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TIEMPOS VERBALES Y LA PRODUCCIÓN Y COMPRENSIÓN DE TEXTOS

Lauf279 de Julio de 2013

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INTRODUCCIÓN

Comprender y enseñar el concepto de verbo implica tener en cuenta múltiples aspectos. Como docentes nos corresponde realizar la selección epistemológica sobre qué debe enseñarse desde la escuela sobre el sistema verbal del español (esto es el conjunto estructurado de las formas que componen la conjugación verbal, organizado de acuerdo ciertas categorías gramaticales) con el fin de lograr una adecuada transposición didáctica.

Al respecto, se hace necesario partir de un breve análisis de la noción en cuestión que nos permita establecer cuáles serán los contenidos a enseñar y cuál será la profundidad de estos.

Considerando lo anterior se parte desde la idea de que el verbo se constituye como un relevante objeto de estudio, tanto desde una perspectiva discursiva, como textual y oracional. Desde el punto de vista discursivo, no cabe duda de que cada forma de discurso impone conjugaciones verbales particulares. Por otra parte, los discursos deben necesariamente recurrir para su articulación a procedimientos sintácticos que aseguren la coherencia del texto. Hay una serie de hechos sintácticos que poseen simultáneamente carácter textual y oracional: entre ellos pueden citarse las elipsis, las relaciones temporales y el discurso directo e indirecto. En todas ellas, el verbo adquiere un especial protagonismo.

En la oración, unidad de análisis sintáctico, definida desde la gramática funcional como la estructura cuyo núcleo es un verbo conjugado, el estudio del verbo adquiere importancia al cumplir con la función de núcleo oracional, pues desde este se instaura la relación predicativa.

Para el gramático español Emilio Alarcos Llorach el verbo constituye un sintagma compuesto por “…un signo de referencia léxica y un signo complejo de referencia gramatical (con significado, entre otros, de persona, que sería el sujeto). Ambos signos se presuponen mutuamente y son imprescindibles para que haya verbo”. La raíz aporta el significado léxico del verbo mientras que la desinencia verbal aporta multiplicidad de significados gramaticales: información de persona, número, tiempo, modo y aspecto.

El verbo en español es la única palabra que se conjuga a partir de la combinación de “…un mismo signo léxico con los variados morfemas gramaticales, es decir, de fundir una misma raíz con las distintas terminaciones…”

Una secuencia didáctica que pretenda abarcar el concepto de verbo deberá tener en cuenta los aspectos discursivos, textuales y gramaticales que aquel implica, pues cada uno de ellos permitirá comprender nociones diferentes sobre este objeto de estudio, más allá de la interrelación que pueda establecerse entre ellas en los distintos niveles de análisis.

Por todo lo anterior, se debe partir desde un proceso reflexivo para establecer la pertinencia de la enseñanza-aprendizaje de los tiempos verbales para la comprensión y producción de textos desde el enfoque funcional comunicativo. De manera que a continuación se pretenderá dar respuesta a dos interrogantes relacionadas con este planteamiento.

1) ¿Por qué son importantes los valores de los tiempos verbales para la comprensión y producción de textos?

La lengua no es un calco exacto de la realidad, sino que representa la percepción del emisor, del hablante. Desde esta perspectiva, el tiempo presente es siempre el momento del acto comunicativo, el momento en que el emisor se expresa. En relación con ese momento, el emisor puede situar aquello de que habla como sucedido en un momento anterior al acto de comunicación (que sería el pretérito) o como pendiente de suceder, real o psicológicamente, en un momento posterior al de la comunicación (que sería el futuro), con sus matizaciones de anterior a un momento anterior (pasado del pasado) o anterior a un momento posterior (dentro del futuro).

Respecto a lo anterior suele haber dudas o ideas confusas o poco claras sobre los valores de las formas verbales, por lo cual sobre el tiempo verbal es muy conveniente establecer su concepto y sus usos.

El verbo es una clase de palabras que marca el tiempo, entre otras cosas. El tiempo, en este sentido, es la categoría gramatical que sitúa la realización de una acción o la situación de un estado, y está marcado por los elementos correspondientes en las formas de la conjugación. En la elección del tiempo verbal no sólo influye el momento de la acción (es decir, antes, ahora o después), sino también la relación temporal con otras acciones, así como los posibles recursos expresivos (como el presente histórico).

