¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA VIDA HUMANA?

¿CUÁL ES EL SENTIDO DE LA VIDA HUMANA?

A lo largo de la historia, la raza humana ha sufrido múltiples y diversas alteraciones,

mutaciones en su genética, cambios en su conducta con las demás personas y

diferencias en su comportamiento político y ambiental; no obstante, la esencia de lo que

nos dignifica como seres humanos ha permanecido inmutable. Misma esencia es la que

sigue detonando en el hombre una pregunta intrínseca de nuestra, que lo a lo largo de

los años se repite en bucle, sin poderle dar una solución que le parezca suficiente a todas

las personas: ¿cuál es el sentido de nuestras vidas?

Dicho cuestionamiento es algo complicado de explicar, porta un rango muy amplio de

variables, las cuales no son posibles de comprender en su totalidad. Se evidencia más

la complejidad de la pregunta cuando se revela que a lo largo de miles de años, múltiples

personalidades filosóficas e intelectuales han intentado darle fin a esta pregunta

mutilándola con una respuesta, pero han fallado, y para mí el motivo de su falla es que

no hay una respuesta universal. Es imposible comprender el mundo y la naturaleza de la

vida en dos cuartillas de extensión, no existe un número de cuartillas suficiente para

describir lo que tiene sentido y lo que no. Si es difícil comprender a la vida incluso cuando

se vive, no dejará de ser difícil leyendo. Pero ¿es este mismo dilema lo que le da

sentido?, ¿qué es la vida sino buscar qué es?

Para mí, el sentido de la vida radica en una simple cosa, vivir y ser feliz en el proceso. El

hombre es capaz elegir libremente sobre cualquier cosa, sobre cualquier opción; el

hombre tiene su voluntad. Genuinamente una persona jamás elegiría una opción que no

lo hiciese feliz sobre otra que le colmé el alma de alegría y creo que esto es una

herramienta natural que nos da la vida para guiarnos por un camino, el camino de la

plenitud, que se interpreta como el camino de la felicidad.

Inclusive, si es necesaria una deliberación donde una opción llené al ser humano de una

dosis de alegría como si del azúcar del chocolate se tratase, mientras que la otra fuera

una que probablemente dejará algo dañado al deliberador, le doliera un poco, pero

hiciera enormemente feliz a otras persona, una persona que eligiera con perfecta

libertad, genuinamente elegiría opción que le hiciera el menor daño posible, evitándose

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incluso el pesado sentimiento de culpa que inunda a un cuerpo después de una decisión

egoísta.

En

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