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INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y HORIZONTES HERMENÉUTICOS

LINA BOGOYASíntesis29 de Marzo de 2016

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INTERPRETACIÓN CONSTITUCIONAL Y HORIZONTES HERMENÉUTICOS

El retorno de Hermes: la Hermenéutica Jurídica de la sospecha.

“… jamás sabremos de dónde viene el Saber entre tantas posibles fuentes: ver, oír, observar, hablar, informar, contradecir, simular, imitar, desear, odiar, amar, tener miedo y defenderse, arriesgarse, apostar, vivir y trabajar juntos o separados, dominar por posesión o por maestría, doblegar el dolor, curar enfermedades o asesinar por homicidio o guerra sorprenderse ante la muerte orar hasta el éxtasis, hacer con las manos, fertilizar la Tierra, destruir… … y nos inquieta no saber hacia cuáles de estos actos, de estos verbos, de estos estados o hacia qué otras metas ignoradas, ahora se apresura, sin el saber…”

1. Introducción

Abordar el tema de la Interpretación Constitucional supone, en primer lugar, aceptar su vinculación con la Hermenéutica Jurídica en un grado de subordinación o subclase, y ésta a su vez, pertenece o participa de la Hermenéutica General. Y, en segundo lugar, que es una modalidad muy especial o específica de la interpretación, circunscrita al ámbito normativo de las constituciones; a menos que las limitaciones de nuestro saber teórico impongan una hermenéutica para cada Constitución.

Sin embargo, estos presupuestos son cuestionados en este espacio y, de hecho, resulta difícil articular esa relación de género con la especie ante la universalidad de los conceptos y los métodos; sobre todo, si arañamos un poco en la piel jurídica que se ha conformado a lo largo de estos siglos. Las heridas por las luchas entre los diferentes paradigmas todavía están cicatrizando.

Por lo tanto, se debe sacar a la luz, explicar y no suponer los elementos que integran el curso de esta historia y examinar si esos dos lugares comunes, que alcanzan rasgos de un axioma, pueden resistir un análisis. Sólo entonces, se podrá iniciar el viaje discursivo sobre la interpretación constitucional con la seguridad de no haber caminado por un piso tan frágil que pueda romperse sin haber dado el segundo paso. Se trata entonces de tomar con beneficio de inventario la idea misma que sobre la interpretación tenemos los juristas y contrastarla.

2. Cartografía hermenéutica: las redes y los caminos que atraviesan la historia conceptual.

La palabra hermenéutica, a la que se atribuye la significación de interpretación, representa en sí misma un espacio de apertura y un enigma. Lo primero, por la renuncia de toda pretensión de establecer la verdad y de cerrar con esta interpretación y las que de hecho le acompañan, sin saberlo, toda la posibilidad de acercarse, reconocerse y de reconstruirse con el lenguaje; es decir, la hermenéutica, como se verá más tarde, requiere que ella misma sea hermenéutica y sólo puede serlo en la medida en que se resiste a la tentación de cerrar y clausurar definitivamente la comprensión, a través del diálogo. Y un enigma, en segundo término, porque existe siempre la posibilidad de una nueva articulación, de una interpretación diferente.

Tal principio de coherencia interna conmina para que se intente, como si de un mapa se tratara, mostrar algunos – y no los únicos – de los diferentes caminos que conducen a ella, quedando abiertas las posibilidades.

Es claro que hablar de hermenéutica impone una condición de conocimiento extremadamente vaporosa en tanto que corresponde a decir lo que hemos descubierto del pensar del pensamiento a su vez tan rico y fuerte como deleznable.

 

Y, si a ello le sumamos el hecho de la ausencia considerable de conceptualizaciones por lo que muy pocos juristas se atreven a hablar de ella en cuanto tal, la dificultad es mayor, convirtiéndose el discurso en interpretaciones de las interpretaciones sin puntualizar el interpretar. Situaciones estas que, a menudo, recuerdan las palabras de Gadamer: Hermenéutica es una palabra que la mayoría de las personas no conocerán ni necesitan conocer. Pero, aun así, la experiencia hermenéutica les atañe y no las excluye, puesto que también ellas intentan tomar algo por algo y acabar comprendiendo lo que les rodea y relacionarse con ello de la forma adecuada.

En verdad la pregunta debe ser formulada ¿Qué es eso de la hermenéutica?, para que por lo menos se piense con más detenimiento la respuesta y no se evada el cuestionamiento con una afirmación vacía.

En busca de Physis.

La primera ruta es de carácter etimológico y algo mítica. Viene demarcada por la inconmensurabilidad de su raíz griega, sea que tenga que ver con las significaciones de hermeneia o con Hermes. La pregunta inicial, evidente es ¿Qué es la hermenéutica?(265) Obviamente y sin vacilaciones nuestra respuesta se inclinaría a enunciar que: ‘es la disciplina que estudia la interpretación, la forma de hacerla; viene del griego y significa interpretación’. Pero con este tipo de respuesta, casi instintiva, hemos dejado a la palabra sin contenido, sin fuerza, sin physis y sin krâtos.

