HERRAMIENTA DE EVALUACIÓN DE MATERIAL DIDÁCTICO IMPRESO
mireldag10 de Marzo de 2014
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1. EL LIBRO EN EL CONTEXTO DE LA SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO
En la actualidad, está emergiendo un nuevo contexto social en que la creación, la
elaboración, la reorganización, la difusión y el uso de la información, pasan a ser elementos
determinantes en las relaciones que establecen las personas con su entorno social y cultural.
En este tipo de sociedad, los flujos de información se convierten en determinantes
del progreso económico y social, una sociedad en la que el conocimiento y la capacidad
competitiva contribuyen más al progreso que los poderos recursos naturales de la sociedad
industrial (Giddens, 1999) y donde los valores esenciales ya no residen en los soportes físicos, sino en la
producción creciente de bienes inmateriales y en el desarrollo del conocimiento que se convierte en un recurso
estratégico" (UNESCO, 1999).
Algunos autores hacen hincapié en el conocimiento como aspecto crucial del
cambio social experimentado con las nuevas tecnologías. Así, Duderstadt (1997) valora el
conocimiento como un factor clave en la determinación de la seguridad, la prosperidad y la
calidad de vida en lo que él identifica como la era del conocimiento, a la que hemos llegado a
través de las nuevas tecnologías. Hablamos así Sociedad del Conocimiento1
, destacando
como característica de la misma el enorme aumento de los conocimientos de los que
hacemos uso en la actualidad que tenemos la posibilidad de adquirirlos pero en cuyo
proceso de adquisición es necesario saber previamente cómo hacerse con ellos.
En este contexto, parece extraño encontrar iniciativas que sigan analizando los
materiales impresos, ya que actualmente la gran mayoría de artículos científicos
desarrollados en el ámbito de la Tecnología Educativa están referidos a las NTIC,
atendiendo generalmente la selección de esta temática al criterio de novedad. Sin
embargo, tenemos que tener en cuenta que los materiales impresos se siguen empleando
en sistemas de enseñanza presencial, aunque es cierto que se está haciendo una
introducción progresiva de medios que transmiten la información en formato electrónico
(disquetes, CD-ROM, DVD, etc). En este capítulo, pretendemos justificar la
importancia de seguir reflexionando sobre los medios impresos, aunque no en
1
Algunos de estos aspectos han sido analizados en Solano, I.M, Alfageme, M.B y Amorós, L. (2001).”Un
universo tecnológico en la Sociedad de la Información” Congreso EDUTEC 01. exclusividad pues las NTIC constituyen un pilar importante es la definición de este
nuevo contexto como uno de los condicionantes del mismo.
Las tecnologías de los últimos cincuenta años están favoreciendo cambios en el
procesamiento de la información, del mismo modo que en su momento lo hicieron la
escritura y la lectura. Las NTIC han irrumpido con fuerza en el contexto socio-cultural y
en el escolar, pero en ocasiones debemos precisar a qué medios nos referimos cuando
utilizamos esta denominación.
La primera premisa en la definición de este término debe ser alejarnos del
carácter temporal que tiene el adjetivo “nueva” pues como dice Martínez Sánchez
(1996) en este término, “nueva” no funciona aquí como adjetivo sino como sustantivo;
por tanto, para este autor, las nuevas tecnologías son medios de comunicación y de
tratamiento de la información surgidos a partir de la microelectrónica en particular, y en
general, a partir del desarrollo de la tecnología electrónica y las herramientas
conceptuales. Podemos precisar esta definición y decir que las NTIC nunca son nuevas
ya que continuamente están surgiendo nuevas tecnología s que superan, desde el punto
de vista tecnológico, a las anteriores; lo que realmente es nuevo es el método de
codificación de mensajes, en este caso, las tecnologías numéricas (Cloutiers, 2001). Así,
podríamos decir que nuevas tecnologías son la informática y las telecomunicación,
incluyéndose en esta clasificación en ocasiones al video, y encontrando en ellas
características como la interactividad y la hipertextualidad.
