Hominización y conceptos clave para entender nuestra especie

Hace más de dos millones de años emerge el género Homo, para el momento en el cual muchos de los

anteriores géneros como lo fueron el Ardiphitecus, Australopithecus y otros ya habían desaparecido a nuestra

llegada. Este fue el resultado de un extenso periodo de siete millones de años de evolución, y del cual a partir

del ordenamiento de ciertas características los que han dado origen a la aparición de distintos primates, todos

ellos particulares, de los cuales una de sus ramas pertenece al género Homo (Carbonell y Hortola, 2013).

La elaboración de herramientas, junto a la producción y control del fuego han sido el resultado del haber

establecido relaciones entre el género y su entorno; esto conformó con el tiempo una nueva realidad en la

evolución, razón por la que el Homo, dentro de un contexto de selección natural, consiguió consolidarse en un

entorno que le era diverso y cambiante, y en el cual la mayoría no consigue adaptarse. Las herramientas han

desempeñado un papel sumamente importante a la hora de adaptarse al medio. Si bien es cierto que existieron y

existen animales que utilizan palos y piedras como herramientas y en muchos casos como armas, es con el

género Homo cuando estas son elaboradas con un fin determinado. Lo mismo sucedió con la domesticación del

fuego; los primeros seres humanos habrían tenido una experiencia previa observando los incendios naturales

que les rodeaban, y luego lo adaptaron a sus propias necesidades. La posibilidad de domesticarlo les permitió

iluminar la noche y calentarse en los climas fríos, además de conseguir defenderse de ataques de depredadores.

Este ha sido un logro fundamental para los primeros homínidos, e imprescindible al momento en que estos

abandonaron el continente africano.

Para superar las adversidades ambientales los primeros homínidos debieron adaptarse al medio con el fin de

sobrevivir, para esto fue necesaria la intervención genética con información que favoreció la emergencia de un

conjunto de cambios que le allanaron el camino evolutivo.

Existen dos modelos en la actualidad sobre el origen del Homo Sapies. Uno de ellos es el denominado modelo

poligenista, dicho de otro modo, muchos orígenes, en donde se sostiene que el Homo Erectus habría

abandonado el continente africano hace al menos dos millones de años, para más tarde evolucionar hasta el

actualmente conocido como Homo Sapiens. Se mantiene que solo fue en aquellos lugares donde ya se

encontraba el Homo Erectus los sitios propicios para que más tarde evolucionara el Homo Sapiens. De modo

que ambos estarían interconectados. Esta teoría es también conocida como multiregional o también como

modelo de continuidad regional.

Esta variación racial en los humanos modernos sería un fenómeno antiguo, basado simplemente en las

diferencias regionales del H. erectus. Esto nos permite entender que la diversidad es la que da el sustrato real

para el conjunto de ensayos evolutivos que hacen que finalmente, por selección, algunas poblaciones acaben

teniendo éxito. (Carbonell y Hortola, 2013, p.2)

El segundo modelo es de tipo monogenista, esto quiere decir, de un solo origen. En él se sostiene en que ha

existido un aislamiento reproductivo en las diversas poblaciones repartidas de Homo Erectus, pero que estas

fueron reemplazadas por comunidades de Homo Sapiens, sin llegar a entrecruzarse entre ellos. Es decir que el

Homo Sapiens evolucionó como tal dentro del continente africano, pero posteriormente terminó por desplazarse

en el resto del mundo. Por lo general este modelo es también conocido como "Out of Africa", o menos

conocido como "Arca de Noé".

El homo Sapiens mantuvo la posición erecta lo que le sirvió para atravesar las zonas boscosas hacia la sabana(...) "aunque en otras especies de homininos esta capacidad no les sirve para evitar su extinción. Esto nos

explica

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