Es necesario recurrir al mito y a la etimología para que la palabra incomprendida y entonces usada y así desgastada, aparezca de nuevo y revele la verdad implicada, su sentido auténtico, la auténtica realidad (no toda) que contiene. De hecho, etemos – eteos, de donde proviene la palabra, etimología que se traduce como “¿lo que es en realidad?”. Por esta razón, la etimología nos devuelve las palabras a su plenitud original y “patentiza, en el canto rodado, gastado, de hoy, la figura aristada, enérgica, expresiva que poseyó. Pero lo malo de los cantos rodados no es que lo sean, sino que no sepamos que lo son. Cuando acertamos a verlos tal y como a través de un largo proceso han llegado a ser, humildes y batidos, cansados y limpios ¿Cómo rechazarlos?”(67).

Es cierto, no lo podemos hacer, es más, como atreverse a ello si es el concepto el que se refresca así mismo en su origen, en su derivar etimológico, haciéndonos saber lo que era (es) y lo que le pertenece antes de ser desdibujado por quien pretende (y da la apariencia de) conocerle y le utiliza.

Y es gracias al mito que la palabra recobra su dimensión. Recordemos que este cumplía -entre otras- dos funciones primordiales en la antigüedad: 1. Sirve de modelo de conductas de comportamiento, de paradigma, es decir de pedagogía. 2. La función alegórica, de llamar a la verdad a través de otros.

El mito ofrece entonces Ethos y Pathos, es alegoría, enseñanza y sentimiento. (68) Desde luego, no debemos entender el mito como simples fábulas o leyendas, ni como primera explicación (incomprensibilidad) de un fenómeno, sino como posesión de la verdad en la única forma en que esta se deja poseer; es decir, con un ocultamiento que, precisamente en cuanto tal, irradia y revela (como sucede con las grandes obras de arte y con la experiencia religiosa). Pero, además, no se trata de regresar al mito para quedarse ahí es decir, para reducirse a él, a pronunciarlo sin que le escuchemos y dejarlo pasar como si nada hubiese sucedido en nuestro interior, como algo “tan lindo” y nada más. O lo que es peor, volver a él para disolverlo, con la intención de traducirlo en términos conceptuales, de fácil acceso, renunciando así a la verdad no objetivable que en el reside. Se trata más bien de regresar al mito para profundizarlo, para dejarlo hablar, es decir, para buscar y desarrollar el pensamiento originario que allí reside. “La solidaridad originaria entre el hombre y la verdad” (69). Asimismo, el mito al proporcionar modelos de conducta humana, está confiriendo significación y valor a la existencia. La ayuda que nos proporciona el conocimiento de los mitos no se suscribe netamente a aquel modelo de conducta y deleite; también con ellos se aprende no sólo cómo las cosas han llegado a la existencia, sino también dónde encontrarlas y cómo hacerlas reaparecer cuando desaparecen.

Añadamos a estos atributos, los consignados por Mircea Eliade: "...el mito cuenta cómo algo ha llegado a la existencia o cómo un comportamiento, una institución, una manera de trabajar, se han fundado....al conocer el mito, se conoce el 'origen' de las cosas, y por consiguiente, se llega a dominarlas y manipularlas a voluntad..." Por lo pronto, nuestra intención es conocerla, y tal vez con ello, podamos revivirla. Y es que el mito, adicionalmente, dice cosas que no pueden ser dichas sino de esa forma, y que son muy importantes como para no decirlas o negarnos a escucharlas.

En efecto, en la palabra “hermenéutica” encontramos antes que “interpretación” la presencia de su originador: Hermes o Mercurio, el dios mensajero. Conozcamos algo de este dios para así pretender dar respuesta a la pregunta por la hermenéutica. Dejemos entonces, que el mito nos conduzca en ese espacio entrelazado, donde el mito y la etimología se confunden en el lugar de la hermenéutica.

Hermes es hijo de Zeus (dios de dioses, autoridad, luz y rayo, ordenador) y de la ninfa Maya, llega a la existencia socarronamente, cuando dioses y hombres duermen, es el que sorprende (70). Astucia, inventiva, conocimiento y dominio de las cosas, tales son las cualidades de Hermes. (71) Ovidio nos cuenta cómo hizo una de sus primeras pilatunas: roba el rebaño de Apolo y lo hace caminar hacia atrás de tal modo que resulta difícil seguirle, confundiendo la pista con el andar invertido. Compra el silencio del viejo Batos que pastorea en esos parajes y le ha visto, y ante la traición de Batos al no guardar su secreto, le convierte en piedra y regresa a su cuna en una de las grutas del monte Cileno donde su madre lo ve dormido y niega entonces la participación de su hijo en el hurto a Apolo (esta sola anécdota da para elaborar un ensayo: roba a los dioses algo mundano, confunde, desconcierta, hace caminar invertido...).

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