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La Tensión Oralidad -escritura

maite282313 de Diciembre de 2014

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Ciencias Morales de Martín Kohan: metaforización simbólica de la memoria

La novela Ciencias Morales de Kohan engarza aspectos de la historia político social (la guerra de Malvinas-la represión- las excesivas reglas imposibles de transgredir) y permite elaborar, mediante la recreación de ese mundo escondido detrás de la mentira de “lo moral”, una visión del presente en relación a aquel pasado. El lector amplía su horizonte de experiencias y expectativas, que se traducen en descubrir la ironía en el tratamiento del tema, en la elección del ámbito y en la forma de segmentar la narración. Desde la ficción, Kohan irrumpe como la contracara, la antítesis de lo que “debe ser”, y muestra, literariamente, “el patio de atrás” del colegio más prestigioso del país, y la cara oculta de algunos personajes: María Teresa y Biasutto. En efecto, en la novela se ironiza sobre lo moral y se muestran no sólo la represión pública, sino la represión de cuestiones del ámbito privado e interior.

En este trabajo nos detendremos en el análisis de la novela y en cómo orientar a los estudiantes en el texto, para activar la memoria en relación al momento señalado como histórico y aceptado como tal: su impronta en las reglas impuestas, las directivas de las autoridades, las actividades escolares y los personajes que se muestran en la historia de Martín Kohan. Todo ello para que los alumnos visualicen e interpreten los vericuetos empleados por el autor para que su obra pueda ser entendida como simbolización metafórica de la memoria.

Con respecto a la memoria, si tomamos como referencia la tesis de Maurice Halbwachs, que sintetiza Paolo Jedlowsky (4), podemos decir que la memoria colectiva, en primer lugar, está inscripta en marcos de referencia colectivos, especialmente, el lenguaje. En segundo lugar, la memoria conserva el pasado a través de procesos de selección e interpretación, de allí que sea reconstrucción. Y por último, que la memoria cumple una función para la identidad social.

De esta manera, podemos decir que para este autor la memoria es seleccionar, interpretar y transmitir ciertas representaciones del pasado, producidas y conservadas desde el punto de vista de un grupo social determinado. A esta definición debemos sumar las prácticas, es decir aquellas experiencias que actualizan el pasado a través de manifestaciones concretas. Por lo tanto, la memoria es práctica, y se inscribe, como señalamos anteriormente, en un marco de referencia concreto, el lenguaje. Es por eso que la literatura como práctica, o artefacto según Hugo Vezzetti (8), permite de manera especial, vincular ese pasado con el presente. En esta experiencia encuadramos la novela de Martín Kohan.

También, con respecto a la memoria, en Los trabajos de la memoria, Elizabeth Jelin, después de hacer un análisis de los temas y las formas de tratamiento de las temáticas del pasado vinculadas a la memoria, señala que, como ya lo expresara Todorov, existe una memoria literal y una memoria ejemplar. Mientras que la memoria literal queda encerrada en sí misma, en el momento, las personas, los detalles del acontecimiento; la memoria ejemplar significa superar el dolor causado, aprender de él y derivar acciones para el presente, y emprender una elaboración de la memoria, de tal manera que posibilite una ampliación de experiencias y expectativas.

En ese sentido, creemos que la novela de Kohan transforma esa memoria literal en ejemplar, ya que engarza aspectos de la historia político social (la guerra de Malvinas-la represión --a través de las “secretas” listas negras--, o las excesivas reglas imposibles de transgredir) y permite elaborar, mediante la recreación de ese mundo que se esconde detrás de la mentira de “lo moral”, una visión del presente en relación a aquel pasado –ficcional, por cierto-. Es el lector el que, después de Ciencias morales amplía su horizonte de experiencias y expectativas, que se traducen en descubrir la ironía en el tratamiento del tema, en la elección del ámbito, en la forma de segmentar la narración, ello en alusión a los títulos de los diferentes capítulos: Juvenilia, Ciencias Morales, Imaginaria, La manzana de las luces y Séptima hora.

Así, si reparamos en la historia del lugar en que se desarrollan los hechos, observamos que en 1823, el colegio más antiguo de Bs As., nacido en el S. XVII de una idea de los jesuitas, se convertía en el Colegio de Ciencias Morales, con dependencia de la UBA, creada en 1821. En 1863 y después de que estuviera disuelto por unos años, se creaba el Colegio Nacional Buenos Aires. En ambos casos, la apertura posibilitaba la incorporación de “alumnos del interior” o “niños pobres”, terminología con la cual podría iniciarse una línea de trabajo para analizar en otro momento. Si atendemos al decreto fundacional del Colegio Nacional por parte del Presidente Mitre, se advierte que la finalidad fue la de ofrecer estudios y preparación “adecuada” para aquellos que seguían carreras de un nivel superior. Asimismo se refiere que la creación lo es “sobre la bese del Colegio Seminario y de Ciencias Morales”.

