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Fragmento: “Brevísima relación de la destrucción de las indias”


Enviado por   •  5 de Abril de 2018  •  Apuntes  •  1.327 Palabras (6 Páginas)  •  191 Visitas

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Fragmento: “Brevísima relación de la destrucción de las indias”

Descubriéndose las indias en el año de 1492 a 49 años que fueron a ellas cantidad de españoles, en la primera tierra donde entraron para hecho de poblar fue la grande y felicísima isla española que puede ser tierra poblada en el mundo. La tierra firme que está de esta isla por lo más cercano a doscientas e cincuenta leguas todas llenas como una colmena de gentes en lo que hasta el año de 41 se ha descubierto que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano. Todas estas universas e infinitas gentes a todo género creó Dios las más simples, sin maldades, ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad. En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su hacedor y criador así dotadas, entraron los españoles, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, que habiendo en la Isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas... La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas a las cuales no han tenido más respeto, ni de ellas han hecho más cuenta y estima, no digo que de bestias porque tuviera Dios que como bestias las hubieran tratado y estimado, pero como y menos que mierda de las plazas. De aquí comenzaron los indios a buscar maneras para echar los cristianos de sus tierras, pusieronse en armas que son harto flacas e poca ofensión e resistencia y menos defensa; los cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos ni dejaban niños y viejos ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra e de 13 en 13 a honori, reverencia de nuestro redentor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego los quemaban vivos. Un cacique e señor muy principal que por nombre tenía Hatuey atado a un palo deciale a un religioso de San Francisco algunas cosas de Dios y de nuestra fe, el cual nunca las había jamás oído. Lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban y que si quería creer aquello que le decían iría al cielo donde había gloria y eterno descanso e si no que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él pensando un poco, -preguntó al religioso- ¿si iban cristianos al cielo? -el religioso le respondió- que sí, que iban los que eran buenos- dijo luego el cacique sin más pensar- que entonces él no quería ir allá, sino al infierno.

Fray Bartolomé de Las Casas

Fragmento: “Brevísima relación de la destrucción de las indias”

Descubriéndose las indias en el año de 1492 a 49 años que fueron a ellas cantidad de españoles, en la primera tierra donde entraron para hecho de poblar fue la grande y felicísima isla española que puede ser tierra poblada en el mundo. La tierra firme que está de esta isla por lo más cercano a doscientas e cincuenta leguas todas llenas como una colmena de gentes en lo que hasta el año de 41 se ha descubierto que parece que puso Dios en aquellas tierras todo el golpe o la mayor cantidad de todo el linaje humano. Todas estas universas e infinitas gentes a todo género creó Dios las más simples, sin maldades, ni dobleces, obedientísimas y fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bullicios, no rijosos, no querulosos, sin rencores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo. Son asimismo las gentes más delicadas, flacas y tiernas en complisión e que menos pueden sufrir trabajos y que más fácilmente mueren de cualquiera enfermedad. En estas ovejas mansas, y de las calidades susodichas por su hacedor y criador así dotadas, entraron los españoles, como lobos e tigres y leones cruelísimos de muchos días hambrientos. Y otra cosa no han hecho de cuarenta años a esta parte, hasta hoy, e hoy en este día lo hacen, sino despedazarlas, matarlas, angustiarlas, afligirlas, atormentarlas y destruirlas por las extrañas y nuevas e varias e nunca otras tales vistas ni leídas ni oídas maneras de crueldad, que habiendo en la Isla Española sobre tres cuentos de ánimas que vimos, no hay hoy de los naturales de ella doscientas personas... La causa porque han muerto y destruido tantas y tales y tan infinito número de ánimas los cristianos, ha sido solamente por tener por su fin último el oro y henchirse de riquezas en muy breves días e subir a estados muy altos e sin proporción de sus personas por la insaciable codicia e ambición que han tenido, que ha sido mayor que en el mundo ser pudo, por ser aquellas tierras tan felices e tan ricas e las gentes tan humildes, tan pacientes y tan fáciles a sujetarlas a las cuales no han tenido más respeto, ni de ellas han hecho más cuenta y estima, no digo que de bestias porque tuviera Dios que como bestias las hubieran tratado y estimado, pero como y menos que mierda de las plazas. De aquí comenzaron los indios a buscar maneras para echar los cristianos de sus tierras, pusieronse en armas que son harto flacas e poca ofensión e resistencia y menos defensa; los cristianos con sus caballos y espadas e lanzas comienzan a hacer matanzas e crueldades extrañas en ellos. Entraban en los pueblos ni dejaban niños y viejos ni mujeres preñadas ni paridas que no desbarrigaban e hacían pedazos como si dieran en unos corderos metidos en sus apriscos. Hacían unas horcas largas que juntasen casi los pies a la tierra e de 13 en 13 a honori, reverencia de nuestro redentor e de los doce apóstoles, poniéndoles leña e fuego los quemaban vivos. Un cacique e señor muy principal que por nombre tenía Hatuey atado a un palo deciale a un religioso de San Francisco algunas cosas de Dios y de nuestra fe, el cual nunca las había jamás oído. Lo que podía bastar aquel poquillo tiempo que los verdugos le daban y que si quería creer aquello que le decían iría al cielo donde había gloria y eterno descanso e si no que había de ir al infierno a padecer perpetuos tormentos y penas. Él pensando un poco, -preguntó al religioso- ¿si iban cristianos al cielo? -el religioso le respondió- que sí, que iban los que eran buenos- dijo luego el cacique sin más pensar- que entonces él no quería ir allá, sino al infierno.

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