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“Cultura y literatura del siglo XX”, vinculándolos con las siguientes obras: “Marianela” de Benito Pérez Galdós, “David Copperfield” de Charles Dickens, “El chiflón del Diablo” de Baldomero Lillo y “Santo Remedio” de Eduardo Barrio


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2017  •  Ensayos  •  1.678 Palabras (7 Páginas)  •  319 Visitas

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        En el presente ensayo se intentará unificar diversos temas revisados en las clases del seminario “Cultura y literatura del siglo XX”, vinculándolos con las siguientes obras: “Marianela” de Benito Pérez Galdós, “David Copperfield” de Charles Dickens, “El chiflón del Diablo” de Baldomero Lillo y “Santo Remedio” de Eduardo Barrios.

        Partiré refiriéndome a la obra de Dickens, donde vemos aspectos sociales del siglo XIX, como la importancia de la posición social  pero también una crítica a esa misma sociedad que hacía vista gorda ante el trabajo y maltrato infantil, esta misma crítica la vemos en Marianela, donde el autor relata el maltrato sufrido por los niños, como Celipín, en las minas de carbón de Aldearcoba, visto como una piedra más de aquel espacio,  o en el caso de la misma Marianela, tratada como una simple cosa, criada sin los mínimos cuidados ni educación, ya lo dice ella “yo no soy nada, no sirvo para nada”. ¡Cuánto daño, cuanta maldad! Porque no es otra cosa que la maldad en su estado más puro el dañar de cualquier manera a un niño, y tanto Dickens como Galdós dejan entrever esto en sus obras.

        Pero también encontramos en el personaje de Copperfield un aspecto importante, que lo explica Ortega y Gasset en su obra “Meditación de la técnica”, el ser humano, David Copperfield en este caso, no pretende mediante la técnica simplemente adaptarse al medio como los demás seres vivos, sino transformar el medio para adaptarlo a sus necesidades, por eso no baja los brazos, no se rinde ante la adversidad y camina hacia adelante, como en un inicio también lo hace el Doctor Golfín en Marianela, David camina, sufriendo lo indecible, solo y hambriento, en busca de su tía, esa tía que podría ayudarlo a cubrir sus necesidades biológicas para alcanzar el estado deseado de “bienestar”, vemos aquí la técnica de la que nos habla Ortega y Gasset,  en la creación de estados para la búsqueda de la felicidad, felicidad que logra alcanzar David, después de una largo camino, adaptando el medio a sus necesidades y a veces también adaptándose al medio y sus necesidades. David hace un viaje, real e introspectivo, durante toda la obra; se traslada constantemente de un lugar a otro y de un estado mental y anímico a otro, para construir así su vida, crecer en diversos aspectos (etarios, social, intelectual, espiritual) y alcanzar la felicidad.

        Entonces podemos desprender que el ser humano es mucho más que razón y técnica, hay sentimientos, hay subconsciente, por lo que quien solo usa la razón o la ciencia se limita, como lo vemos en el Doctor Golfín, su hermano dice :”Está Dios y mi hermano”, pero Golfín no tiene todas las respuestas, al final de la novela Marianela muere porque se muere, por amor, por pena, vergüenza, ¡qué importa!, se muere y el gran Doctor Golfín nada puede hacer, Marianela muere para enseñar a Teodoro Golfín que la ciencia y el desarrollo, sin humanidad no son nada, sin espiritualidad, no son nada.

        Todo el optimismo entregado por los avances de la ciencia, por la revolución industrial y su desarrollo, es desarmado por Galdós desde esta obra, lo mismo hace con el positivismo de Comte, aspecto que desarrollaré más adelante.

        David Copperfield es una obra realista, casi autobiográfica, muestra la realidad de Inglaterra y las consecuencias de la revolución industrial,   la pérdida de lo espontaneo y lo alegre en la ciudad, como indica Lorca en Poeta en Nueva York, y cómo esa espontaneidad está presente en las afueras,  en la familia de la Pegotty, en Emilita y el mar, la barca en la que habitan, en el campo. Lo mismo ocurre con Marianela, la revolución industrial está presente en Sócartes y Aldearcoba, con todo su desarrollo deshumanizador y sus colores ocres, pero igualmente cerca, está la naturaleza, dónde Marianela y Pablo son felices y libres, dónde pueden crear y jugar. En la descripción casi pictórica de estos espacios, Galdós nos muestra una naturaleza a momentos con rasgos impresionistas, todo es luz, placer, optimismo, el amor de Pablo por Marianela puede parecer posible en ese momento, el instante lo es todo, citando a Hauser, A (1992:197) “Toda imagen impresionista es la expresión de un momento en el perpetuum mobile de la existencia, la representación de un equilibrio inestable, siempre amenazado, en el juego de las fuerzas contendientes”, pero pasa, ese instante de luz, de ilusión, pasa y solo queda lo real, lo frío, lo mecánico, sigue siendo Marianela la horrible. Pablo tiene una imagen idealizada de Marianela, podemos ver en ella al monstruo de Frankenstein, un ser creado por retazos de lo que él piensa es real, ella es  hermosa en la mente de Pablo, en su inocente ceguera sin conocer lo que es lo “hermoso”, los cánones de belleza establecidos, inventa a Marianela, como el doctor Frankenstein a su monstruo, a pedazos, idealizándola bajo esta luz impresionista de metamorfosis, pero que no es tal.

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