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Dimensiones Y Retos De Una Educación Para La Responsabilidad Ciudadana.

jesseangeles14 de Diciembre de 2013

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Dimensiones y retos de una educación para la

responsabilidad ciudadana.

Dimensions and Challenges in Education for Citizen

Responsibility.

Jutta H. Wester

Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Río Cuarto,

Argentina.

RESUMEN

Con el fin de discutir las relaciones entre ética, política y educación, el

presente artículo analiza la crisis del sistema educativo argentino a partir

de una categoría ética: la responsabilidad. Más específicamente, se intenta

delinear algunos de los retos a los que una educación para la

responsabilidad ciudadana se ve enfrentada en Argentina a comienzos del

siglo XXI y en vista de los problemas éticos y políticos por las que atraviesa la educación tanto en el marco de

un mundo económicamente globalizado como en contextos de pobreza, exclusión e interculturalidad, como lo es

el latinoamericano.

Palabras clave: Ética, política, educación, ciudadanía.

ABSTRACT

In order to discuss the relations between ethics, politics and education, the present article analyzes the crisis of

the Argentinean educational system from an ethical category: responsibility. More specifically, it tries to

delineate some of the challenges which an education for the civil responsibility is confronted with in Argentina at

the beginning of the 21st century and considering the ethical and political problems which education has to face

both within the framework of an economically globalized world and in contexts of poverty, exclusion and

interculturality, as the Latin American.

Key words: Ethics, education, citizenship.

Recibido: 22-03-2008 · Aceptado: 08-06-2008

1. EL MANDATO ÉTICO-POLÍTICO DE UNA EDUCACIÓN MORAL PARA TODOS

En el año 2000, la UNESCO organizó un Foro Mundial de la Educación en Dakar, Senegal, con el propósito de

evaluar los resultados del mandato de una “Educación para Todos”, acordado una década antes en una reunión

similar celebrada en Jomtien, Tailandia. Al comprobar que, a pesar de los esfuerzos políticos por mejorar,

transformar y modernizar los sistemas educativos, no se había logrado cumplir con esta exigencia, los

participantes latinoamericanos redactaron una declaración en la que se formula la espinosa relación entre ética,

política y educación y se profundiza el mandato original, en el sentido de la exigencia ético-política de una

educación moral para todos; en ella se expresa que: “Las políticas que norman el desarrollo educativo deben

estar inspiradas por valores humanos fundamentales, de modo que el servicio educativo contribuya a la mejor

realización de las personas y de las sociedades. Los actuales indicadores utilizados para evaluar dicho desarrollo,

centrados en el avance de la cobertura y de la eficiencia de los sistemas escolares, no revelan la contribución de

la educación a esos valores fundamentales: el desarrollo integral de los educandos, la formación de su

conciencia, el ejercicio responsable de su libertad, su capacidad para relacionarse con los demás y para respetar

a todos”1. En la misma tónica, la nueva Ley de Educación Nacional establece, en su tercer artículo, que la

educación “se constituye en política de Estado para construir una sociedad justa, reafirmar la soberanía e

identidad nacional, profundizar el ejercicio de la ciudadanía democrática, respetar los derechos humanos y

libertades fundamentales y fortalecer el desarrollo económico-social de la Nación”2.

Ahora bien, el hablar de “valores humanos fundamentales” así como de “la contribución de la educación a esos

valores fundamentales” y de la educación como medio para la construcción de una sociedad justa, de la

profundización de una ciudadanía democrática, del respeto de los derechos humanos y de libertades

fundamentales corre el peligro de caer en uno de los tantos lugares comunes presentes en las formulaciones de

objetivos de la educación, en la elaboración de proyectos educativos y en la descripción de los problemas éticos

y políticos por las que atraviesa la educación en la actualidad, tanto en el ámbito de un mundo económicamente

Utopìa y Praxis Latinoamericana - Dimensiones y retos de una educación para la respo... Página 1 de 9

http://www.scielo.org.ve/scielo.php?pid=S1315-52162008000300004&script=sci_ar... 18/11/2013

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globalizado como en contextos de pobreza, exclusión e interculturalidad, como lo es el latinoamericano. Es por

ello que este trabajo se propone exponer las ideas centrales de las teorías ético-filosóficas de la responsabilidad

más relevantes y deducir, a partir del aporte de estas teorías, las dimensiones de una educación para la

responsabilidad ciudadana, como así también puntualizar los retos a los que esta se ve enfrentada en Argentina

a comienzos del siglo XXI y después de los desatinos de las reformas de la década pasada. Uno de estos retos

reside, a mi parecer, en la falta de espacios para experimentar la responsabilidad cívica tanto de forma teórica

como práctica.

