APRENDIZAJE DE LA COMUNICACIÓN

Tema: El aprendizaje de la comunicación en el aula: una práctica necesariamente cotidiana pero educativamente olvidada.

Sin duda, el entramado educativo que se genera en el aula es una parte de la realidad social que se caracteriza por ser compleja y heterogénea a consecuencia de los protagonistas principales que hacen posible las diversas situaciones de aprendizaje cotidiano. En este sentido hablar de aprendizaje es referirse a un corpus cultural de conocimientos, habilidades, actitudes y valores que en un sentido adecuado hacen posible el desarrollo individual y colectivo de los sujetos sociales. Este proceso incita de manera natural el intercambio de concepciones pedagógicas por parte de los docentes y nociones, ideas y perspectivas de los discentes, que en algunos casos pueden resultar combinaciones en el que resultan favorables algunas prácticas y se discriminan otras de manera que se generan resultados de diversa índole. En este pequeño ensayo se retoma la tesis principal de que en las aulas contemporáneas se ha aislado y minimizado el trabajo de las prácticas comunicativas al darle mayor énfasis a cuestiones formales y memorísticas, generando de esta forma saberes disfuncionales en el contexto social. De esta manera se defiende la idea de que el intercambio comunicativo es una vía necesaria para fomentar la construcción de saberes significativos para la vida.

Primeramente, y para no hacer tan tediosa la lectura, quisiera comenzar justificando el hecho de que en las escuelas se ha dejado a un lado una práctica tan importante como la acción nutrirse todos los días para poder vivir, en este sentido hablo de las prácticas comunicativas.

La justificación de la idea anterior comienza con el postulado de que el docente tradicional, posiblemente, tiene la idea de que hay que mantener la pasividad de los alumnos para poder controlar las acciones de cada uno mediante una actitud imperativa, donde todos estén callados realizando los ejercicios que se han impuesto y sin oportunidades de establecer comunicación con los demás. Esto y más corresponden a una perspectiva pedagógica desfasada que considera a los alumnos como un molde o una esponja que hay formar y llenar de información, sin embargo la sociedad ha cambiado y los niños también y, al parecer, este tipo de prácticas deben ser la olvidadas. Para dar un paso al cambio es necesario que el docente construya una visión más constructivista que ponga en el centro del proceso de enseñanza y aprendizaje al individuo, además que le atribuya un sentido activo que lo caracteriza como aquel sujeto que “establece, descubre, construye, transforma relaciones, significados y funciones inherentes al objeto” Carvajal (1997:56), estas modificaciones básicas pueden ser vitales para el buen trato de dichos alumnos.

De la misma forma sería sobresaliente un cambio en cuanto a la concepción del objeto de conocimiento percibiéndolo como un “todo, como una gran totalidad integrada, dinámica y compleja que se construye y se reconstruye” Carvajal (1997:56), ya que esta perspectiva permite tanto al docente como a los discentes tener posturas de apertura hacia la construcción de saberes de toda índole tomando en cuenta que estos pueden ser modificados a través del tiempo, dejando a un lado una parcelación y un estancamiento del aprendizaje.

Pero no sólo es hacer el esfuerzo de un cambio en cuanto al sujeto que aprende y al objeto de conocimiento, al parecer, también es necesario darle énfasis a las cuestiones comunicativas, recordando que no es algo fácil puesto que: Lomas, C. (n.d.)

“concebir la educación como un aprendizaje de la comunicación exige entender el aula como un escenario comunicativo (como una comunidad de habla, de lectura y de escritura) donde los alumnos y alumnas cooperan en la construcción del sentido y donde se crean y se recrean textos de la más diversa índole e intención”.

Esto puede significar que el docente tenga la apertura para facilitar y proponer las condiciones donde los alumnos tengan la oportunidad de intercambiar puntos de vista acerca de alguna temática, ideas, sentimientos, dudas y mejorar sus formas de ver el mundo que les rodea mediante la práctica de la lectura, la escritura, el intercambio verbal, o a través de la interacción gestual. Situaciones cotidianas que a pesar de su frecuencia en el interior de las aulas se ha menospreciado, en este sentido hay que reorientar las prácticas y exprimir lo máximo posible cada una de estas “destrezas comunicativas… habituales en la vida de las personas (hablar y escuchar, leer, entender y escribir)” Lomas, C. (n.d.; 13).

Este cambio de concepción pedagógica puede traer como posible consecuencia, en el mejor de los casos, un cambio en el trabajo docente en cuanto a la forma de aplicación de métodos de enseñanza y las actividades de aprendizaje; referente a la adecuación de los contenidos, a la formas de llevar la interacción en el aula, entre otros ejercicios sanos y benéficos para la mejora y el desarrollo de la competencia comunicativa en los niños.

Como es notable hablar de un cambio en la forma de proceder en las aulas de parte de los docentes exige modificaciones desde el interior de cada individuo que tenga el deseo de apoyar de mejor manera la formación acertada de los educandos.

Todas estas exigencias son necesarias llevarlas a la aplicación directamente en los procesos de enseñanza y aprendizaje que se generan en el interior de las aulas preferentemente en lo que tiene que ver con el hablar, leer, entender y escribir en clase pero con miras hacia la realidad social. En este sentido habría que un hacer análisis ameno de la mirada que debiera tener el docente frentes estas prácticas sociales del lenguaje.

Quisiera comenzar analizando una de las prácticas esenciales en todo ser humano desde tiempos remotos y que es una de las formas más indispensables dentro del proceso de comunicación e intercambio cultural entre las sociedades, me refiero a la temática de hablar en clase.

Desde un punto de vista personal, pero que estoy seguro, comparten muchos de los profesionales que se encuentran dentro de las aulas y frente a los grupos, me atrevo a suponer que no

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