De una interpretación de las simientes del colegio, se infiere rápidamente que el espacio, la escuela, es considerado –en el documento histórico- como un lugar cargado de principios y valores teñidos con concepciones eclesiásticas en los términos de bueno/malo, premios/castigos, etc., y de una preparación no exenta de orden y disciplinamiento del hombre bueno, del hombre intelectual, física y moralmente sano.

En ese marco de concepciones rigurosas, impositivas, en que existe una fuerte idea de autoridad, superiores, clima verticalista, en que se tiende hacia una regularidad, y se imprime un gran control, porque nada debe quedar librado al azar, Ciencias morales, desde la ficción, de Martín Kohan irrumpe como la contracara, como la antítesis de lo que “debe ser”, y muestra, literariamente, “el patio de atrás” del colegio más prestigioso del país, y la cara oculta de por lo menos dos personajes de ese lugar: María Teresa y Biasutto. En efecto, en la novela se ironiza sobre lo moral y se muestran, no sólo la represión pública, sino la represión de cuestiones del ámbito de lo privado e interior.

Para ello se vale básicamente de un marco temporal, que hasta el capítulo final aparece de sesgo, cual es el de la preparación y desarrollo de la guerra de Malvinas y su influencia en las acciones propias del colegio, pues el proceso militar, con su carácter sistemático, se ha instalado en el Nacional Buenos Aires y deja su impronta en las reglas, las directivas, las actividades escolares y, con mayor fuerza en los personajes de María Teresa y el señor Biasutto, jefe de preceptores.

Como lectores, debemos observar las informaciones de tiempo que el narrador presenta, dotadas, en principio, de imágenes y pocas palabras, a medida que se trasladan más hacia el sur, se transforman en imágenes de paisajes alusivos, porque se han terminado las palabras. Entonces, ¿cómo decir lo que sucedía en Malvinas? Se parte de una imagen del obelisco, ícono de la gran ciudad y se concatena con imágenes correspondientes a los lugares –muchos de ellos unidades militares-, que ubican en cuanto al desplazamiento hacia el lugar del conflicto.

Con ese espacio y tiempo como telón de fondo, aparece en primer plano el colegio como prolongación del país, es como la “patria” en un ámbito más pequeño. Y hay una focalización mayor: el interior de los espacios que recorren María Teresa, en su obsesión por el control, que, también como el reverso de una fotografía, le permite “descontrolarse”, es decir, vivir toda su sexualidad reprimida. En tanto Biasutto –gran colaborador con el régimen de la represión, en la elaboración de “listas negras”- muestra su impotencia como hombre. Lo hace de la manera más horrorosa: viola a María Teresa, en el lugar en que ella cumple con la “Imaginaria”. Además, como demostración de autoridad. Es el correlato, creeríamos, de los tantos hombres que, en otro ámbito –los centros de detención clandestinos, las unidades militares, por ejemplo- cometían este y otros horrores.

Finalmente, queremos hacer una alusión al final de la novela. Los personajes se alejan -ahora ya Francisco, hermano de María Teresa, es personaje en presencia-. Una vida nueva para ambos; parece dejar en la memoria el pasado, para construir un presente, con nuevas experiencias y expectativas.

En este sentido, entonces, y en relación a las categorías de memoria literal y memoria ejemplar, deseamos especificar que los hechos históricos a los que apela el autor para producir la novela son de trascendental importancia para la historia argentina y se convirtieron, por su naturaleza y particularidades, en hitos, en circunstancias cruciales que dejaron y dejan una marca indeleble en los seres, las cosas y las instituciones.

En Ciencias Morales, la recuperación de la historia le permite al autor traer al presente acciones, estereotipos y sitios de referencia que se conjugan para generar una simbolización de la memoria, es decir, que dejó de tener existencia concreta para convertirse, a través de la ficción, en un símbolo ideológico que concentra aspectos sociales y políticos del país.

Debe destacarse que no es casual esta técnica de producción, sino que es una ley motiv que el autor reproduce a lo largo de su obra. Por ejemplo, en Los cautivos, el exilio de Echeverría, obra en la que se recupera al autor de El Matadero, y La cautiva para desmitificar su figura y su obra, ya que ubica al personaje de la novela, un escritor, en una situación concreta, histórica – el exilio-, lo coloca en

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