Que son las Estrategias para un Gobierno competitivo
zap33monc7Documentos de Investigación10 de Julio de 2017
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ESTRATEGIAS PARA UN GOBIERNO COMPETITIVO
Cómo Lograr Administración Pública de Calidad
Un Nuevo Paradigma
Santiago Roel Rodríguez
Monterrey, Nuevo León, México Enero 1996
3ª Edición
Derechos de autor a nombre de Santiago Roel Rodríguez. Este libro puede ser copiado para uso personal, cualquier otro fin debe ser autorizado expresamente por su autor.
Perfil del Autor
Santiago es especialista en sistemas de calidad en el sector público y en empresas e instituciones de servicio. Se ha desempeñado en los tres niveles de gobierno: municipal, estatal y federal. Algunos de sus puestos más relevantes han sido:
•Director de Modernización del Gobierno de Nuevo León (91-92)
•Coordinador de Planeación y Secretario Técnico del Gobierno de Nuevo León (92-93).
•Oficial Mayor del Gobierno de Nuevo León (93-95).
•Director General del Centro de Capacitación y Calidad de Nuevo León (95-96).
•Responsable del Programa de Modernización del Gobierno Federal (96-98)
Es autor de 2 libros: (ambos disponibles en www.prominix.com )
•Estrategias para un Gobierno Competitivo: Cómo lograr Administración Pública de Calidad (1996)
•Entre el Águila y la Serpiente: Visión de un México Moderno (1998)
En el ámbito nacional, es considerado el pionero en calidad para gobierno y destaca por su habilidad práctica para aterrizar sistemas de planeación y medición a través de indicadores de desempeño, desde lo estratégico, hasta el control de calidad en los servicios.
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Para mayores informes ir a www.prominix.com
Dedicatoria
A todos aquellos que decidieron enfrentar su propia sombra y supieron convertir lo negativo en positivo, lo inútil en útil, la enfermedad en salud, la debilidad en fortaleza, la duda en aprendizaje, los enemigos en maestros, la ira en perdón, la crisis en crecimiento, la crítica en creatividad, lo particular en universal.
A todos aquellos que saben que es posible tener un gobierno de Calidad y que todos los días trabajan por ello.
Agradecimientos y Reconocimientos
A Sócrates Rizzo García, gobernador de Nuevo León, por haber liderado el proceso de cambio en el gobierno de Nuevo León. A la fecha, no ha habido otro gobierno estatal o municipal en México que haya entrado al 100% en un proceso hacia la Calidad Total o en una Reforma Administrativa como lo hizo la administración de Nuevo León en el periodo 1992-1996. Ese es mérito que aun no se le reconoce.
Muchos de los sistemas y procesos que entonces se implementaron aun persisten, a pesar de los vaivenes de la política y de los siempre presentes sucesores inmaduros que queriendo desvirtuar la labor de su antecesor, acaban por montarse en sus logros. Ese es el mejor reconocimiento que un enemigo pueda otorgar.
A Javier Lamas Elizondo, excelente consultor de Calidad, quien con su experiencia, inteligencia y afabilidad supo sortear los obstáculos que la política siempre lanza y nos ayudó a perfilar una visión, a conformar estrategias y a concretar los cambios. Javier fungió como el asesor técnico y en administración que todo político requiere. Sacrificó 5 años de su carrera como asesor privado y sufrió los inexorables embates de los procesos de cambio.
A Juan Manuel Cavazos Uribe, líder del sindicato de burócratas del estado, quien apuntaló el proceso con inteligencia y valentía. Un gran aliado en el proceso de cambio.
A todos los consultores externos e internos, quienes aportaron largas horas de trabajo y creatividad. De todos ellos aprendí el arte de hacer práctico un cambio de sistema con paciencia y con optimismo, siempre con optimismo.
A todos los servidores públicos de todos los niveles, que apoyaron la reforma. Fueron ellos quienes dieron los primeros signos visibles de que la calidad en gobierno era factible y nos impulsaron a seguir adelante.
A todos los servidores que se opusieron al cambio. Fueron ellos quienes nos impulsaron a replantear nuestras estrategias para hacerlas más efectivas y vendibles.
Sin estos actores, el cambio no se hubiera dado.
