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Teorias De Modernidad Y Posmodernidad

marypao2 de Septiembre de 2012

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TEORIAS DE MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD

CONTENIDO:

INTRODUCCION

CAPITULO I: ANTECEDENTE: EL PROYECTO DE MODERNIDAD

1.1. 1.1. Origen

1.2. 1.2. Concepto de Modernidad

1.3. 1.3. Características de la Modernidad

1.4. 1.4. La lógica de la Modernidad

1.5. 1.5. Los ideales de la Modernidad

1.6. 1.6. Las sombras de la Modernidad

CAPITULO II: POSMODERNIDAD

2.1. Antecedentes: crisis de la Modernidad

2.2. Concepto de Posmodernidad

2.3. Tres fuentes teóricas del Posmodernismo

2.4. Neoliberalismo y Posmodernidad

2.5. La condición posmoderna

2.6. Los ideales de la Posmodernidad

2.7. El hombre posmoderno

CAPITULO III: MODERNIDAD Y POSMODERNIDAD

3.1. Culturas tradicionales y modernidad

3.2. El occidente único, no universal

3.3. Deculturación, Induculturación y Reculturación

3.4. Tradición, cultura y modernidad

CONCLUSION

BIBLIOGRAFIA

INTRODUCCION

Sin duda alguna, hablar del debate modernidad-posmodernidad es referirse a un tema quizá poco abordado y discutido en América Latina y en particular en nuestro país. Se habla y se escribe sobre el proyecto neoliberal pero escasamente se discute en torno al discurso de la Posmodernidad. Resulta no ser todavía un tema recurrente y socorrido por intelectuales y escritores de esta región.

Desde que en 1980 Jurgen Habermas escribiera en contra del posmodernismo acusándolo de proyecto conservador, diferentes pensadores de Europa y Estados Unidos han hablado de una cultura posmoderna, algunos para atacarla y otros más para justificarla y defenderla.

En el presente trabajo se aborda pues este tan polémico tema con el fin de analizar su origen, los principios teóricos que lo rigen, el marco o contexto histórico en el que se desarrolla y sus implicaciones para América Latina. Claro está, tal objetivo requerirá de un juicio valorativo personal con el que el lector podrá o no estar de acuerdo; que por cierto, para este momento histórico ya no resulta tan apremiante.

Así pues, el trabajo se dividió en tres partes o capítulos claramente identificados y entrelazados entre sí por una lógica interna que subyace en toda la propuesta, con el propósito de lograr, hasta donde fuera posible el logro del objetivo general anteriormente enunciado.

Así tenemos que en el capítulo I se hace una revisión del llamado proyecto de modernidad iniciado con la Ilustración y sustentado en tres principios básicos: la razón, el orden y el progreso. Aquí se presenta la modernidad como el gran proyecto utópico ideado con el fin de lograr el desarrollo de las naciones, pero que en su afán de construir ese futuro promisorio se pierde entre las sombras de la destrucción por el mismo generadas. Quizá para algunos resulte innecesaria la referencia a la modernidad; sin embargo, no hay que perder de vista que el posmodernismo no puede entenderse sin su referente inmediato, la modernidad.

En la parte número dos se entra de lleno en el análisis del Posmodernismo: qué es, qué características tiene, cómo se ha ido generando, qué consecuencias e implicaciones en el orden de lo teórico y de la vida cotidiana ha tenido para el ser humano, etc. Para Jameson, por ejemplo, la cultura posmoderna no es otra cosa más que la lógica de lo que él llamó “capitalismo tardío”. Folster, por ejemplo, distingue dos tipos de Posmodernismo: el de reacción y el de resistencia. Y así sucesivamente.

Dentro de este mismo apartado se ha tenido que hacer referencia al proyecto neoliberal como el gran telón de fondo que sirve para contextualizar económica, política y socialmente la cultura posmoderna.

En la parte tres del trabajo se hace un estudio, reflexión y valoración sobre las implicaciones de la modernidad y la posmodernidad en América Latina. Sobre todo en el ámbito cultural, la pregunta resulta inminente: ¿de qué manera América Latina podrá hacer frente en los próximos años el reto de la globalización sin tener que renunciar a su identidad étnica, racial y cultural? Cuestionamiento por demás apasionante y difícil de esclarecer.

