Paradigmas
Enviado por daniyael • 11 de Junio de 2014 • 5.258 Palabras (22 Páginas) • 370 Visitas
Concepciones filosóficas que fundamentan teorías de enseñanza:
· la tradición positivista,
· la tradición humanística o hermenéutica,
· las concepciones críticas,
· el impacto del pensamiento posmoderno.
REFLEJO DE LOS PARADIGMAS CONSENSUADOS EN EL CONOCIMIENTO PEDAGÓGICO
Herrán, A. de la, Hashimoto, E., y Machado, E. (2005). Investigar en Educación. Fundamentos, aplicación y
nuevas perspectivas. Madrid: Editorial Dilex (capítulo 11).
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ANÁLISIS DE LOS PARADIGMAS EDUCATIVOS CONSENSUADOS
Algunos autores expresan que los grandes paradigmas científicos se han proyectado en el conocimiento
pedagógico dualmente, o sea, isomórfica y unívocamente. Es el caso de C. Wolf (1999), quien organiza la
educación en dos confrontaciones pedagógicas, en las que subyace la dualidad cuantitativo-cualitativo: Por
ejemplo, el discurso de W. Dilthey (1986) los organiza en Empírico y Humanista, y M. Horkheimer (1973) se
refiere a la organización epistemológica Positivista versus la Crítica.
El conocimiento compartido más generalizado coincide globalmente con el esquema dual de M. Horkheimer
(1973), pero con una organización distinta, si se quiere, algo más elaborada. Así, el consenso científico
subyacente entiende que los grandes paradigmas han repercutido y se han reflejado en el conocimiento
pedagógico organizándolo en tres haces o líneas principales, que no obstante considero formulables en dos, con
una subdivisión. En consecuencia:
a) El paradigma cuantitativo o positivista se ha proyectado en el llamado homónimo “paradigma” positivista o
tecnológico.
b) El paradigma cualitativo se ha proyectado en los denominados: “Paradigma” interpretativo, “paradigma”
crítico o sociocrítico y “paradigma” postmoderno.
Ésta es la distribución que más se ha extendido, y que se ha promovido, desde la óptica sociocrítica de la
Escuela de Francfort. Otros autores, como A. Medina (1995) o S. de la Torre (1993) lo expresa así, añaden una
cuarta opción comprensiva:
(Fuente: Elaboración propia, a partir de S. de la Torre (1993, p. 23, adaptado)
El alcance de los paradigmas consensuados en el conocimiento pedagógico satura la forma de comprender y
desarrollar la mentalidad de investigadores y/o profesores, la práctica de la investigación (incluye innovación),
la formación (incluye enseñanza y aprendizaje didáctico, currículum, evaluación, etc.).
i REFLEJO DEL PARADIGMA POSITIVISTA EN LA EDUCACIÓN
DENOMINACIONES. “Técnico” (Habermas, Mc Donald, Reid, etc.), “Tecnológico” (Barton, House, etc.),
”Tradicional” (Pinar), ”Dogmático” (Quintanilla), ”Positivo” o “Positivista” (Guba, Escudero, Marrero,
Contreras, etc.), ”Cuantitativo” (Guba, Benedito, etc.), “Empírico-analítico” (Popkewitz, Escudero),
“Científico-técnico” (Escudero), “Reproductiva” (Escudero).
PRIMERA APROXIMACIÓN. En el conocimiento pedagógico, la posición positivista ha predominado desde
mediados de siglo XX hasta entrados los años 80, en que han ido cuajando progresivamente las críticas, tanto
filosóficas como estrictamente metodológicas. Expongamos en primer lugar algunas concreciones de carácter
fundamentador. Según J. Arnal, D. del Rincón, y A. Latorre (1994, pp. 84, 85, adaptado), los principios del
paradigma positivista en la investigación educativa se puede traducir en que:
a) La objetividad es una constante del proceso de investigación, desde su diseño, la planificación, la recogida
de datos, su análisis e interpretación, etc., y de los procedimientos de investigación, que deben ser públicos y
fiables, o sea, replicables y no sujetos a contextos o investigadores distintos.
b) La evidencia empírica replicable y fiable sustituye a las fuentes de autoridad, el sentido común o el
razonamiento especulativo.
c) Se pretende medir y traducir cuantitativamente, para generalizar los datos mediante modelos estadísticos, en
términos de probabilidad.
El enfoque pretende conseguir para la investigación educativa las mismas ventajas que han hecho de las
ciencias naturales y de las tecnologías una fuente abundante de beneficios para la humanidad (N.L. Gage,
1993b, p. 223, adaptado), de tal modo que “La función social de la educación es subalterna al modelo socioeconómico
del mercado” (N. Bembenaste), y los sistemas educacionales del capitalismo no tienen como
objetivo “el sentido”, es decir no se interesan por mostrar el papel de lo intersubjetivo, de lo intrasubjetivo en la
formación del sujeto cognoscente, ni se preocupa por explicitar la función social del conocimiento y de cómo
este influye en la calidad de vida de los sujetos.” El mercado cada vez más, se interesa por la educación, como
“capacitación” que promueve el Estado, responde a las demandas sociales y para ellas se orienta. La formación
y el conocimiento se
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