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Informe de lectura. Desarrollo del lenguaje


Enviado por   •  8 de Diciembre de 2018  •  Documentos de Investigación  •  4.991 Palabras (20 Páginas)  •  604 Visitas

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Universidad Cristiana Evangélica Nuevo Milenio

Asignatura:

Psicología del desarrollo

Tema:

Informe de lectura

Catedrática:

Lic. Wendy Yamileth Jiménez

Alumna:

Laury Marian Bustillo Juárez

Número de cuenta:

118070028

Fecha:

Martes 20 de noviembre del 2018

Informe de lectura

  1. Como aprenden hablar los niños y que factores contribuyen en este proceso.

Desarrollo del lenguaje

El lenguaje es un sistema de comunicación basado en palabras y una gramática. Cuando los niños conocen las palabras, las usan para representar objetos y acciones. Pueden reflexionar sobre personas, lugares y cosas, y comunicar sus necesidades, sentimientos e ideas con el fin de ejercer mayor control sobre su vida.

El crecimiento del lenguaje ejemplifica la interacción de todos los aspectos del desarrollo. A medida que maduran las estructuras físicas necesarias para producir sonidos y se activan las conexiones nerviosas necesarias para asociar sonidos y significados, la interacción social con los adultos introduce a los bebés en la esencia comunicativa del habla.

Secuencia del desarrollo del lenguaje inicial

Antes de que los bebés pronuncien palabras, dan a conocer necesidades y sentimientos mediante sonidos que van del llanto a los arrullos y balbuceos, hasta la imitación accidental y la deliberada. Estos sonidos se llaman habla prelingüística. También se incrementa su capacidad para reconocer y entender los sonidos articulados del habla y hacer gestos significativos. Los niños dicen su primera palabra hacia el final del primer año y empiezan a hablar con frases de ocho meses a un año después.

Primeras vocalizaciones                El llanto es el único medio de comunicación del recién nacido. Los distintos tonos, patrones e intensidades señalan hambre, sueño o enojo. Entre las seis semanas y los tres meses, los bebés comienzan a arrullar cuando están contestos: chillan, gorjean y profieren sonidos vocales como “ahhh”. Entre los tres y los seis meses comienzan a jugar con sonidos articulados que corresponden a los sonidos que oyen de los demás.

El balbuceo (repetición de cadenas de consonante y vocal, como “ma-ma-ma-ma”) ocurre entre los seis y los 10 meses. Aunque muchos lo confunden con las primeras palabras del bebé, el balbuceo no es un lenguaje real, puesto que para él no comunica ningún significado.

La imitación es clave cuando se empieza a aprender a hablar. Primero, los niños imitan accidentalmente los sonidos del lenguaje y luego se imitan repitiéndolos. Luego, de los nueve a los 10 meses, imitan de manera deliberada los sonidos sin entenderlos. Cuando tienen un repertorio de sonidos, los concatenan en patrones que suenan como el idioma pero parece no tener sentido. Por último, cuando los niños se familiarizan con los sonidos de palabras y frases, comienzan a asignarles significados.

Percepción de sonidos articulados y estructuras lingüísticas                La imitación de sonidos del lenguaje requiere tener la capacidad de percibir diferencias sutiles entre sonidos, y los niños la poseen desde que nacen o incluso antes. Parece que su cerebro está predispuesto para discriminar las unidades lingüísticas básicas, percibir patrones lingüísticos y clasificarlos como parecidas o diferentes.

Al parecer, la discriminación sonora comienza in útero. Experimentos indican que oír la “lengua materna” antes del nacimiento podría afinar el oído de los niños para captar esos sonidos.

Al principio, los infantes discriminan los sonidos de cualquier idioma; sin embargo, con el tiempo, la percepción y categorización constantes dedican las redes nerviosas a insistir en el aprendizaje de los esquemas de la lengua materna del niño y restringe el aprendizaje posterior de otros idiomas.

De los seis a los siete meses los bebés aprenden a reconocer alrededor de 40 fonemas o sonidos básicos, de su lengua y a adaptar las ligeras diferencias de los distintos hablantes de esos sonidos. La capacidad de discriminar los sonidos de la lengua materna en esta edad pronostica las diferencias individuales de capacidades lingüísticas durante el segundo año, lo que no ocurre con sonidos de otros idiomas.

Entre los 10 y 12 meses, los bebés pierden la sensibilidad a sonidos que no son parte del o los idiomas que está acostumbrado a oír. Por ejemplo, los infantes japoneses dejan de distinguir entre “ra” y “la”, una diferencia que no se da en japonés. La capacidad de percibir sonidos diferentes de la lengua materna no se pierde por completo, pero el cerebro ya no los distingue de manera automática. ¿Cómo se produce este cambio? Una hipótesis, justificada por estudios conductuales e imágenes de barridos cerebrales, es que los infantes “calculan” mentalmente la frecuencia relativa de determinadas secuencias fonéticas de su lengua y aprenden a hacer caso omiso de las menos frecuentes.

Durante la segunda mitad del año, los bebés comienzan a tomar conciencia de las reglas fonológicas de su idioma: cómo se organizan los sonidos del habla. El resultado de una serie de experimentos señala que es probable que los niños tengan un mecanismo para discernir reglas abstractas en las estructuras de las frases.

Gestos        Antes de hablar, los bebés señalan. A los 11 meses, Maika señalaba su taza para indicar que la quería. También señalaba a un perro que meneaba la cola con un gesto que usaba para comunicar a su madre algo que le interesaba. A los 12 meses, señalaba una pluma que su hermano había dejado caer y que ella había visto. Este gesto de señalar para comunicar información mostraba que entendía algo sobre el estado mental de la otra persona y quería ayudar, lo que es una indicación temprana de cognición social. 

A los 12 meses, Maika aprendió algunos gestos convencionales: decir adiós con la mano, mover la cabeza de arriba abajo para afirmar y sacudirla a los lados para negar. Hacia los 13 meses, usaba gestos representacionales más elaborados: por ejemplo, se llevaba una taza vacía a los labios para hacer patente que quería beber o levantaba los brazos para mostrar que quería que la cargaran.

Los gestos simbólicos, como soplar para indicar caliente o respirar hondo para decir flor, aparecen al mismo tiempo que los niños dicen sus primeras palabras y funcionan en buena medida como palabras. Cuando emplean estos gestos, los bebés entienden que los símbolos se refieren a objetos concretos, sucesos, deseos y condiciones. En general, los gestos aparecen antes de que los niños tengan un vocabulario de 25 palabras y desaparecen en el momento en que aprenden la palabra con que se dice la idea que expresaban gesticulando y que entonces ya pueden decir ellos mismos.

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