La Prueba Enlace
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LA PRUEBA ENLACE: una pésima medicina para un sistema educativo enfermo. La necesidad de otra evaluación.
LA PRUEBA ENLACE: una pésima medicina para un sistema educativo enfermo. La necesidad de otra evaluación.
Hugo Aboites1 3 de Mayo 2009
I. Introducción
La Secretaría de Educación Pública argumenta que la prueba Enlace es un Examen Nacional del Logro Académico en Centros Escolares que permite conocer la realidad de la educación mexicana y así generar iniciativas para mejorar su calidad. Sin embargo, esta prueba que anualmente se aplica a más de once millones de niños y jóvenes, trae consigo problemas importantes y un mayor deterioro para las condiciones de trabajo de los docentes y para la educación mexicana. Enlace viene a ser la corona de la fallida estructura de evaluación de la educación que en México se creó desde el comienzo de los años noventa y, junto con la certificación de los maestros (otra evaluación semejante), es también uno de los soportes más importantes de la muy cuestionada Alianza por la Calidad de la Educación (ACE). No es provechosa ni para los maestros ni para los estudiantes.2 En este escrito se presentan algunos de los problemas que tienen exámenes como Enlace para los maestros, estudiantes y la educación en general. Toca a maestros, estudiantes y comunidades criticar, precisar, ampliar y profundizar este escrito esencialmente provisorio.
II. Los principales problemas de la prueba Enlace
1. Confunde evaluación con medición
La evaluación debe ser un proceso constante, que tenga en cuenta todos los elementos que influyen en la educación: desde el estado de los pizarrones y el tipo de materiales pedagógicos disponibles, hasta el trabajo de los niños, jóvenes y de los maestros pasando por el papel de los directivos, de las normas y disposiciones de la SEP, la
1 Doctor en educación, profesor/investigador del Depto. de Educación y Comunicación, Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco. El autor es el único responsable de lo que aquí se presenta, pero agradece la contribución de la profesora Elvia Zúñiga de la Revista Palabra y Realidad del Magisterio. 2 Aquí se habla de estudiantes para incluir a los niños y jóvenes desde preescolar hasta secundaria. La palabra “alumno”, aunque es muy usada, tiene el problema de que recuerda el significado sumamente pasivo de su posible origen etimológico del latín: el niño sería a lumen, alguien sin luz, o, más probablemente, alumnus (del verbo alere) alguien que debe ser pasivamente alimentado. Estudiante, en cambio, proviene del verbo studeo que significa desear ardientemente, y estudiante sería quien se aplica apasionadamente (a conocer, en este caso). Hay implicaciones pedagógicas muy distintas sobre cómo debe ser tratado el niño desde cada una de estas dos distintas perspectivas.
influencia de la familia y la comunidad, etc. Es, además, parte integral del proceso educativo pues sirve para orientar y dar respuesta a las necesidades de los estudiantes. En cambio, mediciones estandarizadas como Enlace, ocurren una vez al año, se enfocan sólo a partes muy reducidas de los temas de estudio y están colocados fuera de contexto. Buscan etiquetar con un valor numérico al estudiante, a través de la medición de la capacidad de retención que este tiene respecto de algunas muy limitadas informaciones. Utiliza reactivos (preguntas) de respuesta predeterminada a sólo cuatro opciones posibles (reactivos de opción múltiple) que fomentan la pasividad y no la búsqueda de respuestas a los interrogantes del conocimiento. Una evaluación real, por otro lado, no consiste sólo en exámenes o trabajos en el aula –aunque estos son muy importantes-, sino que idealmente debería también ser un proceso colectivo y dinámico dentro y fuera del aula, abierto a la participación de estudiantes, maestros, padres de familia, comunidades y directivos, y que puede utilizar una gran variedad de instrumentos colectivos e individuales. La medición, en cambio, es esencialmente individualista, externa al proceso educativo, ajena a sus actores principales y eminentemente pasiva y solitaria.
2. Es una evaluación parcial y superficial
Dos o tres reactivos (preguntas) por cada uno de los temas o sub-temas del programa no son suficientes para evaluar un proceso de conocimiento que por su misma naturaleza es amplio y complejo. Un par de reactivos muy específicos sobre la localización o las funciones de los órganos del cuerpo humano, por ejemplo, no permiten saber si el estudiante tiene una comprensión global apropiada sobre el cuerpo humano y su funcionamiento.
