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Resumen Del Manual De Estilo


Enviado por   •  22 de Octubre de 2012  •  5.472 Palabras (22 Páginas)  •  600 Visitas

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El Manual de estilo no es una gramática ni un diccionario, es un código propio para unificar formas expresivas y cualidades con el fin de resguardar la identidad de El Nacional, facilitar la tarea de los periodistas y presentar un producto de calidad a sus lectores. Como herramienta básica para reforzar la personalidad del diario y preservar su sello diferenciador en la prensa venezolana.

II Responsabilidades del Periodista

• Los periodistas de El nacional deben tener en cuenta que son la imagen del periódico.

• El periodista está investido de su condición en todo momento, incluidos los domingos y feriados, al igual que las horas no comprendidas en la jornada normal.

• En ninguna circunstancia un periodista de El Nacional puede hacerse pasar por otra persona o suplantar a un tercero. En la generalidad de los casos, debe identificarse plenamente.

• En la redacción de noticias y reportajes un periodista no puede crear un personaje imaginario para ponerlo a hablar o actuar. Tampoco puede crear personajes que sean la suma de personas reales.

• Las páginas del diario no pueden utilizarse para que un periodista favorezca a persona, grupo político, económico o religioso alguno, o para la búsqueda y obtención de beneficios personales.

• El periodista de El Nacional estará inhabilitado para cubrir informaciones sobre hechos en los que algún familiar suyo sea protagonista, esté comprometido o tenga intereses de cualquier índole.

• Un periodista es un relator de los hechos y no debe pretender convertirse en protagonista del suceso ni de la información que redacta.

• El autor de un texto informativo debe estar totalmente al margen de lo narrado, lo cual excluye la utilización de la primera persona del singular “yo”, y de la primera del plural, por ejemplo: “nuestro país”.

• El periodista no debe incorporar sus opiniones personales sobre los asuntos que informa, sus protagonistas y los afectados. Está obligado a ser lo más objetivo posible: a distanciarse de los hechos y analizarlos con frialdad; que no significa apatía o desinterés, sino asumir un enfoque crítico tanto del tema como de los personajes de la noticia.

• Le corresponde dudar siempre de la solidez de los datos que le suministran, examinar las eventuales contradicciones entre las diversas versiones y cuestionar, en todo momento, sus propias apreciaciones relacionadas con el tema.

• Nunca debe olvidar que el destinatario final se su trabajo es el lector, y que su responsabilidad conlleva se depositario del derecho que tiene todo ciudadano de ser informado oportuna e imparcialmente, y apegado a la verdad.

• El periodista está obligado a consultar los diccionarios en todos los casos en que tenga dudas sobre cualquier palabra.

• Todo periodista tiene la obligación de releer, por lo menos una vez, las informaciones que haya escrito. Nadie mejor que el periodista para descubrir incongruencias y datos equivocados que se le pudieron escapar en una redacción apresurada. Debe ser costumbre de todo periodista leer la noticia una vez impresa.

• Quienes revisan errores o lapsus en gramática, sintaxis, uso y ortografía tiene como obligación corregir cualquier texto que sea incorrecto, confuso, ambiguo o cuya publicación sea inapropiada, pero sin tratar de imponer sus preferencias estilísticas o prejuicios.

III Lenguaje Periodístico

• El dinamismo del idioma determina que las normas que lo rigen no sean reglas de obligatorio cumplimiento, sino modos de uso que garantizan la unidad de la lengua y que quienes la hablan se entiendan. Sería un verdadero caos, una tremenda confusión, si cada persona hablase a su manera y le diera a las palabras el significado que quisiese; si cada persona construye las frases caprichosamente sin seguir las normas sintácticas, violando la concordancia, alterando las reglas de la conjugación de los verbos, modificando la acentuación de las palabras y desconociendo las pausas y el espíritu que marca el ritmo natural del habla propio del idioma. Hablar y escribir con propiedad es el camino más apropiado para que la lengua evolucione, avance y se enriquezca.

• Los periodistas han de escribir con el estilo propio de los periodistas, no con el de los políticos, los economistas, los médicos, los abogados o los novelistas. Su obligación es comunicar y hacer accesible al público la información técnica o especializada.

• El lenguaje que se use en el diario debe ser correcto, no sólo en cuanto a la forma, sino también con respecto al contenido. Se evitará la procacidad. No se publicarán palabras soeces, obscenidades ni expresiones malsonantes, a menos que su utilización sea tan esencial que sin su mención una crónica reveladora pierda sentido o no se entienda una noticia. Si hubiese que reproducir una palabra o frase malsonante, se hará con todas su letras, sin falsos pudores ni tapujos.

• Ningún texto o imagen debe contener expresiones ofensivas o peyorativas contra personas, grupos, regiones, etnias, partidos, religiones o países; pero esto no incluye citas textuales de una fuente, cuya pertinencia y valor informativos sean esenciales.

• Los periodistas de El Nacional deben llamar las cosas por su nombre, sin los eufemismos utilizados por determinados grupos o voceros oficiales. Así, por ejemplo, se utilizará alza o aumento en vez de “reajuste de precios” o “sinceración de precios”; vivienda o casa, lugar de “soluciones habitacionales”.

• Al escribir que la policía “se vio obligada a utilizar métodos violentos” se está afirmando algo que no se puede probar y en cierta forma se está dando una opinión. Basta decir que “la policía utilizó gases lacrimógenos y disparó”.

• Todos los textos deben ser claros, coherentes, interesantes, precisos, ágiles y sencillos. La regla de oro es seguir en cada frase el orden natural del idioma: sujeto, verbo y complementos, cada uno con sus respectivos artículos, conjunciones y preposiciones. Cuando este orden se altera, se corre el riesgo de escribir textos confusos.

• Las palabras que se empleen deben ser comunes, pero no vulgares. una como muerte en lugar de deceso, que es de segundo grado y obliga al lector a hacer una pausa mental para entenderlo. Cuando sea imprescindible utilizar una expresión o un vocablo fuera de lo común, explicará su significado en forma sencilla.

• Los localismos, regionalismos, provincialismos y coloquialismos son válidos únicamente como detalles de color, pero deben excluirse de un texto informativo como parte del lenguaje del periodista.

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