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Conocimiento, ordenamiento y finalidades


Enviado por   •  8 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  7.277 Palabras (30 Páginas)  •  153 Visitas

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Conocimiento, ordenamiento y finalidades

Por Arturo Michel Pérez

Este texto es una introducción general al curso de Conocimiento y Cultura; es muy importante porque aquí se dan las claves de todas las actividades de aprendizaje que vamos a realizar. A lo largo de este semestre vamos a desarrollar la conciencia de la propia conciencia, el conocimiento del propio conocimiento. Y como el conocimiento es la instancia que gobierna nuestra manera de comportarnos, conocer nuestro conocimiento es conocer la manera en que dirigimos nuestro comportamiento.

¿Cómo podemos entendernos mejor a nosotros mismos? ¿Cómo podemos entendernos mejor unos a otros? ¿Cómo podemos vivir mejor? Eso es algo que vamos a descubrir con nuestro estudio.

I. Conocimiento, realidad y orden

A.- Conocimiento y realidad

Conocer es ordenar (organizar) las interacciones que mantenemos con la realidad, es decir, organizar la manera en que modificamos a la realidad y la manera en que ella nos modifica. Por eso mismo, el conocimiento es el que guía el comportamiento humano.

Mientras estamos vivos nunca dejamos de interactuar con la realidad. La simple respiración es una interacción. Con la inhalación recibimos el oxígeno del medio ambiente y con la exhalación le damos dióxido de carbono. En otras palabras, se produce una modificación química en nuestro cuerpo (oxigenamos nuestras células) y una modificación química en el ambiente (aumentamos la cantidad de dióxido de carbono, aunque sea en una escala diminuta). En el acto de comer alteramos nuestro cuerpo por el alimento recibido y también transformamos al alimento al masticarlo, incorporarlo y digerirlo. En todo lo que hacemos afectamos siempre a la realidad y somos afectados por ella.

Los que interactúan dan y reciben; y tanto por el dar como por el recibir se produce un cambio en los que interactúan. La apertura al dar, modifica. La apertura al recibir, modifica. Además se da una tendencia hacia el equilibrio entre el dar y el recibir; hay reciprocidad entre los que interactúan.

La realidad es una inmensa cantidad de seres que interactúan entre sí, que se relacionan entre sí, y al hacerlo se modifican unos a otros, pero no de una manera inesperada y caótica sino siguiendo un orden vigente. Este orden es el que necesitamos descubrir para guiar nuestro comportamiento.

En esta realidad, en la que estamos y a la que pertenecemos (y que es aparentemente infinita), todo está relacionado con todo, pero nosotros sólo tenemos acceso a una muy pequeña porción de ese todo. Y aunque tengamos un acceso muy reducido a la gran realidad, de todos modos queremos identificar cuál es el orden que rige las relaciones entre los seres. Y en este proceso de conocimiento también descubriremos el desorden, es decir el proceso de cambio de un orden a otro.

Pensar es relacionar mentalmente una cosa con otra. Constantemente estamos relacionando una cosa con otra, por ejemplo: el fuego quema, el agua moja, fumar colapsa las venas y tranquiliza, el vino alegra y emborracha, los coches también son armas mortales, etc. El pensar se da dentro del conocer y lo desarrolla.

Nuestras interpretaciones del orden en que se relacionan las cosas, van cambiando: a veces las mejoramos y a veces las empeoramos; a veces nuestros pensamientos nos permiten prever lo que va a suceder con nosotros y con lo que nos rodea; y a veces comprobamos que no sucedió nada de lo que creímos que iba a suceder. Constantemente estamos reordenando la realidad en nuestra mente, porque el orden que pensamos que existía no era tal y no logramos lo que queríamos, ni pasó lo que esperábamos. Podemos aprender de nuestros errores y reordenar nuestras interpretaciones.

Tal vez la equivocación y rectificación más sorprendente y famosa fue el cambio de pensamiento sobre la relación existente entre el sol y la tierra. En la historia de la humanidad, la mayor parte del tiempo se pensó que el sol daba vueltas alrededor de la tierra, porque eso era lo que todo mundo podía ver y comprobar. Después de Copérnico (1473-1543) y de Galileo (1564-1642) la vieja interpretación se fue haciendo cada vez más insostenible, y la nueva: la tierra es la que gira alrededor del sol, contra toda apariencia, se convirtió en sentido común. Esa equivocación y esa rectificación se convirtieron en modelos de lo que sucede con el conocimiento y el pensamiento: frecuentemente el orden que descubrimos y establecemos en nuestra relación con la realidad, es algo relativamente correcto, limitado y transitorio. Nos vemos obligados a pasar a otra interpretación; a otra organización; dejamos una manera de actuar que nos parece agotada y adoptamos otra que consideramos más apropiada.

Podemos conocer y acumular conocimientos, porque la naturaleza tiene una manera de comportarse que es relativamente constante y predecible. No está por verse si mañana saldrá el sol o no, si la tierra sobre la que estamos parados se convertirá en agua o no. Esa manera de ser de la realidad también deja su huella en otros aspectos de nuestra conducta: “Como las cosas [...] se comportan con regularidad, nos enseñan la constancia, el carácter, la paciencia”.

La sociedad también se comporta de una manera más o menos predecible: no está por verse si mañana al salir a la calle nos daremos cuenta que ya no hay carros y que toda la gente se transporta en bicicletas; tampoco está por verse si dentro de dos días los tapatíos ya no entenderán español y nos obligarán a comunicarnos en inglés. No pasará nada de eso, la naturaleza y la sociedad seguirán comportándose de acuerdo a su orden y con nuestro conocimiento vamos a establecer una coordinación entre su orden y el nuestro. En este sentido dice Merleau Ponty: "nuestra experiencia más inmediata de las cosas, es necesariamente una experiencia de encuentro recíproco; de tensión, comunicación y compenetración".

A las interacciones, a las mutuas modificaciones entre el sujeto y su realidad, las podemos designar también con el nombre de experiencia. Esta palabra procede del griego perao, pasar a través; entrar, penetrar, y del sáscrito pi-piparmi, conducir.

En la experiencia no hay diferenciación entre sujeto y objeto hay compenetración de los dos. La conciencia es la que va a diferenciar y a reunir en la representación al sujeto y al objeto de la experiencia, va a efectuar un reordenamiento de la experiencia, va a dar una interpretación.

B.- El orden

Originalmente orden significaba dos cosas: hilera de hilos en un telar y preparar hilos para pasarlos al telar y

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