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Campo Intelectual y Proyecto Creador. P. Bourdieu


Enviado por   •  26 de Noviembre de 2017  •  Resúmenes  •  2.848 Palabras (12 Páginas)  •  400 Visitas

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Campo Intelectual y Proyecto Creador. P. Bourdieu

La relación que un creador tiene con su obra y la obra misma, se encuentran afectadas por el sistema de relaciones sociales en las cuales se realiza la creación como acto de comunicación o, con más precisión, por la posición del creador en la estructura del campo intelectual. El campo intelectual, a la manera de un campo magnético, constituye un sistema de líneas de fuerza: esto es, los agentes o sistemas que forman parte de él pueden describirse como fuerzas que, al surgir, se opone y se agregan, confiriéndole su estructura específica en un momento dado del tiempo. Por otra parte, cada uno de ellos está determinado por su pertenencia a este campo: debe a la posición en particular que ocupa en él propiedades de posición irreductibles a las propiedades intrínsecas y, en particular, un tipo determinado de participación en el campo cultural, como sistema de relaciones entre los temas y los problemas, y, por ello, un tipo determinado de inconsciente cultural, al mismo tiempo está dota de un peso funcional, porque su poder en el campo no puede definirse independientemente de su posición en él.

                 Agentes

  • Propiedades de posición
  • Participación en el campo cultural determina Inconsciente cultural
  • Peso funcional

Producidos por su pertenencia                                        

al Campo Intelectual 

Este enfoque se fundamenta en la autonomía relativa del campo intelectual, la cual permite la autonomización metodológica, cuyo método estructural trata el campo intelectual como un sistema regido por sus propias leyes.  La vida intelectual se organizó progresivamente en un campo intelectual, a mediad que los creadores se liberaron, económica y socialmente, de la tutela de la aristocracia y de la Iglesia  y de sus valores éticos y estéticos, y también a medida que aparecieron instancias específicas de selección y de consagración propiamente intelectuales.

A medida que se multiplican y se diferencian las instancias de consagración intelectual y artística, tales como las academias y los salones, y también las instancias de consagración y difucion cultural, tales como las casas editoras, los teatros, las asociaciones culturales y científicas, a medida, asimismo, que el público se extiende y se diversifica, el campo intelectual se integra como sistema cada vez más complejo y más independiente de las influencias externas, como campo de relaciones dominadas por una lógica específica, la de la competencia por la legitimidad cultural.

La integración de un campo intelectual dotado de una autonomía relativa es condición de la aparición del intelectual autónomo, que no conoce ni quiere conocer más restricciones que las exigencias constitutivas de su proyecto creador. Con el siglo XIX y el movimiento romántico comienza el movimiento de liberación de la intención creadora. Esta nueva definición revolucionaria de la vocación intelectual y de su función en la sociedad presenta, según Raymond Williams, cinco características fundamentales:

  1. La naturaleza de la relación entre el escritor y sus lectores sufre una transformación profunda
  2. Se vuelve habitual una actitud diferente respecto al “público”
  3. La producción artística tiende a considerarse como un tipo de producción especializada entre otras, sujeta a las mismas condiciones que la producción general
  4. La teoría de la realidad  “superior del arte” como sede de una verdadera imaginación
  5. La representación del escritor como creador independiente

En el pequeño círculo de lectores que frecuentaba el artista estaba acostumbrado a admitir consejos y críticas, y ese círculo se sustituye por un público, “masa” indiferenciada, impersonal, anónima de lectores sin rostro, que son también un mercado de compradores capaces de dar a la obra un valor económico, el cual, además de que puede asegurar la independencia económica e intelectual del artista, no siempre está desprovista de toda legitimidad cultural. La existencia de un “mercado literario y artístico” hace posible la formación de un conjunto de profesionales propiamente intelectuales, es decir, la integración de un verdadero campo intelectual como sistema de las relaciones que se establecen entre los agentes del sistema de producción intelectual.

La especificidad de este sistema de producción, vinculada a la realidad de doble faz, mercancía y significación, donde el valor estético sigue siendo más importante que el valor económico, caracteriza la especificidad de las relaciones que ahí se establecen: las relaciones entre cada uno de los agentes del sistema y los agentes o instituciones total o parciamente externas al sistema, siempre están mediatizadas por las relaciones que se establecen en el interior del campo intelectual, y la competencia por la legitimidad cultural. Es decir, las relaciones entre los agentes internos y externos depende de las relaciones al interior del campo intelectual.

Los pájaros de Psafón

Existen pocos actores sociales que dependan tanto como los artistas, y más generalmente los intelectuales, en lo que son y en la imagen que tiene de sí mismo de la imagen de los demás tiene de ellos y de lo que los demás son. Así ocurre con el renombre del escritor, es decir, con la representación que la sociedad se hace del valor de la verdad de la obra de un escritor o artista.

Por medio de esta representación social, que tiene la opacidad y la necesidad de un dato de hecho, la sociedad interviene, en el centro mismo del proyecto creador, invistiendo al artista de sus exigencias o sus rechazos. El artista debe enfrentar la definición social de su obra, las interpretaciones que de ella se dan, la representación social, a menudo estereotipada y reductora.

El proyecto creador es el sitio donde se entremezclan y a veces entran en contradicción la necesidad intrínseca de la obra que necesita proseguirse, mejorarse, terminarse y las restricciones sociales que orientan la obra desde afuera. Según Valéry “obra que parecen creadas por su público y obras que, por el contrario, tienden a crear su público”

De esto siguen consecuencias para el método: éste será tanto más adecuado cuanto que las obras a las cuales se aplique sean más autónomas; un análisis de la obra corre el riesgo de volverse equivocado cuando se aplica a obras creadas por su público. Es el caso de los “autores de éxito”, para ellos las restricciones sociales son más importantes, en su proyecto intelectual, que la necesidad intrínseca de la obra.  

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