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Literaturas comparadas

jakibeMonografía18 de Agosto de 2019

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Universidad Nacional de La Matanza

Licenciatura en Lengua y Literatura                                      

Seminario de Literaturas Comparadas

Prof. Miriam Cañete

Estudiante: Jaquelina M. Beus

Año 2019

Trabajo Integrador: escritura de un artículo académico de análisis comparativo de obras del corpus con respecto a los conceptos de otredad e identidad en los personajes del género gótico en: Aura (Carlos Fuentes)- Un pacto con el diablo (Juan José Arreola)- La maravillosa historia de Peter Schlemihl (Von Chamisso) 

INTRODUCCIÓN

     En el presente trabajo se tratará de realizar un acercamiento a las particularidades que determina la identidad y la otredad en los personajes del género gótico, el por qué el sujeto se ve reflejado en el otro.  Así la tradición gótica nos presenta narrativas de encuentros con la otredad que irrumpe tomando la forma de lo desconocido, siempre oscuro y misterioso. En el territorio de lo gótico, lo sobrenatural y monstruoso transgrede los límites de la razón y la ciencia para acercarnos a espacios donde domina lo irracional.

     Para ello se profundizará en el análisis del discurso de las siguientes obras: La maravillosa historia de Peter Schlemihl, de Von Chamiso; Un pacto con el diablo, de Juan José Arreola y Aura de Carlos Fuentes mediante el sustento teórico de Miriam López Santos y su artículo Teoría de la novela gótica. En este sentido se propondrá en este trabajo que la manifestación de una otredad gótica al interior de sus narrativas es lo que vincula a ciertos autores y sus obras, distantes en tiempo y espacio, como parte de la tradición tematológica del modo gótico. Se trata de historias cuyos protagonistas confrontan a lo desconocido mediante la aparición de un doble. Estos protagonistas atestiguan la irrupción de lo misterioso, existen una sucesión de enigmas que están obligados a enfrentarse. Y estas series de enigmas salen a la realidad.

     Por otro lado, la propuesta de Freud, sobre lo siniestro,  refiere a todo aquello que es misterioso, pero a la vez secretamente familiar para el individuo; se trata de algo que había pasado por el filtro de la represión para después regresar de ésta. El regreso de lo misterioso los confronta con lo que no quieren ni  deben saber de ellos y, al develar que existen verdades más allá de las que conocen, torna cualquier tipo de frontera entre lo admisible y lo no admisible en algo incierto. Cuando las sombras reprimidas del propio ser regresan del castigo para manifestarse ante ellos, éstas toman la forma de dobles que dividen al ser en facetas múltiples que representan algún aspecto ignorado, silenciado, o negado de aquel original que ha sido copiado. Es decir, la novela gótica produce terror por exceso, introduciendo elementos terroríficos en un contexto conocido. Así lo demuestra Julio Cortázar en Notas sobre lo gótico en el Rio de la Plata: “[…]el niño Julio no vio nunca trabada su imaginación, favorecida muy al contrario por una madre sumamente gótica en sus gustos literarios[…] Mi casa, vista desde la perspectiva de la infancia, era también gótica, no por su arquitectura sino por la acumulación de terrores que nacía de las cosas y las creencias, de los pasillos mal iluminados y de las conversaciones de los grandes en la sobremesa…”(Cortázar, 1975:146) El autor elabora el contexto de lo familiar para quebrarlo y transgredirlo con el elemento de terror. Lo familiar es lo íntimo. Lo íntimo es privado. Lo privado es oculto. Lo oculto se esconde.    

    Pero que se cubra no quiere decir que no se vea: lo siniestro es lo familiar que no está oculto. Vemos lo familiar, pero lo reprimen o niegan.  El terror siempre estuvo allí: el mayor empeño de la novela gótica, aunque el final sea feliz, será describir el poder que se ejerce en el mundo de las tinieblas.

EL LABERINTO DE LA IDENTIDAD

     La novela gótica surgió a la sombra de la Inglaterra del Siglo de las Luces, de su neoclasicismo ilustrado, de su desproporcionado culto a la razón, cuando el rechazo a lo sobrenatural, en la vida cotidiana, llevó aparejado, en su propio nacimiento, una fuerte condena de su uso literario y estético. Como movimiento transgresor que fue, la novela gótica, que transitaba por los laberintos más inhóspitos e insospechados de la conciencia humana, había conocido en ese país, y por extensión en una gran parte de Europa. La perspicacia de esta literatura gótica implicaba una manera de leer y estructurar el relato atento a una consideración compleja y global de la realidad, algo mucho más misteriosa, inquietante y perturbadora de lo que pudiera parecer a simple vista. Parte de una obligada ruptura del orden establecido, de una trasgresión de nuestra realidad cotidiana. El esquema narrativo gótico moderno demuestra el infinito número de variantes que se pueden producir. La complejidad temática y la diversidad de interpretaciones teóricas apuntan a una novela repleta de matices y en la que cada elemento del escenario y de la acción es introducido para contribuir a crear de ilimitado terror y suspenso palpitante. Los personajes de aquellas novelas se encontraban, a su paso, con una serie de seres o situaciones extrañas e inexplicables que transgredían y ponían en duda aquella realidad objetiva

