CONCIENCIA Y REALIDAD: “DIÁLOGOS ENTRE NEUROCIENCIAS Y NEUROMETAFÍSICA”
neuroculturaEnsayo28 de Junio de 2018
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CONCIENCIA Y REALIDAD:
“DIÁLOGOS ENTRE NEUROCIENCIAS Y
NEUROMETAFÍSICA”
Profesor: Marcelo Díaz.
Alumno: Pablo Inostroza Bustos.
Cátedra: Filosofía de la Mente.
Magíster en Filosofía de las Ciencias.
USACH.
INTRODUCCIÓN.
La realidad como cuestión filosófica se ha mantenido vigente a lo largo de la Historia, concentrándose los esfuerzos filosóficos en establecer qué es la realidad y cual es la forma de conocerla. La primera cuestión ontológica y la segunda epistemológica. De esta forma, distintos filósofos del pasado han propuesto una manera de entender lo que es la realidad o el universo físico, así como la forma en que la conocemos. En este sentido, el padre del pensamiento moderno y uno de los filósofos más influyentes de la modernidad Immanuel Kant, planteo que el problema de establecer qué es la realidad, solo se resolvía estableciendo cómo conocemos y después mostrando qué es lo que podemos conocer.
Desde un punto de vista ontológico, para Kant la realidad en sí misma es algo incognoscible para los seres humanos, en tanto que lo único que podemos conocer de las cosas, es su apariencia determinada por todos los elementos a priori que posibilitan el conocimiento. Lo más que podemos decir de la realidad física es que ésta es fenoménica y esencialmente incognoscible para nosotros.
En la actualidad, la realidad es entendida a nivel científico como lo que es o existe de un modo objetivo; en este sentido, lo opuesto a lo real sería lo aparente o subjetivo, como una ilusión, una ficción, algo meramente posible o ideal. Así, lo real es aquello que pertenece al mundo externo o universo físico. Entendido clásicamente como el modo de ser de las cosas, en cuanto existen fuera de la mente humana e independientemente de ella. El problema que se deriva de esta aseveración es que la conciencia, el sí mismo y la subjetividad no son en sentido estricto reales. Lo anterior, es una de las discusiones esenciales en la Filosofía de la Mente.
En este contexto, las neurociencias nos entregan datos relevantes con respecto a como percibimos el mundo externo o realidad. Precisamente, pretendo en el primer capitulo de este trabajo, realizar un breve repaso de los descubrimientos mas recientes con respecto a como nuestro cerebro se relaciona con ese allí afuera. Igualmente, trato desde este enfoque la relación profunda y disoluble entre la conciencia y la subjetividad humana o quale.
En el segundo capitulo, expongo ciertos aspectos de la tesis de la Neurometafísica[1] planteada por Nolberto Salinas que se enmarca en el paradigma de la Neurocultura, que busca unificar las ciencias y las humanidades con el objeto de generar nuevo conocimiento. Tratando el problema de los otros, la voluntad y la realidad. Presentándose esta visión interesante de conocer a nivel ontologico y epistemológico. Ya que entrega una solución interesante al problema de la dualidad cartesiana, como también, al problema difícil de la conciencia.
Por ultimo, en el tercer capitulo de este ensayo, realizo un breve análisis de ambos enfoques a nivel ontológico y epistemológico, su utilidad y aporte cognoscitivo para la Filosofía de la Mente y otras disciplinas a fines.
I. NEUROCIENCIAS, CONCIENCIA Y REALIDAD.
"Nada ocurre, ni nada existe del mundo humano, que no haya sido filtrado y elaborado por el cerebro, sea la percepción de una hermosa obra de arte, la elaboración de una compleja formulación matemática o el sentimiento profundo de haber alcanzado a Dios”.
Francisco Mora.
En la visión materialista, existe el Universo y la Naturaleza gobernada por leyes físicas, y nada más. Por tanto, los estados mentales, llámese conciencia, autoconciencia (Yo o ego) no existen ontológicamente, solo existe el cerebro, sus neuronas, sus sinapsis y las corrientes eléctricas del sistema nervioso que permiten epistemológicamente describir el estado conciente como una propiedad cerebral. Aquí, no hay espacio para la mente en el sentido dualista ni para la subjetividad, por que no hay un Yo, este es un mito. Solo se aceptan como procesos de la actividad cerebral.
