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Que Es Un Paradigma


Enviado por   •  23 de Enero de 2014  •  2.670 Palabras (11 Páginas)  •  261 Visitas

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La Historia es una creación teórica del Hombre destinada a atrapar con el pensamiento el elemento más intangible y complejo de su existencia, el Tiempo.

Y el Tiempo es el océano donde transcurre la vida de los hombres, pero como los hombres no viven en solitario ni se desarrollan aisladamente, en ese océano temporal navega la vida de las sociedades, los pueblos, las civilizaciones.

La Historia lo que pretende es colorear ese océano de tiempo para poder observar en él el discurrir de las vidas humanas, a la manera de como se utiliza un medio de contraste en las modernas tecnologías médicas que intentan visualizar los secretos de la anatomía. Del mismo modo la Historia intenta descubrir en el devenir del tiempo el comportamiento de las sociedades, diagnosticar sobre sus pasados, elaborar sesudas reflexiones sobre sus comportamientos, arriesgar teorías sobre sus motivaciones, manifestar juicios sobre sus resultados.

En fin, lo que intenta la Historia es comprender los cómo y los por qué de lo que ha sucedido.

¿Para qué?

¿Para qué comprender el comportamiento de los pueblos?

¿Para qué buscar explicaciones a los sucesos humanos que hoy son pasado?

La respuesta de la Historia es que la vida humana es básicamente un proceso inconcluso que aún hoy sigue su curso (aún frente a aquellos que pretenden ponerle teóricamente un final).

Nosotros somos el producto social de aquellos que han sido. Las sociedades no son un lugar, sino que son un proceso socio-histórico, un proceso continuo, multivinculado e inconcluso.

Para explicar ese proceso continuo la Historia elabora diversas metodologías de análisis, una de ellas es la periodización y la otra es la formación de paradigmas, una y otra se relacionan íntimamente y funcionan didácticamente.

La periodización permite dividir el Tiempo en secciones (períodos) con sentido y lógicas propias, y cada período que se ordena sucesivamente contiene en sí mismo la explicación de lo que sucede en ese tiempo y espacio, y eso constituye un paradigma.

De tal manera, puede reconstruirse teóricamente la vida humana por medio de una sucesión continua de paradigmas, es decir, de esquemas teóricos que permiten explicarnos lo que sucede en un tiempo definido, y mediante ese paradigma encontrarle sentido a los sucesos que en ese tiempo se desarrollan en todos los planos de la vida humana.

La periodización mediante paradigmas nos permite entonces explicar lo que sucede en una época, cualquiera sea la época que tengamos en consideración.

Así, el paradigma imperial nos permitirá entender la lógica política, militar y cultural de la Roma de los Césares, o el paradigma medieval comprender el comportamiento del campesino europeo del siglo XII, o el paradigma colonial darle sentido a los sucesos rioplatenses del 1700, o el paradigma imperialista clarificar la realidad social argentina de 1900, o el paradigma industrial capitalista informarnos sobre la realidad del trabajador del siglo XX.

De esta introducción se desprende una pregunta necesaria: ¿Si intentamos comprender nuestro presente a comienzos del siglo XXI, qué paradigma podemos utilizar como herramienta de análisis? La respuesta está vacante.

Y esa ausencia de respuesta, resultado de la imposibilidad de seguir utilizando el paradigma hasta hace pocos años vigente del Capitalismo Industrial Avanzado, de la Cultura de la Modernidad y del Mundo Bipolar para entender nuestra realidad, la cual hace necesario reflexionar sobre la existencia de un Nuevo Paradigma, de un nuevo modelo teórico con el

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cual analizar lo que pasa hoy en nuestras sociedades, en nuestras vidas, en nuestros pueblos.

Las transformaciones que se han registrado en nuestro siglo en las áreas sociales, políticas, económicas y culturales son parte de la construcción de este Nuevo Paradigma, nos proponemos en el presente Curso diseñar un modelo teórico que permita analizar la realidad de nuestro mundo contemporáneo.

