Problemas sociales: El más grande problema el desinterés. ¿Cómo podemos abordar el desinterés?
BushidooEnsayo23 de Noviembre de 2015
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Problemas sociales:
El más grande problema el desinterés.
¿Cómo podemos abordar el desinterés?
Pues es el problema más grande, debido que gracias a este problema se derivan los demás como el conocido bulliying, o hasta la corrupción, todo esto se deriva del pequeño gran problema desinterés, entonces nos ponemos a pensar y analizar si este es el problema porque no lo quitamos, pues no es tan simple, puesto a veces este desinterés está implícito y ni si quiera lo notamos, ¿Cuándo fue la última vez que te preocupaste por tirar agua?
O ¿Cuándo regañaste a un niño por maltratar animales?
Simplemente ignoramos esos problemas porque es más fácil y cómodo, el tirar basura, y muchos otros ejemplos; son patrones de comportamiento que causa grandes problemas en la sociedad
La definición de desinteres es:
Falta de interés por una cosa o persona.
"existe un básico desinterés por la vida política y una escasa participación en actividades asociativas; a la vez que se produce una clara identificación con el sistema democrático, aparece un cierto desinterés por su funcionamiento"
Sin lugar a dudas, resulta ocioso y hasta sin sentido utilizar generalizaciones para definir al mexicano de hoy; sobre todo si asumimos que somos una sociedad pluricultural y multiétnica en la que conviven muchas y muy variadas formas de pensar, sentir y ver la realidad presente y el futuro. No obstante, sigue pesando en el imaginario colectivo el argumento fácil que califica al mexicano como apático, desinteresado, despilfarrador, oportunista, fiestero, corrupto, impuntual o con mentalidad de perdedor, por decir lo menos.
Adjetivos descalificativos como esos
Quizá en este sentimiento encontremos la respuesta al por qué muchas veces solemos olvidarnos de los problemas comunes que nos afectan a todos, ya sea en la calle, en nuestra comunidad, en nuestro municipio, delegación, estado, en la escuela, en el trabajo o en el país entero. Si bien esta situación es relativa, pues hemos dado muestra fehaciente de ser enormemente solidarios ante las desgracias y tragedias naturales que nos sacuden, y de conmovernos ante el dolor ajeno, también es frecuente escuchar a muchos de nuestros conciudadanos decir que los espacios públicos (las calles, los parques, las plazas, el transporte y los servicios colectivos) son libres o de todos los mexicanos, para justificar el impulso de maltratarlos, destruirlos o evitar pagar el costo con que se financia su funcionalidad.
Trasladada al ámbito de lo político, esta actitud de negligencia individual se traduce en actos que degradan la convivencia colectiva, el respeto, reconocimiento y solidaridad que nos debemos como iguales: como ciudadanos de una República democrática, donde la cosa pública es asunto de todos y de nuestra responsabilidad individual como ciudadanos. Lo que, en muchos casos, se traduce en confrontaciones estériles sobre el rumbo que deben tomar las cosas en el país, la solución que necesitamos dar a los problemas, retos y dilemas que enfrentamos como nación, impidiéndonos alcanzar acuerdos surgidos del consenso y respeto a la diversidad de opiniones y visiones que existen entre los mexicanos.
Pero si a la grave crisis de seguridad pública que se vive en varias ciudades del país, al incremento sustancial de secuestros, extorsiones y crímenes dolosos que nos aquejan le sumamos la desconfianza que tenemos en nuestros gobernantes, partidos políticos e instituciones para justificar la indiferencia que muchas veces nos conduce a la apatía, la inmovilidad o el miedo, los mexicanos de hoy estaremos cancelando la posibilidad de construir un futuro más promisorio para nosotros mismos y las generaciones del futuro; pues no existe mejor espacio que nuestro país ni mejor familia que nuestra sociedad
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