Problema Educativo
fati0615 de Junio de 2015
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1. EL DIÁLOGO ENTRE EL PARADIGMA TRADICIONAL Y EL EMERGENTE
Los estudios y las prácticas de la dimensión comunicativa y educativa en los espacios museográficos pueden ser estudiados al reconocer la distinción entre las tesis del paradigma tradicional y el paradigma emergente en la conceptualización de los espacios museográficos.
El paradigma tradicional sostiene que (1) el museo es un apoyo que complementa la educación formal; (2) el objetivo de la visita es la obtención de conocimientos; (3) lo esencial de una exposición es su contenido; (4) el museo aspira a presentar el significado natural de las cosas; (5) las exposiciones aspiran a la objetividad; (6) la experiencia educativa se produce al ofrecer al visitante una representación del mundo clara y convincente; (7) la experiencia educativa durante la visita se reduce a la visión y el pensamiento; (8) la experiencia educativa se apoya en la autoridad de los expertos; (9) el museo es una ventana para conocer otras realidades, y (10) la experiencia museográfica consiste en recorrer la exposición dentro del museo.
El paradigma emergente, en cambio, sostiene que (1) el museo ofrece una experiencia educativa independiente de la educación formal; (2) el objetivo de la visita es múltiple y distinto en cada experiencia concreta; (3) lo esencial de una exposición es el diálogo que se produce entre el contexto del visitante y la experiencia de visita; (4) el museo debe mostrar el contexto social que produce el significado; (5) el museo debe dar cabida a la subjetividad y la intersubjetividad; (6) la experiencia educativa se produce cuando el visitante satisface sus expectativas rituales y lúdicas durante la visita; (7) la experiencia educativa durante la visita involucra las emociones y las sensaciones corporales; (8) la experiencia educativa se apoya en la participación activa del visitante; (9) el museo ofrece al visitante la construcción particular de una realidad simbólica autónoma, y (10) la experiencia museográfica consiste en dirigir una mirada museográfica a cualquier espacio natural o social.
PARADIGMAS SOBRE EDUCACIÓN Y MUSEOS
Paradigma Tradicional
1. El museo es un apoyo que complementa la educación formal
2. El objetivo de la visita es la obtención de conocimientos
3. Lo esencial de una exposición es su contenido
4. El museo aspira a presentar el significado natural de las cosas
5. Las exposiciones aspiran a la objetividad
6. La experiencia educativa se produce al ofrecer al visitante una representación del mundo clara y convincente
7. La experiencia educativa durante la visita se reduce a la visión y el pensamiento
8. La experiencia educativa se apoya en la autoridad de los expertos
9. El museo es una ventana para conocer otras realidades
10. La experiencia museográfica consiste en recorrer la exposición dentro del museo
Paradigma Emergente
1. El museo ofrece una experiencia educativa independiente de la educación formal
2. El objetivo de la visita es múltiple y distinto en cada experiencia concreta
3. Lo esencial de una exposición es el diálogo que se produce entre el contexto del visitante y la experiencia de visita
4. El museo debe mostrar el contexto social que produce el significado
5. El museo debe dar cabida a la subjetividad y la intersubjetividad
6. La experiencia educativa se produce cuando el visitante satisface sus expectativas rituales y lúdicas durante la visita
7. La experiencia educativa durante la visita involucra las emociones y las sensaciones corporales
8. La experiencia educativa se apoya en la participación activa del visitante
9. El museo ofrece al visitante la construcción particular de una realidad simbólica autónoma
10. La experiencia museográfica consiste en dirigir una mirada museográfica a cualquier espacio natural o social
Veamos con un poco de detenimiento las consecuencias de cada una de las tesis señaladas. El paradigma tradicional reduce los espacios museográficos a cumplir una función secundaria, dependiente de los planes y programas de estudio de las escuelas oficiales (Tradicional 1), lo cual refuerza una actitud patrimonialista de los mismos. Desde esta perspectiva se piensa en los museos únicamente como el lugar donde se conservan, estudian o exhiben las colecciones de objetos raros o valiosos, independientemente de que su valor sea etnográfico, estético o histórico. De ahí se deriva la idea de que el museo es un apoyo que complementa la educación formal.