El final de siglo XX trajo innumerables novedades en la Historia humana: el fin del mundo bipolar con la caída de la Unión Soviética, la desregulación del sistema financiero internacional, la globalización económica en un mercado sin fronteras, el fenómeno de la deslocalización de empresas, la crisis de la cultura de la modernidad, el debilitamiento de las soberanías de los Estados Nacionales, el conocimiento como riqueza, la crisis del empleo salarial, la revolución tecnológica de las comunicaciones, el aumento de la injusta distribución de la riqueza, la crisis de la familia tradicional, la incertidumbre, la inseguridad, la desprotección, la aparición de la economía virtual, la información como poder, el aumento de la pobreza y la marginación, la existencia de una economía criminal global, la formación de sociedades duales, el fenómeno de la violencia urbana, la contracción espacio-temporal, el predominio de la libertad individual, el concepto directriz de Red, la reaparición de los nacionalismos y los fundamentalismos religiosos, el retorno del pensamiento mágico, la muerte de lo real, la reindividualización, el reinado del deseo y el consumo, la estetización de la vida, la unión del arte y lo cotidiano, la extraterritorialidad del poder, la revolución genética, el advenimiento de la videosfera, la crisis de la representación política

Estas novedades que trajo el cambio de siglo, junto a muchas más que las complementan, hacen necesario construir un nuevo paradigma que permita relacionar lo que aparentan ser hechos aislados y que en verdad constituyen un entramado lógico y vinculado que se sostiene en su propio sentido, que constituye un nuevo paradigma de entendimiento. Esto es lo que pretende este Curso, construir, como un rompecabezas teórico a partir de las piezas dispersas de nuestra realidad, un modelo de análisis de las transformaciones de nuestro mundo contemporáneo, un modelo que nos dé la posibilidad de adentrarnos en la experiencia más fascinante de la naturaleza humana: la reflexión racional sobre lo que nos pasa y hacernos, con el afán de encontrar respuestas, la más vieja y útil pregunta de nuestra especie, ¿Por qué?

Pero en este camino surge otra pregunta: ¿para qué?

¿Para qué establecer un Nuevo Paradigma de la vida social, política, económica y cultural de nuestro presente?

La respuesta a esta pregunta radica en la necesidad de establecer un marco de reflexión sobre la realidad que necesariamente debe recoger los profundos cambios que se han producido en los últimos 20 años en todos los ámbitos mundiales y que han hecho que el viejo paradigma que ha servido para explicar al mundo del siglo XX resulte muy obsoleto. Pasamos de un paradigma en el que el hombre buscaba la utopía colectiva a uno nuevo en el que persigue el sueño individual.

El riesgo que se corre al no construir un nuevo modelo de reflexión es el de seguir encuadrando el pensamiento social en ese viejo paradigma lo cual arrojará inevitablemente errores de análisis, premisas falsas y conclusiones fallidas.

Pensar nuestra realidad en base al antiguo modelo de reflexión teórica constituye una situación que podemos comparar a mudarnos de casa pero seguir comportándonos como si estuviéramos viviendo en aquella que hemos dejado atrás. Esto produciría la absurda situación de comer donde ahora está el living o dormir donde actualmente se encuentra el baño.

De la misma manera, analizar lo que sucede a nuestro alrededor a partir del viejo paradigma es circular erráticamente por un escenario desconocido. No podemos seguir pensando el mundo político con el espíritu de la Guerra Fría, así como no se puede observar el plano económico con la idea de que es la industria el motor de la economía, abordar nuestra

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cultura suponiendo que aún subsiste la idea racional de progreso o reflexionar sobre nuestra sociedad sosteniendo aún la existencia de lazos colectivos y coberturas estatales.

Afirmar que el viejo paradigma de pensamiento de las ciencias sociales está obsoleto no quiere decir que sus valores lo estén, sino que la realidad nos indica que esos valores han ingresado en un cono de sombras y que otros valores, distintos a aquellos, apuntalan la vida humana de nuestro tiempo.

No se trata aquí de establecer una cuestión moral sobre cuál de los paradigmas es “mejor”, sino de establecer pautas de pensamiento para comprender nuestro presente, que más allá de estar de acuerdo o no con él, es el que nos rodea.