Finalmente, es necesario señalar que el presente trabajo pretende ser una modesta pero significativa aportación sobre el tema en cuestión. Hubo, sin duda alguna, un esfuerzo por agotar bibliográficamente el tema. Se abordó con la disciplina, profundidad y seriedad necesarias. En fin, pretende ser una invitación a todos aquellos curiosos académicos y estudiantes que en sus largas horas de búsqueda quizá no se han topado con alguna obra que traté de integrar tópicos como: modernidad, neoliberalismo, posmodernidad, capitalismo tardío, etc.

CAPITULO I

ANTECEDENTE: EL PROYECTO DE MODERNIDAD

1.1 Origen

Durante el siglo XVIII se fueron dando un conjunto de procesos de apertura social, política, cultural y filosófica que permitieron que el hombre de esa época percibiera su mundo y sus problemáticas de manera muy distinta a como el hombre del medievo las había percibido.

Sin duda alguna, dos fueron los grandes acontecimientos que tuvieron que ver con esos procesos de apertura: la Revolución Francesa y el Iluminismo. Veámoslos con cierto acercamiento.

El Iluminismo, como corriente filosófico-cultural tiene la capacidad de cuestionar la tradición escolástica en conjunto y su metodología deductiva causal, por la que se trataba de explicar el mundo recurriendo a razonamientos abstractos y partiendo de causas exteriores al mismo.

Por el contrario, el Iluminismo expone que a través de la filosofía se pueden descubrir las causas de los acontecimientos naturales y sociales; porque la filosofía no debe estar separada de la ciencia y su desarrollo.

Además, por vez primera, establece la idea de que el pensamiento debe tener una función, no sólo teórica, sino también práctica: es decir, haciendo uso adecuado de la razón, el hombre puede moldear la vida misma juzgando y criticando todo aquello que esté en contra de la racionalidad, el progreso y el bienestar general de los seres humanos. Así pues, el pensamiento deberá analizar y valorar que el orden social y las instituciones existentes estén acordes a la razón.

De esta forma, y por vez primera, el hombre adquiere un papel protagónico en y para la historia, sin precedentes: “La razón permite al hombre alcanzar mayores grados de libertad y progreso”.

Como puede entenderse tal concepción cambia radicalmente la actitud y la disposición del hombre ante el mundo y ante la vida. Dejará de ser ese sujeto pasivo, receptivo y acomodaticio que se cruzaba de brazos y se sentaba a esperar que las soluciones a sus diferentes necesidades sociales le bajaran del cielo por obra y gracia del Creador.

El hombre, en ese momento histórico, llega a concebir el mundo como un orden autorregulado, regido por un conjunto de leyes que es necesario descubrir. La realidad aunque aparenta ser caótica, obedece a pautas regulares y constantes que el hombre tendrá que ir percibiendo a través de la razón y la observación. Se abre, pues, una visión hasta ese momento no vislumbrada: el hombre que comienza a ver y conocer no sólo su presente, sino que es capaz de ver lo que puede llegar a suceder. Un hombre constructor de realidades presentes y futuras.

Paralelo a este gran movimiento filosófico-cultural, se puede hablar de otro movimiento de no menor importancia y/o trascendencia histórica: la Revolución Francesa, considerada por muchos, y en especial, por Hobsbawn como la gran revolución de masas de la historia.

Este hecho enseñó a mujeres y hombres que la historia no es una serie causal de acontecimientos, sino que los hombres y la razón pueden impactar en ella, los seres humanos pueden hacer algo por redirigir el decurso de la historia. Claro está, para ello será muy necesario reconocer el papel insoslayable de la razón; de esta manera la fe, como facultad teológica de acercamiento y reconocimiento del mundo se delega a un segundo plano: “los hombres pueden entonces modificar las tendencias del desarrollo histórico y con el conocimiento de las leyes de la sociedad, pueden también reformar y revolucionar sus instituciones”.

Así, el hombre del siglo XIX y siguientes es capaz de reconocer que los males sociales como la miseria, el hambre, el analfabetismo, el atraso, etc., no provenían de causas externas, naturales o sobre naturales, sino que básicamente eran provocados por causas específicas, históricas y socialmente determinadas y que incluso él mismo había generado; pero que sin embargo el tenía la gran oportunidad histórica de modificar.

De esta manera se comienza a gestar y más adelante a consolidar una mentalidad moderna sustentada en la razón, el progreso, el conocimiento científico, el crecimiento tecnológico y el dominio o control de las condiciones sociales.

El siglo XVIII es, pues, testigo de estos

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