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Desafíos Para Pensar... La Enseñanza De La Filosofía

axdan21 de Agosto de 2011

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DESAFÍOS PARA PENSAR… LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFÍA

Walter Omar Kohan.

Universidad del Estado de Río de Janeiro, Brasil.

Resumen*

Los problemas que plantea la enseñanza de la filosofía son múltiples, pues supone lo que

entendemos por filosofía y por enseñar y aprender filosofía. En este sentido la enseñanza y

el aprendizaje se convierten en un problema filosófico, en un reto que da que pensar, tal

como ya lo habían entrevisto Sócrates y Platón. El problema se torna aún más complejo

cuando nos preguntamos por la significación de enseñar filosofía ante las dificultades y

situaciones de los pueblos latinoamericanos.

Palabras clave: enseñanza de la filosofía, docencia en filosofía.

Abstract

Challenges to think about… the teaching of Philosophy.

The problems posed by the teaching of philosophy are diverse because they involve what

we understand by philosophy, and by teaching and learning philosophy. In this way,

teaching and learning become a philosophical problem, a challenge to think about, as had

already been foreseen by Socrates and Plato. The problem becomes even more complex

when we ask ourselves about the significance of teaching philosophy with regards to the

difficulties and situations of Latin American people

.

Key Words: teaching of philosophy, teaching in philosophy.

INTRODUCCIÓN

¿Qué significa enseñar y aprender filosofía? La filosofía tiene que ver con una cierta

sensibilidad. Cuando pregunto ¿qué es la filosofía? Lo interroga, por ejemplo, un colega

nuestro, italiano, de la Universidad de Napoli, Giuseppe Ferraro, al afirmar que la filosofía

es la única forma de saber que tiene un sentimiento en la propia palabra. Philosophía,

* Conferencia inaugural del VII Encuentro de Profesores que Enseñan Filosofía, 2008, Universidad

Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Escuela de Filosofía y Humanidades

aquella vieja etimología griega formada por phílos, que quiere decir amigo, amante, y

sophía, que quiere decir saber, o sea, la philosophía tiene dentro de su palabra un

sentimiento de amistad, de amor; eso quiere decir que allí está su propia razón o sentido; no

hay filosofía sin ese sentimiento, no hay filosofía sin sensibilidad, sin una cierta apertura a

los otros y al mundo; algo de esto afirmaba Óscar Pulido en la apertura, al decir que para ir

a un encuentro hay que salir del lugar. En educación tenemos esa manía de transformar a

los otros, pero se trata de algo distinto: de hacer del encuentro una posibilidad de

transformarnos a nosotros mismos.

En el fondo siempre estamos tratando la misma cuestión acerca de qué es la filosofía. En el

título de esta conferencia “Desafíos para pensar… la enseñanza de la filosofía” está la

palabra “desafíos”, y el primer desafío es éste, de darle sentido al título cuando uno se

encuentra con otros, cuando los ojos empiezan a ver, cuando la sensibilidad se abre y uno

escucha palabras, ve miradas, percibe cuerpos que atienden, que sienten de una manera y

que caminan y entonces uno empieza a pensar de verdad en lo que quiere decirle a esas

miradas, esos oídos, esos cuerpos y las expectativas de la educación en filosofía.

A éste problema se refiere Platón en La República, cuando habla de la educación de los

guardianes; allí afirma que la educación es una clave para introducir la justicia en la polis y

que cuanto antes se empiece a formar a los que llegan al mundo, mejor; da mucha

importancia a los principios, a los primeros momentos; sobre todo con la infancia, dice

Platón, porque cuando un ser nace le parece que está muy moldeable, sumamente plácido,

tan sin forma que se le puede dar casi la forma que se quiera. Bueno, ahora estamos en la

infancia de este encuentro, está muy maleable, casi sin forma, de modo que la sensación es

un poco abismal y exagerada de que ahora le podemos dar al encuentro la forma que más o

menos nos plazca, nos apetezca. Y no es fácil cuando se llega de un lugar tan distante y

distinto.

En todo caso, estamos en una historia en común y lo que nos reúne es la filosofía; estamos

profesores de filosofía, nos las vemos con el enseñar y el aprender, todas palabras que en sí

mismas dicen poco, porque se las dicen de muchas maneras. Volvamos a preguntar,

entonces, ¿qué es la filosofía? La filosofía es un mundo de filosofías, de relaciones con el

saber. Y enseñar y aprender filosofía abren otros tantos mundos. ¿Qué significa enseñar?,

¿qué significa aprender?, ¿qué relación existe entre el enseñar y el aprender filosofía?

