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RECETA DE COCINA


Enviado por   •  15 de Enero de 2015  •  1.735 Palabras (7 Páginas)  •  182 Visitas

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. Las complicaciones del profano

Empecemos preguntando qué tipo de texto es "Lección de cocina*", varios han dicho que es un cuento, otros un ensayo narrativo. A esto yo respondería que el texto de Rosario Castellanos no tiene todos los elementos de un cuento; en realidad, tiene atisbos de estar a medio camino entre éste y el ensayo, o lo que se conoce como ensayo narrativo. Pues las frases que lo componen y su manera de ir conduciendo me hacen dudar de que se trate de una historia donde los eventos se van resolviendo uno a uno, y que a su vez conduzcan a un desenlace de toda la situación. Castellanos expone varios ambientes o situaciones a los que está obligado a vivir el personaje, sin embargo esto parece tener el objetivo de lograr cierta empatía con el lector. Así que esta relación que se establece con el personaje, paulatinamente, hace que compartamos su punto de vista, es decir el de una cocina expectante que resplandece de blancura.

Bien, este ensayo narrativo nos cuenta una a una las impresiones que tiene una mujer en un campo inhóspito, peligroso, de donde se vuelve sin voluntad alguna, el peor de los ambientes, el ambiente doméstico, y mientras lo hace en su lenguaje se van intercalando frases hechas, lugares comunes que todos en algún momento hemos escuchado. Y cuando las intercala en el monólogo lo hace para exhibir que estos prejuicios o tradiciones para ella se convierten en realidades que la atan y le imponen un rol determinado. Podemos pensar que esta intercalación de frases que no son compartidas por ella le sirven como un recurso retórico; muestra la disposición de éste al mismo tiempo que le da oportunidad de contradecirlas con el simple hecho de agregar frases brillantes e irónicas: “Desde el principio de los tiempos ha estado aquí. En el proverbio alemán la mujer es sinónimo de Küche, Kinder, Kirche.” Esto es reforzado con algunos adjetivos que exhiben la huella del pensamiento religioso: exceso deslumbrador, espíritus protectores. Su lenguaje está muy bien escogido, es una obra maestra de tramas y urdimbres.

El resultado es la persuasión de que el personaje lo está pasando mal, realmente está incómoda con toda la situación, y esto le produce una estimulación de los sentidos, un aumento de la sensibilidad. Recuerdo unas líneas de Stevenson al respecto: “Evocando el otro día unos recuerdos míos me sorprendió ver cuánto debía yo a una estancia así, seis semanas en un paisaje desagradable habían hecho más, al parecer, para avivar y educar mi sensibilidad, que muchos años en lugares que concordaban más con mis inclinaciones.[1]”

De tal suerte que, al volver a la lectura, me doy cuenta de que el personaje está realmente alterado, y si vemos con mayor detenimiento puede notarse que no sólo es debido a los últimos minutos en la historia de su vida, sino que es debido al vislumbre de toda su vida futura. Después, imitando el tono con que los chefs dialogan, interpela a un público inexistente y le expone la situación, con lo cual da muestras de que seguirá el tono tragicómico; al mismo tiempo que hace patente que el personaje es un profano que necesita ayuda de las expertas. Algunas líneas después empieza a realizar una acción: “Abro el compartimiento del refrigerador que anuncia “carnes” y extraigo un paquete irreconocible bajo su capa de hielo. La disuelvo en agua caliente y se me revela el título sin el cual no habría identificado jamás su contenido: es carne especial para asar.” Es curioso, pero pocos son los casos en que el autor haga pensar a su personaje sin ponerlo a hacer algo un tanto fútil, como si el deambular mental se estimulara con empezar alguna tarea. Pienso en lo que hace Joyce en el Ulysses (1922): “Having set it to draw, he took off the kettle and crushed the pan flat on the live coals and watched the lump of butter slide and melt. While he unwrapped the kidney the cat mewed hungrily against him”. Y finalmente, sin pasarlo por agua, pone a pensar a Mr. Bloom: “Give her too much meat she won’t mouse. Say they won’t eat pork…[2]”.

II. Usos y recursos

Por su parte, a partir de estas líneas, Castellanos empieza a hacer una alegoría donde relaciona el pedazo de carne con su piel y su relación matrimonial. Sin embargo, lo anterior muestra que el propósito se cumple sólo si el lector no nota la manera de introducir los recursos, es decir, a medida que estos son diluidos en la obra, como el veneno que se vierte en una copa, el lector debe empezar a sentir algo distinto sin saber cómo y cuándo pasó. La clave está en este par de líneas: “Rojo, como si estuviera a punto de echarse a sangrar./ Del mismo color teníamos la espalda...”; con lo cual nos va llevando por su obra con la unidad que el color y la temperatura le proporcionan. Después retoma su monólogo irónico, el cual deja claro que la situación de la mujer es desventajosa hasta en el momento más íntimo de la vida; y paulatinamente nos muestra que la situación no consiste en una variación de

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