Finalmente, a los que por inmadurez, en algún tiempo consideré mis enemigos, y que ahora veo como maestros que aparecieron en el momento oportuno para ayudarme a entender mis propios lados obscuros, mis lados débiles, mi soberbia, mi falta de conexión con el gran sistema, el Sistema Universal.
PRÓLOGO a la 3ª edición
¿Qué ha sucedido desde que se escribió este libro en 1996?
Este libro fue escrito en 1996 en mis últimos meses como funcionario de Nuevo León y a punto de ingresar al gobierno federal. A continuación relato mi visión muy personal de lo que ha sucedido desde entonces.
La década de los 90, o mejor dicho, el primer lustro de ella, fue una época gloriosa en cuanto a cambios y administración. México se reconvertía a pasos agigantados. Nos abrimos al mundo. Entramos al TLC. Nos abrimos políticamente. Ingresamos a la OCDE. Aprendimos que era necesario conectar el sistema económico y político al entorno, en lugar de seguir sufriendo la entropía de un sistema cerrado.
La palabra de moda era la modernización y todos le apostábamos a ella. Nuestro impulso era llevar a México hacia la competitividad internacional. Nada parecía imposible en esos años.
En Nuevo León, Sócrates Rizzo, combinó ese impulso modernizador con la tradición de Calidad del Estado de Nuevo León y le puso apellido a la modernización. Desde entonces, no he visto a ningún político que compre un proceso de cambio administrativo como él lo compró. En aquel entonces, continuamente recibíamos visitas de otros gobiernos estatales que al igual que nosotros, querían mejorar radicalmente su administración. Poco a poco, fuimos interesándonos cada vez más en llevar a todo el país hacia la reforma.
Sin embargo, 1995 nos mostró las caras más negras del país. El crimen político, el narcotráfico, la guerrilla, la persistente desigualdad económica y social y en general, la inmadurez política del sistema, todo hizo crisis en un solo año.
En esa vorágine fue envuelto el gobierno estatal. En abril de 1996, en una típica maniobra del sistema antidemocrático, fue depuesto el gobernador. Cierto que no todo había sido exitoso, pero como siempre se da en un sistema cerrado, las intenciones de los manipuladores, no era la misma que la de la comunidad. El cambio de gobernador fue manipulado por un manojo de intenciones ocultas, por una energía más baja, más densa.
Ese era un golpe no sólo para el gobernador y la comunidad, sino fundamentalmente un golpe al mayor logro de Rizzo, la reforma administrativa, aun no consolidada, pero sí generalizada en todo el gobierno estatal.
Nunca se puede atacar a un rival fuerte, por lo tanto, el desprestigio es necesario para debilitarlo. El golpeteo fue despiadado, personal y sádico. Para algunos de nosotros con poca experiencia en el gobierno y la política e incluso en la politiquería del sector privado, fue un momento muy desagradable y los capítulos que siguieron fueron peores ya que veíamos la intención, abierta y cínica, de desarticular la reforma administrativa.
Afortunadamente, unos meses antes, habíamos logrado contagiar a la nueva administración del gobierno federal de la necesidad de llevar acabo la reforma pendiente, la reforma administrativa. En ese mismo mes de 1996, fui invitado por el Secretario de La Contraloría y Desarrollo Administrativo (ahora Secretaria de la Función Pública) para ocupar el puesto vacante de Jefe de la Unidad de Desarrollo Administrativo, área encargada de desarrollar e implementar un programa de modernización administrativa. La Secodam había tomado el ejemplo de Nuevo León y con la ayuda de algunos consultores ingleses, había conformado el PROMAP o Programa de Modernización de la Administración Pública.
El Promap era un magnífico texto, firmado por el nuevo presidente, Ernesto Zedillo y obligatorio para todo el gobierno federal. Pero como suele suceder, el programa corría el riesgo de quedarse en papel, pues carecía del método, la estrategia y los recursos para llevarlo acabo. Peor aun, carecía del indispensable liderazgo del propio presidente.
En Nuevo León el proceso de cambio había sido liderado por Rizzo, en el Reino Unido, la primer ministro Thatcher había encabezado el esfuerzo. Clinton, como gobernador de Arkansas, también había entendido y liderado el proceso, y una vez de presidente, nombró al vice-presidente Gore, como encargado de la reforma.
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