Paris No Se Acaba Nunca
laurita.ks1930 de Agosto de 2013
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Todo se acaba, todo menos París, me acompaña siempre, me persigue, significa mi juventud. Vaya a donde vaya, viaja conmigo, es una fiesta que me sigue. Ya puede acabarse este verano, que se acabará. Ya puede hundirse el mundo, que se hundirá. Pero mi juventud, pero París no ha de acabarse nunca. Qué horror”.
Enrique Vila-Matas
París también comúnmente llamada la ciudad del amor, es considerada también como el origen de la cultura y literatura. Para muchos artistas y escritores, París es la base de inspiración de sus obras. Así también lo es para el autor barcelonés Enrique Vila-Matas. Éste es uno de los autores europeos más valorados e influyentes. Su gusto por los juegos metaliterarios, el dominio de la ironía y el uso de la imaginación lo hacen único.
La obra de Hemingway París era una fiesta le sirve de guía a Vila-Matas para su novela París no se acaba nunca. Al mismo tiempo se recuerda en ellas sus años como escritores principiantes en la capital de Francia. Con un tanto de tono irónico Vila-Matas cuenta lo empeñado que estaba con la idea de querer ser Hemingway: “Decidí que sería cazador, pescador, reportero de guerra, bebedor, gran amante y boxeador, es decir, que sería como Hemingway”
La influencia de Hemingway, como se ha visto, empezó en Vila Matas en sus años de la juventud, algo que se refleja en su obra La asesina ilustrada, y en su ideología. Se acordaba, por ejemplo, de la teoría de Hemingway, según la cual, cuando uno está borracho dice “buenas frases”. Vila Matas pudo hacer esa experiencia cuando fue un día al taller de coches y se encontró al mecánico y a su mujer borrachos. Dos frases que ellos pronunciaron se pueden leer ahora en su libro de la asesina: “A esos perritos les encantan las rodillas“ y ”¿Esperar a mañana? El mañana es hoy “Vila Matas hizo también suya la teoría de Hemingway de que…
Las frases que se presentan en el momento preciso sin que se sepa de dónde vienen, son el dividendo inesperado, el fantástico empujoncito que mantiene activo a un escritor.
Los datos y referencias sobre Hemingway invaden en la obra en reiteradas ocasiones y en la mayoría de las veces bajo la identidad del doble, de ese otro que quiere ser el narrador, de ese otro que fue su ídolo de juventud y a quien quiere seguir pareciéndose en su madurez. Sin olvidar que se inicia la novela con el concurso de dobles de Hemingway. La sombra del escritor norteamericano aparece y desaparece y protagoniza algunos capítulos como personaje “novelesco” y como escritor de referencia para el joven autor, en su periodo de aprendizaje, y para el autor adulto que vuelve a Hemingway una y otra vez.
El narrador hace lo que hace Hemingway, sigue al pie de la letra sus pasos y movimientos. Está ahí, en el mismo París, con la misma lluvia, entrando en el mismo café y estableciendo el primer gesto a su doble al vivir literalmente la misma situación. Más adelante se vuelve a establecer otra analogía al rememorar el episodio de Hemingway y Scoot Fitzgerald en los lavamanos del restaurante Michaud. Ahora, el narrador selecciona una anécdota del capítulo 19 de París era una fiesta y la traslada a su capítulo 4 de París no se acaba nunca, la inserta al hilo de la memoria, y se apropia de ella siendo él mismo el que vivencia la situación, a la que da un nuevo giro a través del humor:
Fui a París este agosto y, al pasar con mi mujer por la esquina de la rue Jacob con Saints- Pères, vino a mi memoria el célebre episodio en el que Hemingway, en los lavabos del restaurante Michaud, aprueba el tamaño de la polla de Scott Fitzgerald. Me acordaba con tanta precisión de esa escena de París era una fiesta que la repasé mentalmente a una gran velocidad y hasta sentí la tentación de mirarme la polla y, en fin, la repasé de forma tan veloz que en pocos segundos me quedé
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