En todo caso, si el presente no es el que deseamos y nuestra intención fuera transformarlo, no hay forma posible de hacerlo si no es mediante el conocimiento previo más preciso posible y el análisis más profundo, de manera autónoma; y no con el voluntarismo de suponer que el mundo debe ser lo que nosotros deseamos, de manera heterónoma.1 Estamos plantados frente a un nuevo Paradigma Económico, el que se observa una nueva fase del capitalismo que ha recibido de parte de los analistas diversos títulos como el de posindustrial, acumulación flexible, posfordista, informacional, inmaterial o cultural; y que consiste esencialmente en una reafirmación del modelo capitalista, pero que busca la acumulación de riqueza por vías novedosas utilizando para ello la emergencia de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información (TICs) y el conocimiento a través de la afirmación de la ecuación Investigación + Desarrollo + Innovación (I+D)+I.

A este paradigma económico nosotros lo llamaremos Capitalismo Cultural, en base a la materia prima esencial con la que se produce la riqueza: la información; y a la desmaterialización del proceso productivo que pasa de tener su centro en la industria para transformarse en una economía de servicios que se hace presente en la mayor parte de nuestra vida cotidiana, y en el que prevalece el servicio financiero como eje sustancial de la economía global.

Esta economía que vende conceptos y cuyo eje central es la información, los servicios financieros tiene un impacto mayúsculo en los productores, y los trabajadores deben reformularse para adaptarse a nuevas formas de empleo, flexibles y desreguladas en medio de una economía, hipercompetitiva que busca la máxima ganancia a partir de la reducción de costos (fundamentalmente salariales) poniendo a fluir la producción en lo que se llama deslocalización de las empresas, que buscan instalarse allí donde sus costos de producción sean menores.

La visión del mundo de hoy también tiene su perspectiva Política. Para ello resulta fundamental dilucidar la cuestión del poder intentando responder a la pregunta básica de cualquier sociedad organizada: ¿Quién tiene el Poder?

El debate acerca de las transformaciones del orden global es básicamente un debate sobre el poder: ¿Quién lo detenta, quién lo ejerce? Incluso, como dice Melanie Klein, quién lo encubre simulando que es un tema que ha dejado de importar.

En este marco la relación de dominio sigue presente, pero esta vez bajo la conducción de una Tríada de Poder global compuesta por los Estados Unidos, la Unión Europea y Japón, por encima de un concentrado poder económico compuesto por las corporaciones multinacionales y el poder financiero global.

En ese marco los medios masivos asumen el espacio vacío dejado por la política frente a la gente mientras el capital económico ocupa ese mismo espacio pero en lo que hace al control de los verdaderos resortes del poder.

Frente a ello alternativas políticas intentan retornar a sus viejas posiciones de poder compitiendo con el poder económico y/o mediático en su mismo campo y otras opciones convirtiéndose en un apéndice útil del poder económico para navegar hacia donde la lleva la marea del neoliberalismo globalizador del nuevo siglo.

1 La sociedad autónoma es la que se constituye por decisión racional de sus componentes. Una sociedad heterónoma es la que confía su funcionamiento a factores externos e inasibles (dioses, magias, mitos, etc.)

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Pero este modelo político de observación de la realidad presenta un cambio esencial respecto de los anteriores, que es la lenta y progresiva pérdida de la hegemonía occidental y el correspondiente crecimiento de la importancia del mundo oriental, apuntalado en el Japón y el Sudeste Asiático y revitalizado por la pujanza del gigante chino y el creciente protagonismo de la India.

Tras ello nos introducimos en el análisis del escenario social del nuevo paradigma, la aparición de la llamada Sociedad Red.

Una sociedad que propone una reindividualización y la correspondiente descolectivización de las personas, que deben asumir la responsabilidad por sus propias vidas en vínculos personales con otras, alejándose de las relaciones solidarias tradicionales en las que predomine la importancia del conjunto sobre la de uno mismo.