2. LA ÉTICA DE LA RESPONSABILIDAD

a. EL TÉRMINO “RESPONSABILIDAD”

Aunque la problemática de la responsabilidad ha sido discutida, desde la Antigüedad, como problema de la

culpa, de la imputabilidad y de la exigibilidad relacionados con la libertad de la voluntad humana, recién a partir

del siglo XIX se convierte en un término relevante para la filosofía y, a partir del siglo XX, en un concepto

filosófico básico3. Para su desarrollo ha sido relevante la conciencia de responsabilidad propia del pensamiento

judeo-cristiano. La palabra “responsabilidad” aparece en el idioma alemán en el siglo XV, en el contexto del

naciente protestantismo; en el siglo XVIII, el término aparece –primero, en Inglaterra, y luego, en Francia–

dentro de un campo semántico relacionado con la política y haciendo referencia a las responsabilidades de los

funcionarios públicos. Ha sido utilizado en el ámbito del derecho como la obligación de “rendir cuentas”, y, en el

ámbito religioso y social, como la obligación de rendir cuentas ante Dios, el parlamento, el pueblo o la historia.

Ferrater Mora4 cita la definición de responsabilidad de Weischedel, según la cual, “el concepto general de

responsabilidad se determina... por la suposición de una ‘duplicidad’ de la existencia con respecto a un futuro.

En virtud de esta dimensión... temporal-existencial, la profunda responsabilidad humana hinca sus raíces en la

‘libertad radical del hombre’, la cual es el fundamento último de la responsabilidad.” En este sentido, la libertad

de la voluntad en tanto fundamento de la responsabilidad y de la ética sin más, indica el lugar central del

principio de responsabilidad.

La categoría de responsabilidad articula las acciones individuales con las relaciones sociales y los contextos de

acción, sus condicionamientos, limitaciones y oportunidades, sus desafíos y encrucijadas. La definición de la

responsabilidad depende de la comprensión y determinación de las características de las acciones, de sus

contextos y condicionamientos históricos e institucionales, como así también de la identificación de las

relaciones causales entre la acción y sus consecuencias, de la determinación de su alcance espacio-temporal, de

los sujetos afectados por ellas y, no en último lugar, de la valoración de su calidad. El concepto de

responsabilidad incluye, además, una dimensión psico-sociológica, en tanto tiene en cuenta el sentimiento de

responsabilidad como resorte emocional individual del sentirse afectado por el otro y como capacidad

culturalmente construida de evaluar consecuencias de las propias acciones y de atribuirse la obligación de

hacerse cargo.

b. ÉTICAS DE LA INTENCIÓN

Las éticas de la intención o éticas de la convicción –como la kantiana, o como algunas comprensiones teóricas

de las éticas religiosas– evalúan la calidad moral de las acciones sólo, o primordialmente, en vista de las

intenciones con las que se realizaron; en razón de estas intenciones, o de la voluntad subyacente a la acción, las

acciones morales son calificadas como buenas o malas. Según Kant, el fundamento de la ética es la libertad

humana en tanto “principio normativo con una función reguladora que indica por qué y cómo debe producirse en

general la determinación de la voluntad moral”5. La razón práctica es aquella capacidad humana que permite

elegir una acción independientemente de los condicionamientos y las determinaciones empíricos6. Esto significa

que lo bueno en sí es independiente de condicionamientos externos y que la voluntad es el origen de la

moralidad. La autonomía de la voluntad –es decir, la capacidad de determinar la propia acción mediante

principios autoelegidos– es la condición de posibilidad de la moral7. En el caso de la ética deontológica kantiana,

una acción puede ser considerada buena si se la elige independientemente de los condicionamientos externos,

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