De manera que cuando escribimos un texto debemos considerar la relación que se establece entre los tiempos verbales. Harald Weinrich (1968) ha dividido los tiempos verbales en relación con la comunicación. Esto significa que los tiempos se relacionan con las señales que se dirigen al receptor del mensaje. La división que establece se da en tres ejes: distinción entre el mundo del comentario y el mundo de lo narrado; la perspectiva de locución (qué idea de tiempo da el verbo) y el poner de relieve (cómo resaltamos determinadas acciones sobre otras).

En el mundo del comentario, los tiempos verbales involucrados son: presente, pretérito perfecto compuesto y futuro. Sus ejemplos son: el diálogo, el informe científico, la reseña, el testamento y el discurso ceremonial.

En el mundo del narrar, los tiempos verbales involucrados son: pretérito perfecto simple, pretérito imperfecto, pretérito pluscuamperfecto y condicional. Sus ejemplos son: el cuento, la novela y la leyenda.

La perspectiva de locución se refiere a cómo se relaciona a la información en el texto, cómo hay un antes y un después de la información, dando una perspectiva temporal en el proceso de comunicación.

Poner de relieve se refiere a cómo los tiempos verbales actúan en un acto de comunicación y en un texto, cómo cada tiempo establece cuál es la jerarquización de los hechos, cómo se proyecta el primer plano de ciertos acontecimientos y se relegan otros a un segundo plano.

Todo lo anterior permite establecer una conexión directa entre los valores de los tiempos verbales y la producción y comprensión de textos, de manera efectiva y crítica. De forma que para nombrar y organizar acciones en un texto (sentimientos, pensamientos, estados, eventos, entre otros) se necesita hacer uso de los verbos. La conjugación completa de esos verbos ofrece una cantidad de tiempos para organizar debidamente las acciones en el relato.

Ahora bien, el uso de cualquiera de estos tiempos no es indistinto. Depende de su función en la trama textual. Existe un grado cero de la escritura a partir del cual nos desplazamos hacia delante (prospección) o hacia atrás (retrospección). El grado cero –conformado por el tiempo predominante en el relato- ofrece dos planos o puesta en relieve (eso que al autor le interesa destacar por alguna razón). Se habla de plano como en fotografía o cine; los objetos más cercanos al espectador corresponden al primer plano. Los que se encuentran por detrás o como fondo corresponden al segundo. En la crónica periodística el pretérito perfecto simple constituye habitualmente un núcleo narrativo: por lo tanto está en primer plano. El imperfecto refiere al fondo o marco.

Ejemplo:

La reunión del jefe opositor con el ministro se realizó mientras los manifestantes –en la calle- apedreaban el edificio.

También podría decirse del siguiente modo:

Los manifestantes apedrearon el edificio mientras el jefe opositor se reunía con el ministro.

Ahora, analicemos el siguiente fragmento:

“La Cura”, un cuento de John Cheever.

Fue en verano. Recuerdo que hacía mucho calor en Nueva York y en el suburbio donde vivíamos. Mi esposa y yo habíamos discutido. Raquel tomó a los niños y se fue en la camioneta. Su partida parecía definitiva. Ya me había abandonado dos veces: en la segunda nos divorciamos y después nos volvimos a juntar. Ahora la veía alejarse con un sentimiento que no era de felicidad, ni mucho menos, pero como aceptando resignadamente una realidad dolorosa. Como digo: era verano. De algún modo me alegraba de que la separación ocurriese en verano. Mi trabajo es más agobiante en esa época del año. Generalmente por la noche estoy tan cansado que no puedo pensar en otra cosa. Además he descubierto que el verano es la estación del año en la cual más fácilmente puedo vivir solo.

El grado cero, en este caso, podría ser el tiempo presente de la narración: recuerdo (presente del modo indicativo). El yo o sujeto de la enunciación recuerda ahora. Pero también podríamos ubicar ese grado cero en el pretérito perfecto simple. El yo narrador recuerda algo ya pasado. Antes de eso leemos “fue en verano”, lo que ya anticipa que eso que va a narrar ocurrió en un pasado, en un verano que ya fue. Fue (pretérito perfecto simple) indica una acción puntal o finalizada. Luego dice: recuerdo que hacía calor. Hacía (pretérito imperfecto) indica una acción durativa, da idea de continuidad aunque sea enunciada en el pasado. Sería como decir: hacía o hizo mucho calor a lo largo de todo o casi todo el verano en Nueva York. Por eso se usa hacía y no hizo. La misma función cumple “en el suburbio donde vivíamos”. Esto último es como decir “vivíamos casi todo el tiempo”, o sea, acción durativa nuevamente.

Avanzando en la narración, cuando dice Raquel tomó a los niños (acción puntual y terminada) y se fue en la camioneta (acción puntual y finalizada). Ya me

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