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Crisis Griega


Enviado por   •  29 de Mayo de 2013  •  1.394 Palabras (6 Páginas)  •  639 Visitas

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CRISIS GRIEGA

INTRODUCCION:

1) La fuerte subida del petróleo en el periodo 2005-2007

2) La incorporación artificial a una moneda "fuerte" como el euro

3) La caída del turismo por la crisis en toda Europa

El efecto riqueza del euro ha provocado que los griegos se acostumbren a un mayor nivel de gasto, financiado por razones "interesadas". ¿Es suficiente un mayor nivel de rigor presupuestario para volverse a incorporar al "pelotón? Es dudoso. El modelo alemán no es necesariamente exportable a un país que vive, aún, de la agricultura y de pequeñas industrias, además del maná turístico.

Alemania no es un país turístico, y por lo tanto es bastante dudoso que su "esquema" se pueda aplicar a una economía así. Me explico: en Alemania es fácil "meterse en casa" y no gastar. De hecho, es lo que llevan haciendo 10 años. Una fuerte reducción del consumo no afecta a su modelo económico. Si en Grecia, la gente se "mete en casa" y reduce el consumo, no solo baja el empleo, sino que además provoca indirectamente un clima poco propicio para el turismo. Para que el turismo "florezca" es necesaria una temperatura "social" mínima. Esa "confortabilidad" no se puede conseguir si todos se meten en casa a ver la tele.

La responsabilidad de la política monetaria y del modelo de "crecimiento" para integrar las diversas regiones corresponde en gran parte a Alemania. No puede desinteresarse de las consecuencias, y recetar "apretarse" el cinturón. Es algo que no funciona.

LA CRISIS GRIEGA, la insolvencia de las cuentas públicas del país helénico, no se ha presentado ante nosotros de forma repentina. Tiene unas causas bien concretas, conocidas, de las que, sin embargo, apenas se habla. Todo queda en el eslogan que repiten las terminales del pensamiento oficial: España no es Grecia, España no es Grecia, España no es Grecia. Como si repetir hasta la saciedad tal frasecita provocara, por arte de magia, la solución a todos nuestros problemas. Es verdad que España no es Grecia. Pero España puede acabar como Grecia si no pone en marcha las reformas que hacen falta, esas que el FMI, que la UE, que los principales expertos señalan. Medidas que pasan, lo sabemos ya de memoria, desde la reforma laboral a la reducción del gasto público pasando por la reforma del sistema de pensiones y de las administraciones públicas.

Sin embargo, la principal de las causas de la crisis griega, de la crisis global, está en una peculiar manera de entender el gobierno consistente en que el gasto público lo arregla todo. Los problemas sociales, para quienes así piensan, se solucionan creando organismos públicos, aumentando el número de funcionarios. Es decir, la varita mágica es el Estado, que con sólo hacerse presente, resuelve los problemas. Esta versión del intervencionismo -que arranca de la conocida afirmación de Hegel: el Estado es la encarnación del bien ética- se ha demostrado un perfecto sofisma y una estafa. En el otro lado, encontramos planteamientos igual de incoherentes e igual de dominados por la ideología. En efecto, el mercado ni es la fuente de los derechos de las personas, ni asegura, por sí y ante sí, la racionalidad y la objetividad del orden social y económico. El mercado, se ha demostrado en esta crisis, precisa de límites. El Estado, igualmente, necesita limitaciones.

La ideología, esa enfermedad que presentan quienes apuestan por un determinado sistema de pensamiento que ha de aplicarse unilateral y mecánicamente sobre la realidad, hoy, una vez más, ha fracasado. Por eso, la clave pasa por construir sistemas regulatorios racionales, integrados por personas de prestigio técnico, no por políticos. La clave pasa por adecuar la estructura del sector público a la realidad, sin usar el poder político para contratar a amigos y afines. La clave pasa por reconocer la realidad y decir a la opinión pública que se han cometido grandes equivocaciones. Que no se puede estar preso de determinados intereses corporativos, que en lugar de usar ideológicamente la prestación del desempleo a partir de una aproximación estática del Estado de bienestar, hay que apostar por políticas que partan de una visión dinámica del Estado de bienestar. Además, la mentira se ha apropiado de la mente y de la palabra de muchos políticos. Si es posible que Grecia haya enviado a la UE durante años datos falsos sobre los índices económicos sin consecuencia alguna, entonces las cosas toman derroteros muy complejos. Todos sabemos, más o menos,

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