FILOSOFIA DE LA BIODIVERSIDAD
sdreftgvcfr14 de Enero de 2013
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La historia de la diversidad de la vida, nombre que se abrevia como "biodiversidad", se inicia por supuesto con el origen de la vida. Ya casi nadie cree en el modelo de origen de la vida que desarrolló Miller en Estados Unidos hace medio siglo, aunque esa es la explicación que todavía se estudia en los colegios, se mira en la televisión y se lee en los periódicos. La evidencia más reciente indica que las condiciones ambientales de la época no fueron las que él supuso. De todas maneras, también en ciencia hay modas, y al momento de escribir esto la moda dicta que la vida apareció hace tanto tiempo que debió llegar ya desarrollada en forma de espora en algún meteorito. En unos años, seguramente esta creencia será obsoleta… hasta un nuevo cambio de moda. Incluso el problema del origen del universo sufre ciclos, seguramente porque tampoco se conoce la respuesta: el físico inglés S. Hawking (famoso en parte porque está paralítico y se comunica con ayuda de una computadora) propone que la pregunta ¿cuándo comenzó el universo? es incorrecta porque el universo nunca comenzó, o más precisamente, porque el tiempo nació con el universo. Cualquiera que sepa un poco de historia notará que esto no es otra cosa que regresar al pensamiento de los antiguos filósofos griegos, hindúes, etc.
Habiendo aclarado que apenas estamos en pañales en este problema, podemos pasar a la historia del estudio humano de la biodiversidad. La primera sorpresa es que posiblemente los primeros estudiantes avanzados de la biodiversidad no eran humanos propiamente, sino miembros de otra especie, Homo erectus o bien Homo habilis. Fuera de que la estudiaban desnudos y nosotros (al menos los biólogos que yo conozco) solemos hacerlo vestidos, no hay diferencia fundamental en la forma en que esos primeros Homo y nosotros estudiábamos la biodiversidad: básicamente distinguimos las especies por su forma y color, ocasionalmente también por su comportamiento. Para cada tipo general creamos un patrón mental y lo archivamos con información accesoria. Aparentemente nuestra especie fue la primera en registrar gráficamente esa información.
Los registros más antiguos que yo conozco corresponden a grabados en hueso, cerámica y pinturas de hace más de 10 000 años, los cuales se han encontrado en cavernas europeas y fueron aparentemente hechas por nuestros parientes los cromagnones. Estos registros presentan varias especies de insectos y vertebrados, junto con plantas e indicación de cambios morfológicos asociados con la reproducción (hay ilustraciones en mis libros Introducción al estudio de la naturaleza, de Editorial UNED, y Ecología, de Editorial UCR). De allí hay que hacer un salto enorme de unos 5 000 años para llegar a los chinos y poco después a los antecesores de los actuales iraquíes y egipcios, quienes elaboraron catálogos de flora y fauna, a menudo con explicaciones religiosas y aplicadas. Ellos también distinguían unas especies de otras, les daban nombres, las clasificaban e imaginaban un origen para ellas (un ejemplo está al inicio de la Biblia y es un semi-plagio de escritos iraquíes más antiguos, según se sabe ahora por tabletas halladas en la biblioteca de Ebla). Sin restar méritos a estos autores, el inicio de la taxonomía moderna, que es la parte de la biología que identifica y clasifica la biodiversidad, ocurrió en una península del sur de Europa hace unos 2500 años.
Cerca del año 420 AC Aristóteles en De Anima propuso lo siguiente: de toda especie hay un modelo o eidos eterno que pasa a las nuevas generaciones aunque el individuo muera y que define una forma o morphe. Así, aunque no hay dos gatos totalmente iguales, a todos los reconocemos por su patrón general como gatos, o miembros de una misma especie que a su vez no es igual a la de los jaguares, por ejemplo. Este mismo autor desarrolló la taxonomía por ramificación binomial,
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