Correspondientemente, nuestro cuerpo es material y esta constituido por átomos de los elementos conocidos. Esta proposición es sustentada por hechos científicos avalados por la física y la bioquímica, en donde todas las cosas vivas utilizan el mismo inventario atómico básico. Compartiendo a su vez nuestro cuerpo, las propiedades de otros objetos materiales como: masa, posición y volumen.
1.1. El mito del fantasma en la maquina.
Inicialmente, creo que es importante explicar que los neurocientíficos no niegan la existencia de estados mentales ni de la conciencia en estas dos acepciones:
«Cuando “conciencia” quiere decir “autoconciencia” o identidad personal, es decir, la posesión de un concepto de la propia unidad en el tiempo de nuestros diversos estados mentales […] Cuando “Conciencia” quiere decir la manera como se nos presentan subjetivamente nuestras sensaciones (y quizá la totalidad de nuestros estados mentales»)[2].
Como veremos en este ensayo, utilizare el término autoconciencia, sí mismo o Yo en relación a la primera acepción y, conciencia fenoménica o quale[3] en el segundo caso. No obstante, utilizare el concepto de conciencia a secas, cuando el tema a tratar abarque ambas acepciones.
En esta línea argumentativa, los neurociencitificos modernos, sostienen que la conciencia, emerge de un sistema nervioso, como resultados de estímulos externos. Siendo ésta el propio funcionamiento de nuestro cerebro. Como ya se indico, en este enfoque no hay sitio para la mente en el sentido dualista, ni para la conciencia, como algo independiente del organismo biológico.
En respuesta a esta posición, expertos como Maxwell Bennet (neurocientífico) y Peter Hacker (filosofo) sostienen basándose en el trabajo de Ludwig Wittgenstein, que los materialistas emergentistas han caído en la falacia “mereológica”, señalando que la conciencia, es un atributo de los seres humanos como un todo, no específicamente del cerebro.
“La falacia mereológica es el error de los neurocientíficos consistente en atribuir a las partes constituyentes de un animal atributos, lógicamente aplicables, sólo al animal como un todo, en este caso, al cerebro. El ser humano es reflexivo o no, pero no su cerebro; las personas huelen, oyen o saborean, pero no su cerebro o alguno de sus hemisferios”[4].
Bennett y Hacker plantean en su libro “Philosophical Foundations Of Neuroscience”, que los neurocientíficos actuales y filósofos materialistas emergentistas tienden a vincular atributos psicológicos al funcionamiento del cerebro. Convirtiendo a este órgano en un sinónimo de mente. Para éstos, no debe confundirse los correlatos neurales que hacen los científicos, con la unidad psicofísica que es el ser humano, el cual no es simplemente un cerebro incrustado en un cuerpo.
En este sentido, ambos autores niegan que el Yo resida en el cerebro y sea un producto de su funcionamiento, pues suponen que es algo distinto al cerebro. Señalan que la conciencia es un atributo de los seres humanos como un todo, no específicamente del cerebro. Para Bennet y Hacker la conciencia se presenta como un vacío explicativo existente entre las cualidades subjetivas de nuestra percepción y el sistema físico que llamamos cerebro.
Muchos neurocientíficos y filósofos, señalan que los niegan que la conciencia sea el funcionamiento propio del cerebro. Deberían explicarnos: ¿Cómo es que estimulando eléctricamente o diseccionando un órgano material (cerebro) se influye en los aspectos inmateriales o subjetivos?
Inexcusablemente, es importante hacer notar lo que sucede a nivel de autoconciencia al diseccionarse por ejemplo, el cuerpo calloso en pacientes epilépticos[5]:
“La evidencia clínica ha puesto de manifiesto incluso que el “yo” es una representación ilusoria. En efecto, si se secciona el cuerpo calloso que une los dos hemisferios cerebrales (técnica terapéutica contra algunos tipos de epilepsias graves), emergen dos “yoes” distintos e independientes”[6].
Asimismo, también la ingesta de psicotrópicos y la estimulación de ciertas áreas del cerebro alteran los estados de conciencia del individuo. Por ejemplo, al estimularse ciertas áreas del cerebro de un paciente conciente mediante pequeños golpes eléctricos, se produce en el individuo: la experiencia casi mística de abandonar su propio cuerpo. Tal como le sucedió al neurólogo suizo Olaf Blanke, siguiendo los pasos de Wilder Penfield[7]:
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