     Si existe alguna vacilación en el sujeto moderno, ésa es el resguardo de la identidad. La búsqueda de consuelo en un doble,  las marcas que permitan al sujeto identificarse con un grupo concreto de personas y por contraste diferenciarse de otras, parece ser un trámite obligado para poseer una identidad para ser alguien. La Literatura junto con la Historia ha invitado desde siempre, a emprender un viaje de estas características.

     En la Literatura fantástica las reproducciones de duplicaciones, imágenes reflejadas, sombras que se rebelan y cobran vida propia reflejan un recelo indescifrable. La sombra puede entenderse como una objetivación del alma y a la vez el doble del ser humano. En el aspecto positivo se le atribuye poderes protectores pero cuando se vulnera implica desgracia. En la dimensión gótica deja de ser una mera proyección corporal para convertirse en una entidad de vida propia algo necesario y a la vez peligroso para el ser humano. Necesario porque sin ella el hombre se ve desprovisto de una parte.

     Como inseparable de sí, la pérdida de la sombra que le sucede al protagonista de La maravillosa historia de Peter Schlemihl de Von Chamisso, puede suponer una deshonra, un estigma que impide al individuo ser considerado un miembro de la sociedad y perder sus identidad.

     El problema de la identidad es un tema tratado un sinnúmero de veces en la literatura, reflexión que se plantea en función de un pasado que se ha perdido, al que se desea regresar o del que se quiere recuperar alguna esencia.     En Aura, de Carlos Fuentes, el problema de la identidad se vincula con el de relato sobrenatural, específicamente con el tema de lo gótico, y configura un relato que establece una relación entre el pasado y el presente a través de una obsesión por la existencia en donde el elemento de la definición identitaria de los personajes se somete a lo largo de la historia. Así, se intenta definir esa relación entre el descubrimiento de la identidad y el elemento sobrenatural gótico.

A su vez, en Un pacto con el diablo de Juan José Arreola, se encauzan el problema existencial sobre el drama del ser, la complejidad del ser y estar en el mundo. Es interesante que en “Un pacto con el diablo” el personaje acude al cine solo, pues su esposa se ha quedado en casa. Obviamente era indispensable que la dejara para que el diablo pudiese charlar con él. Lo interesante es notar cómo Arreola tiene el acierto de combinar soledad con pobreza pues, aunque ir al cine es un lujo, la esposa lo anima a acudir a este teatro de imágenes y así facilitar doblemente la tentación diabólica, por la oportunidad y por la carencia. El cine es el espacio virtual que reflejará el encuentro moral del narrador y que servirá de marco a las representaciones del relato. En la pantalla se proyecta la historia de un campesino humilde que le vende su alma al diablo a cambio de siete años de riqueza. En la sala se encuentra un personaje con quien el narrador entabla una conversación. Para no molestar al auditorio y continuar con la conversación, el sujeto lo invita a salir a un pasillo, donde le revela su identidad y le propone hacer un pacto similar al que se veía en pantalla. A pesar de la tentación (es muy pobre y quiere darle “una mejor vida” a su esposa) el narrador exige regresar a ver el final de la película. El narrador del cuento y el personaje de la película son una especie de doble que vincula a ambos soportes a los que el lector accede de forma simultánea. Se establece el mismo paralelo entre el diablo del relato de Arreola y el diablo de la película.

     Tanto el lector y el narrador como el diablo se encuentran pendientes del desenlace del film y, así, saber si el narrador realizará un nuevo pacto con el diablo. El acontecimiento es la compra del alma, lo cual remite a toda la tradición de estilo gótico con el elemento sobrenatural. Mientras en el argumento de la historia de la proyección cinematográfica se cumple (el personaje acepta el trato), en el cuento no, y esto es lo que lo distingue, lo que lo vuelve único, lo que da una identidad diferente al personaje de la pantalla. Hay y no hay pacto en la misma pieza; el motivo de la negativa tiene importancia, ya que no se puede contemplar como un elemento aislado, sino que la imagen en movimiento, la película, ofrece la posibilidad de ver el futuro y las consecuencias de un eventual contrato. Es, pues, gracias al contenido de ésta como el narrador se salva.

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