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Eutanasia

juancho122329 de Julio de 2014

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Definición y clasificación de la eutanasia

Desarrollo histórico

Los fenómenos de vida y muerta siempre han generado inquietud y reflexión en el ser humano, y específicamente la eutanasia y homicidio por piedad ha sido y es un tema de profundo debate desde épocas antiguas. Es así que incluso para su estudio y conocimiento se ha llevado a cabo una clasificación por etapas a fin de facilitar el conocimiento en cuanto a su desarrollo histórico, entre las que tenemos:

Entre algunos pueblos primitivos se acostumbraba a matar o abandonar a los ancianos y a personas muy enfermas. Por ejemplo en la cultura esquimal se practicaba una especie de eutanasia voluntaria, que consistía en que el anciano realizaba una petición expresa de ser abandonado durante tres días en un iglú herméticamente sellado; caso contrario, otras culturas orientales se han caracterizado por elaborar códigos que protegían e incluso privilegiaban a sus miembros ancianos. (Etapa primitiva)

Aquí se cita el caso de los celtas, para quienes el designio eugénico se completaba con el propósito eutanásico, puesto que se le daba muerte a los ancianos valetudinarios. La práctica extendida entre algunas tribus antiguas y grupos salvajes quienes imponían como obligación sagrada al hijo administrar la muerte buena al padre viejo y enfermo. (Etapa antigua)

Un caso bíblicamente registrado es el que se presenta en el capítulo I, 9 y 10 del Libro Segundo de Samuel que narra cuando el Amalecita llega del campo de Saúl en busca de David, para contarle la muerte de su Rey en el monte de Gelboe. El Amalecita cuenta que estaba aquel clavado en su lanza tratando en vano de morir, pues lo espeso de la armadura de mallas que le cubría era obstáculo para que el arma penetrase enteramente en su cuerpo, por lo que Saúl le rogó al Amalecita que se colocase sobre él y le matase; éste le confesó a David que se puso sobre aquél porque sabía que no podría vivir después de su caída. Por esa forma de homicidio piadoso, David hizo matar al Amalecita por haber dado muerte al ungido de Jehová. (Pueblo judío)

En Atenas, el Estado tenía por costumbre suministrar el veneno –la cicuta– a quienes lo solicitaban explícitamente para poner fin a sus sufrimientos. Sin embargo, el término eutanasia no se empleaba para designar tales prácticas, las cuales eran catalogadas como ayuda a morir o la acción directamente occisiva. En el caso de la sociedad espartana, los niños deformes eran abandonados, mientras los ancianos eran considerablemente respetados. Según la historia, grandes pensadores de Grecia y Roma practicaron el suicidio eutanásico. Se cuenta que el filósofo griego Diógenes se suicidó cuando cayó gravemente enfermo; de igual manera, Zenón de Sitio, fundador de la escuela estoica, y Epicúreo de quien se dice, no llegó a suicidarse, pero se embriagó para no tener conciencia de su muerte. Igualmente, la mentalidad eugenésica también condujo a la eutanasia. Platón en el Libro III de la República escribió:”Por consiguiente, establecerás en nuestra república una jurisprudencia y una medicina tales cuales acabamos de decir, que se limitarán al cuidado de los que han recibido de la naturaleza un cuerpo sano y un alma hermosa. En cuanto a aquellos cuyo cuerpo está mal constituido, se les dejará morir y se castigará con la muerte a aquellos otros cuya alma sea naturalmente mala e incorregible”. También debe tomarse en cuenta al pensador Teofrasto (Siglo III A.C.), quien elogiaba a un tal Tracias de Mantenea que inventó remedios para inducir a una muerte fácil e indolora. Es oportuno señalar que la cultura griega siempre estuvo regida por el autogobierno y que en la misma se acuñan diferentes ejemplos de eutanasia entendida como correcto morir. (Pueblo griego)

En Roma, similar a lo que acontecía en el pueblo griego, existía un depósito de cicuta a disposición de quien mostrase ante la corte deseos de abandonar la vida lo cual, al decir de Jiménez de Asúa respondía a la costumbre de facilitar el suicidio, más que a fines eutanásicos. Por otro lado, la eutanasia neonatal estaba autorizada legalmente en Roma a través de la Ley de las XII Tablas donde el padre podía matar al nacer, a los hijos gravemente deformes. (Pueblo romano)

