Cultura en México siglo XX
uli4100Ensayo13 de Enero de 2016
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Universidad Nacional Autónoma de México Facultad de Estudios Superiores Acatlán
Ulises González Hernández
La trasformación de la identidad juvenil en la ciudad de México a mediados del
siglo XX
Cultura en México siglo XX
En esta ponencia se analizará la identidad juvenil de los años cincuenta y sesenta en la ciudad de México del siglo XX, época en que a los jóvenes de las clases medias y altas en la ciudad de México se les considerara “rebeldes sin causa”, los cuales causaron choques culturales y de identidad con los adultos y las personas más conservadoras.
El trabajo de análisis se apoyara en la corriente literaria de la onda, movimiento literario, experimental, y rebelde de la década de los sesenta encabezada por José Agustín, y Gustavo Sainz, literatura que se caracterizaba por ser irreverente, con lenguaje coloquial, cierto contenido crítico social de humor y de temas juveniles. [1]
Es importante tener en cuenta que históricamente, la sociedad mexicana es tradicionalmente muy conservadora, debido en gran parte a las condiciones históricas que permean en ella, como son el desarrollo del catolicismo y la influencia directa que ejercía el Estado dentro de las familias mexicanas, de ahí la importancia de comprender y analizar el tema de la trasformación de la juventud citadina.
Los primeros años de siglo XX en México llegaron de una manera muy abrupta. La revolución mexicana en 1910 rompió el equilibrio social, político, económico y cultural en el que se vivía, dejando un espacio muy amplio para que las nuevas elites políticas y culturales se dieran a la tarea de reinterpretar la nueva forma de concebir lo mexicano.
Vasconcelos comandó los primeros empeños para localizar la nueva imagen de lo mexicano, se destacó la figura del indio, del mestizo, del ranchero y del campesino, personajes que tuvieron un papel determinante para la consolidación del nuevo Estado.[2]
Lo importante de esta labor cultural era enfatizar un nuevo nacionalismo, el cual tratara de integrar a toda la población mexicana, ya que para las nuevas autoridades era de vital importancia que la nueva imagen jugara un papel pedagógico y patriótico en donde se identificara la sociedad, se resaltó la imagen del Charro y el de la China poblana, expresiones artísticas como las de los muralistas que trataron de representar la imagen del México contemporáneo; escritores y ensayistas como Octavio Paz. [3]
Todos estos modelos sirvieron y tuvieron un impacto directo dentro de la identidad mexicana. Sin embargo como lo menciona Samuel Ramos:
Carecería de fundamentos suponer en México, ya no la existencia, sino aun la mera posibilidad de una cultura de primera mano, es decir original, porque sería biológicamente imposible hacer tabla rasa de la constitución mental que nos ha legado la historia. No nos tocó venir al mundo aislados que, sin ser obra nuestra, se nos impuso, no por un azar, sino por tener con ella una filiación espiritual… [4]
Con forme pasaban los años de la consolidación del Estado mexicano la sociedad empezaba a adquirir nuevos matices, el campo dejaba de ser la zona privilegiada y prioritaria de las personas y del gobierno, mientras que las ciudades se convertían en la tendencia modernizadora y el principal foco de crecimiento demográfico.
Ya para este periodo se puede observar un intenso interés por parte de un sector de la sociedad de alcanzar la “modernidad” copiando de otros países costumbres, tradiciones y actividades, como ir de shopping, hacer viajes a Estados Unidos, tener autos modernos y distinguidos o bien bailar Rock n roll.[5]
Otro problema que se generó y que ayudo a la trasformación de la juventud fue la crisis del autoritarismo del régimen, los cuales tuvo resonancia paralela en la familia de clase media que también experimento los conflictos de la disensión juvenil.[6]
Para mediados del siglo México vivía grandes transformaciones políticas, sociales, económicas y culturales los cuales se vieron reflejadas en la sociedad mexicana.[7]
En el aspecto internacional México se encaminaba a una relación muy estrecha con los Estados Unidos, en lo económico, político y cultural, de igual forma en un contexto de altas tenciones internacionales por la Guerra Fría el gobierno de Washington presiono al mexicano para que se acoplara a las políticas de Estados Unidos. La política del buen vecino favorecía la inversión de capital extranjero, eran los años en que se establecían las primeras sucursales de las grandes cadenas comerciales norteamericanas como Sears, y Roebuck.