Cuando alguien aprende filosofía, ¿es porque alguien le ha enseñado?

Consideremos el titulo de este encuentro. Si me permiten, es un poco arrogante, en tanto se

propone como un “Encuentro de profesores que enseñan filosofía”. A uno le dan ganas de

preguntar: ¿cómo saben estos profesores que enseñan filosofía? Porque pareciera que la

filosofía no es algo que uno pueda decir que se realiza simplemente por ocupar un espacio

institucional o una materia curricular, es decir, el hecho de que uno entre en una escuela y

ocupe la carga horaria de filosofía, en un sentido más formal, no significa que enseña

filosofía. Pareciera que enseñar filosofía exigiría algunas condiciones, al menos, en relación

con la propia concepción de la filosofía y de lo que supone su aprendizaje, algo de lo que

tal vez nunca podremos estar del todo seguros.

De modo que muchos profesores pueden creer que enseñan filosofía, y enseñar algo

diferente o no dejar aprender filosofía. En todo caso, no estaría mal si la próxima edición de

este encuentro se llama “Encuentro de profesores que creen que enseñan filosofía” o “que

no creen que enseñan filosofía” o “que creen que no enseñan filosofía”. No estaría mal que

profesores con esas convicciones se encuentren en la próxima edición. Y tampoco estaría

mal que participen de ese encuentro estudiantes “que sostienen que aprenden filosofía” o

“que no sostienen que aprenden filosofía” o “que sostienen que no aprenden filosofía”, por

razones semejantes. De modo que, de un lado, no basta con tener un diploma, entrar todos

los días a una institución, recibir un salario, que a uno lo llamen profesor, tener un currículo

sustantivo relacionado con esta disciplina; del otro lado, no es suficiente con tener buenas

notas en las calificaciones, saberse muchos nombres de filósofos…

A la vez, no es tan clara la relación entre enseñar y aprender filosofía. En pedagogía,

durante bastante tiempo, se abusaba de los conectivos y se hablaba mucho del proceso de

“enseñanza-aprendizaje”. Bueno, creo que no es tan evidente que siempre que alguien

aprende es porque otro le enseñó; tampoco, que todas las enseñanzas generan aprendizajes.

¿Quién sabe? ¿Quién puede asegurar que un estudiante que aprende, aprende lo que un

profesor le enseñó? ¿Cómo negar que un estudiante puede aprender contra lo que un

profesor pretende enseñarle?

En fin, vemos que no es tan fácil esto de enseñar y aprender; se trata de una situación

problemática, en el sentido de que es un problema que merece ser pensado. Entonces, en

cierto modo estamos dentro de la propia filosofía. En efecto, la enseñanza de la filosofía es

un problema filosófico. Como decía antes Óscar Pulido, la filosofía tiene mucho que ver

con poner problemas, antes que con resolverlos, con hacer notar que lo que parece simple

no lo es tanto.

1. La enseñanza de la filosofía como problema filosófico

De modo que parece que hemos empezado bien, estamos en un inicio promisor, en el

sentido de que estamos en un campo problemático: la enseñanza de la filosofía se

constituye como un problema filosófico. Digo que es un buen inicio porque hay una

tendencia fuerte a reducir el problema de la enseñanza de la filosofía a un problema técnico,

didáctico, instrumental. Y en ese movimiento se lo desplaza fuera de la propia filosofía. A

la vez, puede ser un buen inicio si nos permite a los profesores de filosofía, a los que

decimos que enseñamos filosofía, o creemos hacerlo, problematizarnos a nosotros mismos,

problematizar lo que hacemos en nombre de la enseñanza de la filosofía y cómo lo

hacemos; de modo que estaría muy satisfecho si en este inicio podríamos ver algunos

problemas donde no vemos, o disponer algunas preguntas donde solo teníamos respuestas.

Creo que eso es lo más importante de lo que nos convoca un encuentro alrededor de la

enseñanza de la filosofía, para que nos preguntemos una vez más qué es la filosofía, qué

relación tenemos con ella, qué pensamos acerca del enseñar y del aprender, para qué

enseñamos, para qué aprendemos y para qué ponemos la filosofía en medio de ese par;

porque decimos que enseñamos filosofía, y no otra cosa, o afirmamos que formamos

filosóficamente.

Ya Deleuze, filósofo francés contemporáneo, en su libro Diferencia y repetición

1

relacionaba fuertemente

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