Sostener lo contrario, es decir, que el museo ofrece una experiencia educativa independiente de la educación formal (Emergente 1) significa distinguir entre educación formal, informal y no formal. El museo es un espacio de educación no formal, que debe estar atento a las necesidades educativas particulares de cada visitante. De hecho, es el visitante quien determina el método que se necesita utilizar en cada visita. Por ello, los nuevos métodos de trabajo en los servicios educativos dependen de la experiencia del equipo museográfico, es decir, de aplicar una estrategia de prueba y error. Desde la perspectiva cualitativa, los servicios educativos no son normativos, sino casuísticos, y sus prácticas están orientadas a satisfacer las expectativas rituales y lúdicas de toda clase de visitantes, independientemente de la edad y la experiencia educativa de cada uno. El objetivo básico de los servicios educativos podría definirse como un conjunto de estrategias educativas que permiten ofrecer a los visitantes un menú de opciones de interacción con el espacio museográfico, de tal manera que el visitante tome conciencia de que toda la realidad puede ser observada desde una perspectiva museográfica (Emergentes 8, 9 y 10).
En segundo lugar, sostener que el objetivo de la visita es la obtención de conocimientos (Tradicional 2) también significa una reducción de las posibilidades de la visita. La experiencia educativa, en cambio, es múltiple y distinta en cada ocasión (Emergente 2). En otras palabras, la dimensión educativa en la experiencia museográfica consiste en la integración de las dimensiones que la constituyen. Es decir, la experiencia educativa consiste en la integración de la dimensión ritual (experimentada por el visitante como memoriosa, intuitiva, emocional y sensorial) y la dimensión lúdica de su visita (experimentada como instantánea, conceptual y regulada). Es esta integración lo que confiere a su vista un valor educativo, transformador, permanente y asimilado al horizonte identitario del visitante.
En tercer lugar, sostener que lo esencial de una exposición es su contenido, seleccionado por la autoridad de los expertos (Tradicionales 3 y 8) es sintomático del lugar marginal que siguen teniendo hoy en día en el país las profesiones de museólogo y de experto en educación, ya que estos últimos, al trabajar en conjunto, suelen ofrecer argumentos para sostener que lo esencial de una exposición es el diálogo que se produce entre el contexto del visitante y la experiencia de visita (Emergentes 3 y 8). Tal vez aquí merece ser destacado el hecho de que más del 90% de quienes ocupan la dirección de los museos, así como más del 90% de quienes tienen un conocimiento experto en educación y museos en México son mujeres, lo cual puede explicar que el trabajo museográfico sea menos remunerado que otros trabajos similares.
Por otra parte, resulta inevitable comprobar que el 90% de los investigadores de museología son hombres, y habría que investigar si esta proporción está ligada a la imagen común de que los museos son un lugar aburrido, muerto, autoritario, tradicional y alejado de toda pertinencia para la vida cotidiana y el contexto social del visitante (en lugar de ser considerado como un espacio atractivo, interactivo, emocionante y divertido, como resultado de una profesión bien remunerada y además relevante para la comunidad).
Lo anterior se refuerza con la idea tradicional que sostiene que las exposiciones aspiran a la objetividad (Tradicional 4 y 5), en lugar de reconocer que el museo debe mostrar el contexto social que produce el significado (Emergentes 4 y 5). Esto último significa propiciar que en cada experiencia de visita se evoquen experiencias memorables de aprendizaje y compromiso emocional, y que la visita se convierta en un importante lazo emocional de carácter intercultural e intergeneracional.
De lo anterior se deriva la tesis que sostiene que la experiencia educativa se produce cuando el visitante satisface sus expectativas rituales y lúdicas durante la visita (Emergentes 6 y 7). Esto ocurre de manera natural cuando se propicia, por ejemplo, que el visitante reconozca que un sitio arqueológico es un rompecabezas donde faltan la mayor parte de las piezas, precisamente aquellas que él mismo podrá reconstruir con su imaginación y su interés por lo que se exhibe.
En resumen, las diez tesis señaladas como pertenecientes al paradigma emergente pueden ser agrupadas en cuatro categorías. En primer lugar, en todo proceso de comunicación museográfica están en juego diversas fronteras, todas las cuales tienden a ser itinerantes: las fronteras entre la educación formal y la no formal (tesis 1); entre la indiferencia y la participación de los visitantes (tesis 8), y entre lo que está dentro y lo que está fuera del museo (tesis 9). En segundo lugar, en todo
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