Un ejemplo puede servir para ilustrar esta parcialidad. Supongamos que un maestro decide llevar a sus niños a la Alameda Central en la C. de México (o a la plaza principal en cualquier poblado o ciudad de la república). Allí los niños contemplan las numerosas estatuas, los jardines, las fuentes, el impresionante monumento a Benito Juárez, la torre Latinoamericana y el Palacio de Bellas Artes. Con esto, los estudiantes conocen sobre la época de la Reforma y acerca de la ingeniería mexicana como esta se refleja en Bellas Artes y en la torre Latinoamericana. Además, escuchan se enteran de que durante la Colonia la Alameda la Alameda era el lugar donde la Inquisición quemaba vivas a las personas consideradas como herejes y aprenden, además, que durante el porfiriato este jardín estaba cercado para impedir que personas de extracción humilde ingresaran y molestaran el paseo dominical de las familias acomodadas. Para rematar la visita, acuden a ver el espléndido mural de Diego Rivera titulado “Sueño de una tarde de Domingo en la Alameda” donde aparece una gran cantidad de personajes de la historia nacional. Los niños terminan el día agotados pero entusiastas porque han podido asomarse de manera concreta a la historia del país y ver cómo se combinan en ella opresiones y luchas de empancipación. Más tarde en sus casas completan la interacción que genera el conocimiento, comentando con sus padres lo que vieron e hicieron en esa visita.
Conciente de que hubo un intenso proceso de conocimiento, al día siguiente el maestro decide hacer un examen y, para estar a la moda, opta por la opción múltiple. Para ello tiene en cuenta una de las reglas principales de construcción de este tipo de exámenes: las preguntas deben ser muy específicas y precisas a fin de que las respuestas sean igualmente concretas y no haya posibilidad de confusiones. Descarta preguntar sobre la reforma o la ingeniería mexicana porque al intentar hacer las preguntas se da cuenta de que es muy difícil encasillar temas de ese tipo en la opción múltiple. Así que, para estar totalmente seguro de que es muy claro, decide que lo mejor es hacer una pregunta en términos cuantitativos. Así que ese día sus azorados estudiantes se enfrentan a la siguiente interrogante: “¿Cuántas bancas hay en la Alameda Centra?: A) 40; B) 50; C) 60; D) 70.” La pregunta es técnicamente perfecta, pues no da lugar a confusiones y pretende medir qué tan atentos estuvieron los niños en el paseo, pero ciertamente está muy lejos de reflejar el dinamismo integral del proceso educativo que tuvo lugar durante ese día y su medición no sólo se refiere a una pequeña parte de la realidad sino que además es sumamente superficial por intrascendente. Por eso es una pregunta difícil, y sólo algunos de los niños –por mero azar- aciertan a respoderla. Y eso es precisamente lo que hace un examen de opción múltiple: se fija en aspectos muy parciales, superficiales y concretos, algunos fáciles otros muy difíciles, pero no va al fondo, a la sustancia del proceso. Enfatiza la memorización, no la comprensión de los fenómenos sociales y naturales.
El propio fundador del Centro Nacional para la Evaluación de la Educación Superior (Ceneval), decía que para evaluar “se optó por utilizar la modalidad de exámenes de opción múltiple, aunque hay plena conciencia de que otras estrategias son más precisas y profundas”3 También la misma SEP acepta que estas pruebas son muy limitadas, pues en el documento “Prioridades y retos de la educación básica, Curso básico de formación continua” reconoce que una de “las fuertes críticas que reciben las pruebas como PISA
o ENLACE es que estas miden aspectos desde el ámbito cuantitativo y no desde el cualitativo.” Y admite que “los resultados de las evaluaciones estandarizadas” son “información necesaria pero no suficiente”. Finalmente, dice que para evaluar “pueden considerarse otros elementos sustantivos de la evaluación por medio de pruebas que midan los conocimientos, habilidades y competencias de formas menos cuantitativas y más cualitativas” (Pág.24.Subrayado nuestro).
El problema, sin embargo, es que de hecho la prueba Enlace y no los resultados en otras evaluaciones cualitativas que hace el maestro o la propia SEP son las que se consideran como indicadores únicos para determinar el desempeño del estudiante (como aparece en el reporte personalizado). Con el examen estandarizado se mide qué tan empeñoso y talentoso es el profesor, cuál deberá ser, por tanto, su ingreso económico y cuál es el lugar que ocupa la escuela entre otras de la zona, en la entidad federativa y en el país. Aunque de palabra se diga que hay que completar la prueba Enlace con otros instrumentos, en los hechos el mensaje es muy claro, en el sentido de que Enlace es la principal y prácticamente la única evaluación reconocida.
3. Es una medición de muy baja calidad
La prueba Enlace contiene preguntas que, además de mostrar la tendencia a fijarse en detalles que pueden ser irrelevantes, están mal hechas. Esto ocurre porque –como se
3 Gago Huguet, Antonio: “Algunas experiencias
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