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Actividad narrativa de un proyecto de escritura


Enviado por   •  21 de Febrero de 2021  •  Tareas  •  803 Palabras (4 Páginas)  •  83 Visitas

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Todos en este mundo tienen un secreto que ocultar, algunos un par más que otros. Pero cuando llega la noche aquellos secretos se convierten en pecados que atormentan la mente e incitan al insomnio para quitar nuestra tranquilidad.

Rėnee había perdido la cuenta de cuantos días habían pasado desde que salió de su hogar y llegó a la capital, siempre que estaba ahí ocurrían cosas malas, cosas que hacían doler su alma.

Todas sus tragedias empiezan con ese lugar y con Faulkner. Pero, no podía desobedecer a pesar de todo, ella era una hija de la corona. Tenía deberes que debía cumplir.

Los jadeos se escuchaban en los aposentos de la princesa de Stęlvrôn—Næsh, los sueños empezaron como el primer día que puso un pie en el castillo. Todo empezaba cuando su cabeza tocaba la almohada y se transportaba a aquella noche en donde una parte de ella moría, en todo el sentido de la palabra, tanto figurativa como literalmente.

Un sueño tan vivido y recurrente.

Un susurro apresurado lleno de pánico la llamaba entre sus sueños mientras la tomaban por los hombros tratando de despertarla. Aquella voz masculina tan familiar para ella.

―Vamos Rėnee, tienes que levantarte. Debemos irnos, no es seguro.

Adrik, la voz de su hermano. Una voz que se había grabado en su mente a través de los años mientras le contaba historias o le cantaba desde que era pequeña. Una voz que le daba la calidez en las noches frías.

―¿Qué pasa, Adrik? ―murmuró con la voz pastosa.

―No hay tiempo de explicarlo, debemos irnos. ―besó la frente de su hermana menor. Antes de irse añadió. ―Te espero en las caballerizas, ve a vestirte.

La menor de los Mountbatten hizo lo que le pidió. Se vistió tan rápido como pudo, el frio viento que entraba por la ventana le hizo regresar por un abrigo antes de volver a salir con sigilo al punto de encuentro con su hermano.

Todo se encontraba en silencio cuando salió del castillo y se encaminó a los establos, miró alrededor, pero no había señales de Adrik. Temió lo peor tras recordar en cómo la había despertado, en la urgencia de su voz. Sabía que nada de eso era un juego y realmente estaban en peligro.

Quiso gritar cuando sintió que era jalada hacia los potreros, una mano se posó sobre su boca evitando que emitiera algún sonido y entre su desesperación también se le dificultó respirar.

―Cálmate, Rėnee. Soy yo. ―murmuró Adrik en un hilillo de voz.

Su hermano señaló hacia los guardias, pronto habría un cambio de turno. Aquella sería su única oportunidad. Tomaron un caballo cada uno y se fueron por un camino poco transitado del bosque que colindaba a unos pocos kilómetros

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