reaccionaban a un

mismo estresor. Esto llevó, durante la década de los ochenta, a la aparición de nuevas

perspectivas en las que se enfatizaba el modo idiosincrásico en que cada persona

percibe las situaciones y responde a ellas.

La más influyente de todas ellas ha sido el modelo transaccional o interaccional de

Lazarus y Folkman (1986), según el cual el estrés es un proceso dinámico de

interacción entre el sujeto y el medio. De acuerdo con estos autores, un suceso será

estresante en la medida en que el sujeto lo perciba o valore como tal, sean cual sean

las características objetivas del suceso. Por otra parte, las estrategias de que disponga

una persona para hacer frente a la situación determinarán en buena medida que se

emita la respuesta de estrés. Ambos autores están considerados como los principales

impulsores y sistematizadores del enfoque cognitivo e interaccional del estrés y sus

teorías son las que reciben mayor apoyo hoy día.

Tanto es así, que de entre todas las definiciones de estrés generadas a lo largo de

décadas, quizá la que goce en la actualidad de mayor aceptación sea la acuñada por

los dos autores:

El estrés psicológico es el resultado de una relación entre el sujeto y el entorno, que es

evaluado por éste como amenazante o desbordante de sus recursos y que pone en

peligro su bienestar. Es decir, se considera que una persona está sometida a una

situación de estrés cuando ha de hacer frente a demandas ambientales que

sobrepasan sus recursos, de manera que el sujeto percibe que no puede darles una

respuesta afectiva. En este tipo de situaciones, el organismo emite una respuesta de

estrés que consiste en un importante aumento de la activación fisiológica y cognitiva

del organismo, que, a su vez, se prepara para una intensa actividad motora. Las

consecuencias de esta activación dependerán de su duración e intensidad. Así,

cuando la respuesta es demasiado frecuente, intensa o duradera puede tener

“El estrés psicológico sería una relación particular entre la persona y el entorno

que es evaluada por ésta como desbordante de sus recursos y como una

amenaza para su bienestar”.

Lazarus y Folkman, 1984.

repercusiones negativas, con una amplia gama de manifestaciones orgánicas,

denominadas trastonos psicofisiológicos o psicosomáticos (Labrador y Crespo, 1993).

Desde esta perspectiva, el estudio del estrés se complica considerablemente al

aparecer una serie casi interminable de interacciones y bucles de feedback entre los

distintos aspectos implicados. No obstante, la gran cantidad de trabajos y

publicaciones acerca del estrés que se viene generando desde entonces ha

enriquecido enormemente nuestro conocimiento del fenómeno, no sólo en la vertiente

fisiológica subrayada por Cannon y Selye, sino también, y muy especialmente, en su

dimensión psicosocial.

Se han identificado numerosos acontecimientos vitales y, en general, diversos

elementos y características de nuestro ambiente social, laboral, etc, que, en distinta

medida actúan en nosotros como estresores o como amortiguadores de los efectos

negativos del estrés sobre nuestra salud y bienestar; se han enfatizado los factores

personales que median en el proceso del estrés y se han investigado las

repercusiones psicológicas, organizacionales y sociales de la experiencia de estrés.

Sin embargo, a pesar de todos estos avances en la comprensión del mecanismo de

estrés, el propio concepto sigue siendo hoy día objeto de controversia, y muchos

lamentan la imprecisión, ambigüedad y polisemia con que aún se emplea. Con el fin

de resolver este problema, algunos autores han sugerido que se reserve el término

“estrés” para denominar un área o campo de estudio que abarca temas y problemas

muy relacionados entre sí. En esta dirección Labrador y Crespo (1993) en línea con

otros autores distinguen entre estímulos estresores, respuesta de estrés y

consecuencias del estrés, empleando sólo el término general de “estrés” para

denominar el mencionado campo de estudio. De hecho, Muñoz (2004) afirma que la

enorme multiplicidad de definiciones de estrés existentes no se debe tanto a

divergencias teóricas entre los estudiosos de este campo como al distinto énfasis

puesto por éstos en unos u otros de esos grupos de variables o aspectos del proceso

de estrés.

De especial relevancia es la confusión existente con el término ansiedad. Si bien

ambos han experimentado desarrollos diversos, se han solapado conceptualmente

durante años en numerosas investigaciones científicas. Con frecuencia, a la confusión

generada por el hecho de que ambos conceptos solapan sus áreas de influencia y, por

lo tanto, de estudio, ha de añadirse la dificultad operativa de su metodología de

investigación (Rusiñol, 2003). Tanto es así, que los términos ansiedad y estrés han

sido utilizados como sinónimos en unas ocasiones y se han presentado como

conceptos diferenciados en otras (Endler, 1988, citado en González 2008).

Lazarus (1993; 1994) en su teoría conceptual en la que relaciona la ansiedad y el

estrés, sostiene que el estrés puede ser considerado como un subgrupo de

emociones, en el que se encuentra la ansiedad, de forma que, “la ansiedad es casi un

sinónimo de estrés psicológico” (Lazarus, 1994, p.239). La ansiedad está ligada a la

percepción de amenaza por el individuo, de manera que su eje cognitivo muestra

pensamientos,

...

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