En esta caracterización de las nuevas tecnologías, quedan totalmente excluidos los
medios impresos. Muchas son las voces que proclaman la muerte de los libros en el siglo
XXI, pero las estadísticas del año 2000 sobre la producción de libros en España realizadas
en por el Instituto Nacional de Estadística confirma que es un medio que sigue en vigencia,
ya que su producción ha ido aumentado progresivamente desde 1996, siendo en aquel año
de 50.159 libros y en el 2000 de 62.224, (MEC, 2003a). Asimismo, las estadísticas referidas
a “hábitos de lectura y compra de libros en el año 2001” (MEC, 2003b) indican que
“Internet no es un sustituto de la lectura. Sólo el 2% de las personas que aseguran leer menos que antes
afirman que dedican ese tiempo a navegar por Internet. Además, uno de cada tres lectores utiliza Internet
con cierta frecuencia”. Aún así, hay que reconocer que la situación ha cambiado pues ha
pasado de ser casi el único medio en la enseñanza a tener que compartir su estatus con los
medios audiovisuales, los informáticos y actualmente los telemáticos con la incorporación
a las aulas de Internet
Vemos por tanto que hoy en día, ya sea en el ámbito escolar o en el ámbito
sociocultural, el libro sigue manteniendo un papel muy importante de transmisión cultural.
Los medios de comunicación, han cumplido, junto con la escuela y con la familia, una
función de socialización, entendida esta como la transmisión, habitualmente de modo no explícito, de un determinado modo de ver el mundo, un determinado sistema de valores,
normas y creencias, un modo de comportarnos en sociedad.
Hoy en día, nadie pone en duda la influencia que los medios impresos han tenido
en los procesos de enseñanza sistemática o espontánea, y cómo estos han sido concebidos,
junto con otros medios de comunicación, como pieza clave de los procesos de
socialización. En este sentido, Sancho (1998) ha analizado el papel que los medios tienen
en el entorno social reconociendo que la escuela no es la única ni más influyente institución
interviniente en la educación de los jóvenes, sino que la ingente producción cultural (cine,
teatro, libros,...) existente actualmente y los nuevos modos de presentar la información a
través de las nuevas tecnologías “han multiplicado el universo de las representaciones sociales,
poniendo al alcance (...) un espacio enormemente ampliado de socialización” (p.24).
Toda nueva tecnología en sus inicios, como en su momento lo fue la imprenta,
provoca ciertos recelos en las personas más conservadoras, y el libro no ha sido
excepcional en este sentido. No obstante, hemos de admitir que con el paso del tiempo,
estas tecnologías se generalizan hasta el punto de hacerse cotidianas e indispensables en
nuestras vidas, prueba de ello es el caos que se genera cuando la tecnología nos falla. En
este sentido, Norman (2000) y Kerckhove (1999b) nos hablan de la invisibilidad de la
tecnología, indicando al respecto éste último que "parece como si toda tecnología importante, antes
de alcanzar el nivel de saturación en las culturas, haya tenido que atravesar dos etapas básicas, primero
llegar a ser plenamente patente, y segundo ser interiorizado hasta el punto de la invisibilidad" (p.123). El
libro vivió su proceso para hacerse patente a partir sin duda la invención de la imprenta y
poco a poco ha llegado a ser invisible por su presencia social y su impacto cultural. Pero a
partir de la segunda mitad del sigo XX, coincidiendo con el auge del desarrollo tecnológico
-desde el punto de vista de sus repercusiones sociales-, el libro tal y como es concebido en
su formato impreso, más allá de la invisibilidad se ha convertido en objeto de polémica
pues se llega incluso a preconizar su desaparición a favor de las publicaciones en nuevos
soportes (libro electrónico y publicaciones en línea).
Braman (1.994), ardiente defensora en los años 80 del microchip como soporte de
información (por su reducido tamaño, su accesibilidad y su capacidad de almacenaje)
defiende ahora el libro basándose en las posibilidades estéticas y expresivas que representa
como soporte. Este mismo argumento es utilizado por Drucker (1.994), quien considera
que a pesar de los profetas que preconizan la desaparición del libro, contemplándolo en la
actualidad como una especie en extinción, la realidad es que "nunca ha habido tantos
libros" (p. 12). Además Braman afirma que "la llegada de los nuevos medios no significa -
nunca significó- que los antiguos medios desaparezcan"; de modo similar a como el
Talmud continúa enseñándose mediante prácticas orales en grupos, "el libro también continúa como medio, aunque su forma y sus funciones claramente han ido cambiando y
continuarán cambiando" (1.994, 10).
Al respecto Robinson (1.993,
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