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LOS CERILLOS DE WAL-MART


Enviado por   •  28 de Mayo de 2014  •  2.939 Palabras (12 Páginas)  •  262 Visitas

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Los niños empacadores, necesarios

para el sostenimiento de miles de familias

LOS CERILLOS DE WAL-MART

En la ciudad de México hay unos 9 mil menores de edad que trabajan como empacadores en tiendas de autoservicio. De ellos, dos terceras partes lo hacen en establecimientos de la cadena Wal-Mart. La mayoría proviene de familias pobres y contribuye al ingreso del hogar. Carecen de salario, contrato y prestaciones, sólo reciben propinas de los clientes. La mayoría estudia y el trabajo afecta su desempeño escolar. Aunque autoridades y empresas se desentienden de su situación, la Organización Internacional del Trabajo la considera un ejemplo de explotación infantil. Una investigación aborda sus condiciones laborales y familiares, así como las prácticas empresariales indebidas

Javier tiene 14 años, estudia tercero de secundaria pero hace 12 meses trabaja como empacador en la tienda Wal-Mart Plaza Oriente, por el rumbo de Iztapalapa. Su padre no vive en casa y su madre perdió su empleo, así que al igual que su hermano mayor, estudia y trabaja para mantener el hogar.

El suyo no es un caso muy común. Javier está becado por sus buenas calificaciones y practica Tae Kwon Do, por lo que tiene todo el día ocupado. Por la mañana va a la escuela, al salir, regresa a casa para cambiarse y ponerse el uniforme del trabajo. De dos a cinco de la tarde se afana en la tienda, luego se va a entrenar karate. Después de cenar, hace la tarea hasta bien entrada la noche.

En cada niño empacador hay una historia y muchas similitudes. El testimonio de Javier forma parte de una investigación titulada "Etica corporativa y prácticas indebidas en México: una aproximación del trabajo de los empacadores de Wal Mart", realizada por Ricardo Ramírez, Carmen Zambrano e Iván Zamora, estudiantes de Administración de la Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa, bajo la coordinación del doctor Eduardo Ibarra Colado.

Desde los doce años, Javier ayudaba a su mamá a vender ropa de marca, pero las malas condiciones laborales la hicieron renunciar, así que los dos hermanos tuvieron que entrarle a trabajar, el mayor es dependiente en Mc Donald´s y estudia en la vocacional.

Las adversidades han unido mucho a la familia. "Los tres salimos, comemos juntos y platicamos. A veces nos vamos a hacer deporte, nosotros entrenamos en la Ciudad Deportiva y mi mamá va a correr", comenta Javier.

Los 600 pesos mensuales de su beca se los da a su mamá. "Le doy un poco más de lo que gano en la tienda para los gastos y guardo para pasajes, libros, útiles escolares o lo que necesite. Por eso trabajo cinco horas y cuando puedo doblo turno". En la tienda gana un promedio de 80 pesos diarios, pero sábados y domingos puede juntar hasta 200 (en días festivos, como sus compañeros, puede obtener hasta 300 pesos).

Al igual que muchos otros niños, cada día Javier cambia su uniforme de cuadros de la secundaria por el pantalón negro, la blusa blanca de manga larga, la corbata, el mandil y la gorra cuartelera, que les exige Wal-Mart.

Los empacadores de los supermercados, mejor conocidos como cerillos, no tienen contrato, sueldo base ni prestación alguna, no obstante, son obligados por la empresa a cumplir requisitos formales como si fueran empleados, cubren horarios, cumplen responsabilidades y hasta son castigados si infringen las reglas.

Estos niños se ven "obligados" a trabajar a los 14 o 15 años debido a los escasos ingresos de sus familias, por la pobreza pues. Según el perfil que delinean los investigadores a partir de entrevistas con cerillos, "son hijos de madre soltera y cuando se trata de familias tradicionales, el padre tiene un empleo precario; en el caso de las familias ampliadas son varios los que contribuyen al ingreso". Estos niños aportan entre 30 y 70% del gasto de sus casas.

El marco legal vigente es deficiente para regular las labores de estos menores, "permitiendo que las empresas se aprovechen de las circunstancias de vida de los niños para utilizarlas en su beneficio", afirma la investigación.

Existe un convenio entre el gobierno del Distrito Federal (DF) y la Asociación Nacional de Tiendas de Autoservicio y Departamentales (ANTAD), firmado en 1999, con el que se pretende protegerlos, pero en los hechos se incumple. En el acuerdo se menciona que el trabajo es un "apoyo" para que los menores continúen sus estudios.

"A pesar de ello, los niños empacadores siguen siendo muy vulnerables", dice la investigación de la UAM, pero al compararlos con otros sectores, son de los pocos menores trabajadores que cuentan con alguna protección legal.

El trabajo de los empacadores de las tiendas de autoservicio es considerado por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) como una de las actividades clasificadas como explotación infantil por parte de las empresas.

Un reporte de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) calcula que en México existen 3.5 millones de niños que trabajan. "El trabajo infantil se sigue tolerando, se acepta como si fuera natural y en gran parte es invisible porque a menudo está rodeado de un muro de silencio, indiferencia y apatía", destaca la OIT en un documento entregado al Senado mexicano. De hecho, el organismo internacional pugna por la desaparición total de cualquier tipo de trabajo infantil.

El Código Internacional del Trabajo establece que los menores podrán laborar únicamente en la industria familiar, "siempre y cuando el trabajo no sea nocivo para su edad, desarrollo y educación. El trabajo infantil limita el desarrollo de los niños, su permanencia en el sistema educativo y afecta su crecimiento psicológico, físico y social".

La Convención Internacional sobre los Derechos de la Niñez, aprobada por la Unicef en 1989, garantiza el acceso de los niños a la alimentación, salud, educación y bienestar en general, pero por su precaria situación económica, miles de familias mexicanas dependen del trabajo infantil.

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La Dirección General de Trabajo y Previsión Social (DGTPS) del Distrito Federal en el último lustro ha otorgado un promedio de 12 mil permisos anules a menores entre 14 y 15 años, que buscan laborar como empacadores en almacenes departamentales (unos 70 permisos por día). Más de la mitad de los niños provienen de familias pobres que viven con un salario mínimo, sostienen análisis de la misma dependencia.

En la actualidad, hay nueve mil menores empacadores registrados en el Distrito Federal ¬datos de la DGTPS¬,

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