INMUNOLOGIA
16 de Octubre de 2013
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“Colegio Santa Cruz “
Villarrica
Integrantes: Maura Rebolledo
Curso: 4°”B” E.M
Profesor: Daniela Cofre
Asignatura: Biología
ANTIBIOTICOS
Un antibiótico es una sustancia química capaz de matar un determinado microorganismo o de interferir en su desarrollo o reproducción. Los antibióticos se utilizan como agentes quimioterapéuticos, es decir, sustancias químicas que tienen efecto tóxico sobre cierto tipo de microorganismos patógenos, especialmente bacterias.
Sin embargo, hay muchos antibióticos que también producen efectos adversos. Algunos de ellos, como la penicilina, son altamente alergénicos y pueden causar sarpullido, estados de shock y otras manifestaciones alérgicas en algunos individuos. Otros antibióticos, como la tetraciclina, provocan alteraciones de la flora bacteriana intestinal y pueden dar lugar a superinfecciones causadas por hongos y otros microorganismos, las cuales derivan en problemas gastrointestinales. El cloramfenicol, cuyo uso se encuentra actualmente restringido, es causante de graves trastornos sanguíneos. Por otra parte, el uso de estreptomicina puede afectar los oídos y riñones.
Otro inconveniente asociado al uso de antibióticos lo constituye la posibilidad de que el microorganismo patógeno sea resistente al medicamento. Bacterias normalmente susceptibles a un determinado antibiótico pueden, por mutación genética, generar defensas contra el mismo. De esta manera, pueden desarrollarse cepas de bacterias resistentes a los antibióticos comúnmente utilizados. Este proceso de inmunización se ha visto acelerado por el uso excesivo de antibióticos.
Los antibióticos se utilizan únicamente contra microorganismos bacterianos. No obstante, hay quienes, considerándolos medicamentos milagrosos, piden que se los prescriba para infecciones virales comunes, tales como la gripe o el resfrío, contra las cuales no tienen ningún efecto. Es posible que el uso de antibióticos no pueda eliminarse por completo, lo cual, por otra parte, no sería necesario, ya que los antibióticos han contribuido a lograr grandes avances en la lucha contra las enfermedades y han salvado innumerables vidas.
Sin embargo, se pueden reemplazar las bacterias beneficiosas del organismo mediante el uso de probióticos. Estos son cultivos de microorganismos vivos que recolonizan las paredes del intestino y aseguran el equilibrio entre las poblaciones de bacterias beneficiosos y perjudiciales. Los probióticos más comunes son el Lactobacillus acidophilus y el Lactobacillus bifidus, los que, generalmente, se consiguen en las farmacias y se encuentran en el yogurt en forma de “cultivos vivos.”
La acción de los probióticas puede estimularse mediante el agregado de prebióticos, los cuales hacen las veces de alimento para las bacterias beneficiosas del tubo digestivo. Los prebióticos que se encuentran más fácilmente disponibles son los llamados fructooligosacáridos (FOS), los cuales se hallan en hortalizas tales como el alcaucil y el tomate y pueden conseguirse en la sección de alimentos refrigerados de los supermercados y en farmacias. Los prebióticos y los FOS alimentan específicamente las bacterias beneficiosas del tracto gastrointestinal, permitiéndoles desplazar las bacterias nocivas. Ambos constituyen otro avance en el mantenimiento de un aparato digestivo saludable y una razón más para consumir frutas y verdura
Formas de administración de antibióticos:
Local: La aplicación local se realiza en un área específica ya sea sobre la piel, en los ojos, o sobre la membrana mucosa. Los antibióticos para el uso local están disponibles en forma de polvos, ungüentos, o cremas.
Oral: Hay dos formas de acción para la aplicación por vía oral. La primera son tabletas, líquidos y cápsulas que se tragan. En este caso, el antibiótico se libera en el intestino delgado para ser absorbido en el torrente sanguíneo. La segunda es por medio de caramelos o pastillas que se disuelven en la boca, donde el antibiótico se absorbe a través de la membrana mucosa.
Parenteral: Las aplicaciones fuera del intestino se llaman parenterales. Una forma de aplicación es mediante una inyección, que puede ser subcutánea (debajo de la piel), intramuscular (en un músculo), o intravenosa (directo en una vena). La administración Parenteral de un antibiótico se usa cuando un médico requiere una concentración fuerte y una acción rápida del antibiótico en la corriente sanguínea.