La ciudad de México impulsada por el modernismo en infraestructura pretendía parecerse a las ciudades de Estados Unidos, la llegada de la televisión, y la sinfonola allanaban el camino para transmitir la más reciente manifestación culturales internacionales.
La primera mitad del siglo XX en México se le podría considerar como la época de oro de la familia mexicana, ya que gracias a la estabilidad económica un sector amplio de la sociedad pudo adentrarse en la clase media, permitiendo que se conformaran familias numerosas las cuales se asentarían en colonias de valor medio adquisitivo y con grandes posibilidades de progreso.
Es por ello que en la familia mexicana prevaleció, durante un largo tiempo, valores familiares de añeja tradición que formarán en las personas ideas y concepciones del deber ser.
Para un amplio sector de la sociedad la familia era la piedra angular de la estructura social la cual debería de estar integrada por el padre, la madre y por los hijos. [8]
La familia mexicana de principios de siglo XX se caracterizaba en general por estar fuertemente ligadas con las prácticas sacramentales y litúrgicas, prácticas que se siguieron realizando en las zonas urbanas. Para la conformación de una familia era de vital importancia que hombre y mujer se unieran a través del matrimonio ya fuera religioso (primordialmente), o civil.
De las mujeres se esperaba que cumplieran con los deberes del hogar, si bien las mujeres para este periodo ya se adentraban en los estudios superiores era preferible dentro de la opinión pública que se dedicaran de lleno al hogar.
Para este periodo revistas como el Almanaque recomendaban a las mujeres estudiar bien a sus hombres ya que de esta manera sabrían de qué buena forma deberían de tratar a sus maridos. Se les recomendaba a las mujeres no recordarle a estos su estado matrimonial, hacerle sentir un estado de dependencia hacia él, darles comodidad, costumbres, buena comida, placer, un poco de celos y mucho amor.[9]
Mientras tanto de los varones se esperaba que culminaran con algún estudio a nivel superior (dependiendo el nivel económico de la familia) o bien que se dedicaran a alguna labor remunerada. Sobre todas las cosas se esperaba que fueran capaces de sostener económica y moralmente a su familia y que fuera capaz de demostrar su hombría teniendo muchos hijos. Por último de los hijos se esperaba que cumplieran con todo aquello que se les ordenara, se esperaba que fueran a la escuela y que ayudaran a algunas labores domésticas[10].
Para la familia mexicana la sexualidad y el erotismo son actos que se quedan en la imaginación. Lo eróticamente extremo para la sociedad mexicana de estos tiempos es el beso en la boca o la imagen de alguna actriz en traje de baño. En las casas mexicanas no se hablaba de sexo ni de sexualidad, eran temas que quedaban en el olvido y en el pudor.
El sistema educativo que se le impartía al joven mexicano predominaban valores como la obediencia, el sometimiento a la autoridad del padre, de los maestros, y en general de cualquier adulto. En los mismos libros de textos gratuitos que impartía la SEP se podía observar la forma en la que las autoridades concebían la idea de familia:
El padre: soy el jefe de la familia; quiero siempre lo mejor para mi esposa y mis hijos y trabajo todo lo que puedo para procurárselos.
La madre: Yo atiendo el hogar. Velo incansablemente por el bien de mis hijos y de mi esposo administro cuidadosamente el gasto de la casa. Cuido que todo este arreglado y que todos se sientan contentos. Me complace que mis hijos sean amables y trabajadores y que no desaprovechen cuantas oportunidades se les dan para su educación y mejoramiento.
Los hijos aseguran: Nosotros queremos ser buenos hijos. Honramos a nuestros padres; les demostramos cariño siendo respetuoso y obediente con ellos, y trabajadores en la casa y en la escuela. Toda familia es más feliz [11]
El Estado esperara de la juventud voluntad de saber y de trabajar, con acentuado patriotismo, rendirle homenaje a los héroes y a quienes trabajan para México, despreciar el descanso y rechazar la ociosidad.
Como se puede observar las normas sociales en las que se desenvolvía la juventud en México eran muy estrictas, sin embargo esto empezó a cambiar a finales de los años cincuenta con la llegada de una nueva expresión cultural, el aumento en la demografía (los jóvenes alcanzaron el 40% aproximadamente de la población total) y con la llegada de nuevas tecnologías que modificaron la vida cotidiana de la juventud. La juventud mexicana por primera vez se atrevía al autoanálisis, a la búsqueda de una identidad propia y a la definición personal dentro de la sociedad.[12]
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