Estamos frente a una sociedad cuya composición cambia disolviéndose la vieja estructura piramidal de tres clases y apareciendo en su lugar una sociedad dual compuesta entre integrados y marginados, entre elites articuladas y masas fragmentadas, entre incluidos y excluidos, entre conectados y desconectados, entre territoriales y extraterritoriales. Una sociedad quebrada, sin lazos solidarios colectivos, resulta el escenario ideal para el incremento de la violencia urbana, entendiendo el fenómeno de la violencia urbana como un emergente de las condiciones que el nuevo tiempo impone, una violencia histérica y sin objetivo, inserta en el espíritu de precariedad que domina a la sociedad, insegura, desprotegida e incierta.

Y si de sociedad se trata no podemos eludir el fenómeno de cambio que afecta a su célula básica: la familia. El patriarcado, ese monumento social de la sociedad disciplinaria del capitalismo industrial, ha entrado en disolución a partir del deterioro que sufre el tradicional modelo familiar ante la reformulación del vínculo hombre-mujer, el creciente número de familias monoparentales o de individuos sin resguardo familiar, hechos que sumado a las nuevas definiciones de la sexualidad dan forma a nuevos modelos familiares.

Para comprender las transformaciones del nuevo siglo debe partirse del eje sobre la cual se disparan esos cambios: la nueva cultura, el nuevo Paradigma Cultural.

Una nueva forma de vida para las mujeres y hombres del siglo XXI, una nueva atmósfera cultural, ya no moderna, sino posmoderna o hipermoderna, dominada por el impulso del deseo, movilizada por la búsqueda de la satisfacción individual, sin verdades establecidas, multicultural y diversa, tolerante y fragmentada, narcisista y hedonista, superficial y flexible, eterna en su presente perpetuo, efímera en su constante cambio, libre.

Un paradigma cultural que no puede desprenderse de la presencia imperativa de los medios de comunicación y su lógica de la imagen.

Finalmente restará abordar el costado ideológico del modelo de comprensión del mundo abrumado por el tan discutido concepto globalización, que básicamente significa un deterioro del poder de los estados y su pérdida de control sobre las políticas internas de las naciones.

Una globalización que al deteriorar la soberanía del Estado promueve la aparición de organizaciones sustitutas de estructura flexible y horizontal, típicas del formato de red, como las megaempresas transnacionales (CMN), las organizaciones no gubernamentales y las redes criminales como herramientas.

La crisis del estado que redunda en un crecimiento proporcional del poder del Mercado, con lo cual la práctica democrática de las decisiones cada vez goza de menos espacios. Este modelo ideológico se asume como un pensamiento sin alternativas, sin otra opción a la vista, un Pensamiento Único.

Pero esta doctrina que considera las transformaciones del nuevo siglo como una situación natural sin alternativas se enfrenta a comienzos del siglo XXI con diversos movimientos sociales de oposición que auguran que el paradigma no está cerrado, sino abierto a la construcción.

En este marco de un modelo ideológico que se pretende único y que convierte una comunidad de ciudadanos en una conjunción de consumidores que descree de las

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sociedades y pondera la autonomía individual de cada uno librado a su propia responsabilidad, los hombres y mujeres del nuevo siglo, aislados y fragmentados, intentan recuperar parte de su sentido de pertenencia afirmando sus identidades básicas ante el arrollador fenómeno de lo global, la hegemonía cultural a lo Hollywood y la macdonalización de la vida cotidiana. Indignados por una realidad que no es la que suponen mejor para sus necesidades e intereses recurren a nuevas formas de asociación para cambiar lo que se supone natural.

Los nuevos paradigmas de la transformación económica, política, cultural, social e ideológica dan forma a un modelo integral de reflexión, necesario para interpretar al mundo que nos rodea y arriesgar una comprensión racional de nuestro tiempo.

Armar este rompecabezas es el desafío, alcanzar una imagen reconocible al finalizar es el objetivo anhelado, avanzar luego en la reflexión del presente para transformarlo es el reto definitivo.

Reconstruir la acción del pensamiento crítico en tiempos de derrota de lo intelectual resulta el segundo paso en ese camino, diseñar un modelo en el cual reconocer el presente como herramienta teórica constituye el primero.

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