Consejos en el uso de los antibióticos
Sólo se debe recurrir al tratamiento con antibióticos cuando la evolución de la enfermedad no pueda ser frenado por otros medios, por supuesto, con las indicaciones que el médico prescriba. No debe tomar antibióticos sin una receta médica o dar alguno a otra persona sin una consulta previa, ya que estos medicamentos no son apropiados para todas las enfermedades y el uso innecesario puede causar resistencia bacteriana, es decir, que las bacterias creen un mecanismo de defensa contra los antibióticos y estos ya no les afecten.
El uso de antibióticos sin las prescripciones adecuadas puede generar que algunas bacterias se hagan resistentes y ya no sea posible controlarlas con los medicamentos, ya que cuando las bacterias se hacen inmunes la enfermedad se prolonga, además de provocar contagios a otras personas.
Para que los antibióticos puedan actuar de manera correcta, deben tomarse en la cantidad indicada, el número de veces que se recetan y durante el tiempo que señale el médico. Esto es importante, porque si se suspende el tratamiento antes del tiempo indicado, las bacterias pueden reiniciar la infección, generar inmunidad hacia el padecimiento y la prolongación de la enfermedad.
Las recomendaciones básicas en el uso de los antibióticos son:
-No tomarlos sin las indicaciones de un profesional de la salud.
-Cada vez que se receten antibióticos, tomarlos según las indicaciones del médico; cantidad, periodicidad (el número de veces al día), y durante el tiempo indicado.
-Consultar al médico en caso de dudas.
-No guardar el medicamento sobrante de un tratamiento, ya que esa cantidad no es la cantidad adecuada para iniciar otro.
Un mejor uso de los medicamentos de este tipo puede ayudar a que nuestro estado de salud mejore más rápidamente en caso de que padezcamos alguna enfermedad que requiera la medicación de antibióticos.
AUTOINMUNIDAD
¿Qué es la autoinmunidad?
Una de las funciones del sistema inmunitario es proteger el cuerpo respondiendo ante los microorganismos invasores, como virus o bacterias, mediante la producción de anticuerpos o linfocitos sensibilizados. En condiciones normales, no se puede producir una inmunorespuesta contra las células de propio cuerpo.
En ciertos casos, las células del sistema inmunitario atacan las mismas células que deberían proteger; es decir, las células del propio cuerpo. Esto puede conducir a una gran variedad de enfermedades llamadas autoinmunes, dependiendo de cuál sea el órgano o sistema atacado.
La autoinmunidad ocurre de manera natural en todas las personas hasta un cierto grado; y en la mayoría de nosotros no provoca enfermedades. Las enfermedades autoinmunes ocurren cuando se produce cierta alteración en el proceso de control y tolerancia inmunológica. Se piensa que la inflamación (la reacción inmunitaria normal) iniciada para destruir a estos agentes tóxicos o infecciosos, provoca de alguna manera una sensibilización hacia los tejidos propios implicados. (La sensibilización de los linfocitos es el proceso que los especializa en destruir determinados antígenos específicos).
Síntomas
Hay más de 80 tipos de enfermedades autoinmunes diferentes y cada una de ellas presenta síntomas distintos. Sin embargo, existen algunos síntomas muy inespecíficos que pueden aparecer en todas ellas. Son los siguientes: fatiga, mareo, malestar general y fiebre muy baja.
Tratamiento
De primera importancia en el tratamiento de cualquier enfermedad autoinmune es la corrección de cualquier deficiencia importante causada por ella. Por ejemplo, la administración de las hormonas que no están siendo producidas por una glándula, tal como la tiroxina en una enfermedad autoinmune de la tiroides, o la insulina en la diabetes tipo I. En las enfermedades autoinmunes que afectan a la sangre, el tratamiento puede implicar la sustitución de los componentes de la sangre mediante transfusión. En segundo lugar en importancia se encuentra la disminución de la actividad del sistema inmunitario. Esto hace necesario un equilibrio delicado, controlando la enfermedad al mismo tiempo que se mantiene la capacidad del cuerpo de luchar contra la enfermedad en general. Los medicamentos utilizados habitualmente son corticosteroides.
Tipos de enfermedades autoinmunes
Los órganos y tejidos que se ven comúnmente afectados por trastornos autoinmunes son los componentes de la sangre como los glóbulos rojos, los vasos sanguíneos, los tejidos conectivos, las glándulas endocrinas como la tiroides o el páncreas, los músculos, las articulaciones y la piel. Los procesos autoinmunes pueden tener varios resultados, por ejemplo, destrucción lenta de un tipo específico de células o de tejido, estimulación excesiva del crecimiento de un órgano, o interferencia
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