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Normativas locales y estatales


Enviado por   •  2 de Junio de 2015  •  2.802 Palabras (12 Páginas)  •  215 Visitas

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Legislación y Normatividad

Unidad 2

Actividad 4

Normativas locales y estatales

Tiradero de Tetlama

La situación

La falta de manejo de residuos como rellenos sanitarios en algunas localidades Morelos provocó que en 2008 los pobladores que viven en las comunidades de Alpuyeca se movilizaran y exigieran a las autoridades el cierre del Tiradero de Tetlama. Este tiradero provocaba lixiviados que filtraban a Rio Frío lo cual causaba envenenamiento y deterioro de la salud de la comunidad. Este lugar además no cuenta con los permisos ni autorización requerida como relleno sanitario.

La problemática

Por varias décadas, el basurero a cielo abierto instalado en el Socavón ubicado entre Temixco y Cuernavaca funcionó sin la mínima medida ambiental y recibió los desechos sólidos de los municipios de Cuernavaca, Jiutepec, Zacatepec, Temixco y Xochitepec, dejando aproximadamente en el lugar cerca de 90 mil toneladas.

En el cerro de Milpilla, mejor conocido como el basurero de Tetlama, en el municipio morelense de Temixco, la lluvia ha puesto a la vista la basura enterrada en otros dos cerros: bolsas negras, ropa, fierros retorcidos y miles de llantas aparecen como si fuera un edificio de 10 pisos de altura.

De esos promontorios emana un río del color del petróleo. El temor se apodera de los habitantes de Tetlama, Alpuyeca, Xoxocotla, Contetelco, Tlaltizapán, Ahuehuexingo, entre otros, porque las filtraciones provocan la contaminación de ríos, pozos, tuberías y, en general, del manto freático de la región.

El cerro de Milpilla era también el basurero preferido por los hospitales para tirar los desechos humanos. Manos, dedos o pies fueron encontrados en varias ocasiones entre las toneladas de basura que llegaban de Cuernavaca, principalmente, pero también de Temixco, Tuxtepec, Zacatepec, Jiutepec, Emiliano Zapata, Xochitepec, Yautepec y Zacatepec.

Ricardo Castañeda, documentalista autodidacta de Alpuyeca, confirmó que los pepenadores encontraban de vez en cuando partes de personas, órganos humanos o bolsas llenas de líquidos tiradas por alguno de los hospitales de esos municipios. Explica que no existía ningún control para tirar desechos humanos, material contaminante o basura electrónica.

Los daños en la salud… se han comprobado

Esta situación al paso de los años ”se está comprobando”, sostuvo en entrevista Guadalupe Záyago Lira, vocera de la comunidad preocupada por la defensa de la tierra, quien también comentó que en 2006 la población alegaba el alto índice de enfermedades cronodegenerativas, como cáncer en diferentes tipos, trastornos mentales, malformaciones genéticas y la afectación en general de la salud, “pero esos reclamos eran sustentados en intuiciones y basados en la lógica por la cantidad de casos que prevalecían sólo en esta comunidad”.

Al percibir el desdén de las autoridades, a quienes a pesar de que se les manifestó la preocupación por el grave problema de salud que se enfrentaba, en los años posteriores, apoyados por organizaciones sociales, se obtuvo un estudio realizado por toxicólogos y epidemiólogos de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM).

Los estudios realizados tuvieron el objetivo de conocer el perfil de causas de mortalidad de la comunidad de Alpuyeca, estableciendo un periodo de 2002 a 2007 y se compararon con las estadísticas estatales y nacionales, estas últimas proporcionadas por instancias oficiales.

Algunas de las causas de mortalidad reflejadas en Alpuyeca son cáncer de labio y faringe, tumores de comportamiento incierto, tumores de órganos genitourinarios, trastornos mentales, enfermedades del sistema circulatorio, envenenamiento por exposición a sustancias nocivas, trastornos mentales y del comportamiento, entre otros. Cabe señalar que todos tienen como causa probable las condiciones ambientales.

En las conclusiones finales de estos estudios se menciona que la comunidad de Alpuyeca se encuentra entre las principales localidades que aportan el 80 por ciento de defunciones por diferentes causas en la entidad; las enfermedades seleccionadas figuraron en las categorías de baja, no obstante este porcentaje se distribuye principalmente en las grandes ciudades, por ello se comprobaba la hipótesis de afectaciones por contaminación ambiental.

Con esos resultados se comprobaron las sospechas y con ello las familias que han perdido seres queridos por padecimientos de este tipo, “al menos saben qué los provocó”, y es que hay que mencionar que existen familias que por generaciones han enfrentado algunas de estas enfermedades, tal es caso de la familia Fernández, en donde “ha habido personas como en mi familia con cáncer, el primer caso fue mi señora madre, que falleció de cáncer en la piel y mi hermana que tiene también cáncer está muy grave”.

Nuevas generaciones afectadas

En mayo de 2008 un particular, por interés personal y apoyado en el departamento de Toxicología Ambiental de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), realizó un estudio con la finalidad de encontrar bifénilos policlorados (PCBs).

El universo fue de 72 niños originarios de Alpuyeca, específicamente de la escuela primaria Ignacio Maya, de los cuales 34 resultaron con altos porcentajes de plomo, alcanzando hasta 23 por ciento.

Al no reflejar lo que al particular interesaba, éste optó por entregar los estudios a la comunidad. Los padres de los pequeños fueron informados de lo que ello representaba. Los especialistas explicaron que estos niños, al tener dicha sustancia en la sangre, tenían mayores posibilidades de desarrollar algún tipo de cáncer, principalmente leucemia.

Ante la noticia las familias, por sus propios medios, buscaron una segunda opinión; algunos padres acudieron a los servicios de salud del municipio de Xochitepec, las autoridades médicas se respaldaron con las nulas herramientas con las que se cuentan y se limitaron a transferirlos al Hospital del Niño, instancia en la que tampoco los pudieron atender por falta de un área especializada, de acuerdo a la experiencia que vivió Gabriela Torres Pacheco o Carlos Gabriel García Torres, de ocho años de edad.

Con recursos propios se trasladó a la Ciudad de México y buscó asistencia especializada en el Hospital Nacional de Pediatría, donde se comprobó la situación; ante la falta de recursos económicos, no se pudo hacer más por el niño.

“El niño siempre está débil, con frecuencia le duele su

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