En esta etapa se habló sólo de matar por misericordia a los que caían gravemente heridos en el campo de batalla. Las guerras, pestes y epidemias acontecidas inspiraron a causa del espíritu religioso, el arte de bien morir. Sin embargo, para los cristianos medievales la idea de matar por compasión resultaba repugnante, pues admitían que el dolor venía de Dios y debía ser aceptado como expresión de voluntad del Todopoderoso. El no matarás era considerado como el más importante de los diez mandamientos y ningún hombre podía infringirlo, aunque se tratase de los sufrimientos más crueles. A pesar de que Santo Tomás de Aquino en su obra La Suma Teológica no hace referencia alguna a la eutanasia, dedica dos cuestiones al suicidio el cual reprueba por tres razones: por ir en contra del amor que el hombre se debe asimismo, por ir en contra de la sociedad, y contra el amor de Dios. Tomás Moro en su obra Utopía manifestaba que, si bien a los incurables se les trataba de aliviar de sus enfermedades, si se trataba de un mal que no tenía cura y que causaba continuo dolor eran convencidos de que, en vista de que eran inútiles para las tareas de la vida, molestos para los otros y una carga para sí mismos no dudasen en morir. Además, pensasen en librarse de una vida tormentosa, procurándose la muerte o que otro se las diese. De esa manera, aquellos que eran persuadidos se dejaban morir de hambre o recibían la muerte mientras dormían sin darse cuenta. Por su parte, en Inglaterra a Francis Bacon (1561-1623) autor de la Nueva Utopía Atlantis se le atribuye el uso del término eutanasia como se concibe en la actualidad. Con dicho término no postulaba la muerte del enfermo, sino sólo la ayuda en el morir. Bacon exhortaba a los médicos a no aceptar el dolor como una fatalidad, sino a la investigación de métodos tendientes a disminuir los sufrimientos y a hacer más benigno el último trance del moribundo. (Etapa medieval)

Tras su conformación, el derecho público europeo contó con un ingrediente filosófico fundamental, consistente en los principios de moral práctica devenidos de la religión católica. (Etapa moderna)

Para la Iglesia romana el bien por excelencia –la vida humana– era el valor ético por excelencia, por lo que su lesión o puesta en peligro ha sido objeto de condena, tanto en lo que respecta a conductas homicidas, como en el caso de suicidio. No obstante, existían excepciones a esa particularidad fundamental de la tradición ética cristiana de cara a la vida humana como valor; entre ellas, la muerte del enemigo en situación de guerra justa, la del criminal por orden de la autoridad pública y según la ley, y el homicidio en legítima defensa. Frente a la regla general de respeto a tal bien en su función de carácter sagrado, de su santidad, de su origen divino, la mayoría de ellas representaban concesiones de Dios al poder humano, a la autoridad pública; al orden social establecido. Las concesiones al poder secular eran catalogadas como una característica armónica entre el poder divino y el orden jurídico estatuido. El único caso donde era inexcusable abordar el conflicto de valores era el del aborto indirecto, aquellos en los que se conjura el riesgo para la vida de la gestante con el correlativo efecto de la muerte del feto. Sobre el suicidio deliberado, a excepción del martirio o el sacrificio, la moral católica tradicional resulta invariablemente condenatoria, lo mismo que con la eutanasia, a excepción de la eutanasia auténtica o genuina y en ciertos supuestos de adistanasia o antidistanasia, términos a los que se hará referencia en párrafos siguientes. (Concepción eclesiástica)

La experiencia nazi revela la utilización en forma negativa del término eutanasia; al parecer, el mismo fue utilizado para poder desarrollar un plan de eugenesia negativa guiados por una mentalidad racista.

El origen de la tragedia eutanásica en Alemania tuvo su origen en la publicación de un libro llamado “La distracción de la vida carente de valor” en el cual se destacaban las ventajas económicas que reportarían la supresión de determinados pacientes cuyas vidas carecían de valor. En 1933 se promulgó la ley de prevención de las enfermedades hereditarias que justificó la esterilización necesaria. En 1939 al estallar la guerra, alrededor de 375.000 personas, que incluía a obreros que habían perdido algún miembro en accidente de trabajo, habían sido esterilizados. A finales de ese mismo año, Hitler dio las órdenes respecto a la eutanasia, poniéndose en marcha un programa que tenía como objetivo procurar la muerte por misericordia. Aproximadamente, 25.000 hombres, mujeres y niños fueron exterminados invocando este tipo de muerte. En hospitales pediátricos se eliminó a miles de niños; al principio se mataba sólo a retrasados mentales graves y los muy deformados; posteriormente, se incluyó a niños con orejas ligeramente deformadas o a los que se orinaban en la cama y ofrecían dificultades para ser entrenados.

Entre los métodos aplicados para la eliminación de los niños estaban las inyecciones de yodo, las que les provocaban dramáticas convulsiones; a otros sólo los dejaban morir de hambre; mientras que a los ancianos y a los débiles se les suprimía en cámaras de gases. Posteriormente, se les sumaron los asesinatos genocidas de gitanos, los judíos, polacos y rusos. Otros prisioneros eran mutilados o se les utilizaba

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