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El Hombre Como Problema - Antropologia

Tooh3 de Septiembre de 2014

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EL HOMBRE COMO PROBLEMA (Guillermo P. Blanco, “Curso de Antropología Filosófica” ed.: Universidad Católica Argentina- Bs. As -2002)

Decimos que el hombre es un problema. ¿Qué condiciones se han requerido para que la humanidad se haya preguntado por el hombre, como problema? ¿Cuáles han sido las primeras respuestas a ese pro¬blema, y qué importancia han tenido en la historia de la filosofía?

1. Condiciones del planteo del problema

En cuanto al primer interrogante:

• Ciertamente se requiere ocio, porque una sociedad primitiva abocada a la satisfacción de sus urgencias biológicas no tiene tiempo para planteos como el que nos ocupa;

• El ocio hace posible la admiración que, para Aristóteles, es el origen de toda filosofía;

• Luego de la admiración viene la necesidad de una explicación inteligi¬ble: en el hombre hay una necesidad psicológica de buscar el por qué;

• Y finalmente, el pensamiento reflexivo.

2. Antropocentrismo y etnocentrismo

Los psicólogos dicen que en las mentalidades primitivas el niño -o la comunidad- aparece fundido con las cosas (sincretismo), lo que sig¬nifica identificarse con ellas y atribuirles el propio psiquismo3!, en un antropomorfismo que, precisamente al aparecer la reflexión32 (ese cap¬tarse a sí mismo como un ser que piensa a través de la reflexión sobre las cosas que se le enfrentan), va dejándose de lado porque también entonces el hombre pone distancia con las cosas y rompe el sincretismo. Se supera asimismo el etnocentrismo -en el cual la humanidad con sus valores propios se restringe al pueblo o a la raza, de donde una raza o pueblo se identifica con la naturaleza humana33-, que tiende a desapa¬recer por la influencia del cristianismo el cual, sin negar las diferencias de raza, lengua, etc., sostiene que todo ser humano es hijo de Dios.

3. Las respuestas

En cuanto a las respuestas, nos encontramos con los aportes del mito, de la Revelación y, finalmente, con la respuesta de la filosofía.

3.1. El mito

Al decir de Schelling34 y de Vico35 -quienes observaron lo reiterativo de su temática-, el mito es una respuesta imaginativa a algunos de los problemas que plantean la vida y el mundo. Se trata de cómo un pueblo explica, a través de la narración de algo acontecido en un tiempo mítico, primordial (anterior al tiempo de horas, días, meses, años), lo que sucede en su propio tiempo presente (una guerra, por ejemplo), o bien su reflexión presente sobre temas que son casi atemporales (los orígenes del hombre, o bien de ese pueblo).

3.2. La Revelación

Si bien la Revelación comienza con el Génesis y se cierra con el Apocalipsis, nos referiremos ahora a la que se da en el primer libro de la Biblia. En lo que concierne a nuestro tema, las principales ideas son:

a) Dios crea al hombre, que es obra de un Dios único e infinita¬mente bueno;

b) lo crea a su imagen y semejanza: el hombre es el único ser de la naturaleza portador de dicha semejanza;

c) el hombre es el amo de la Creación, o sea que la totalidad del mundo le ha sido dada para que la use en su beneficio;

d) el hombre es varón y mujer; tanto el uno como la otra proce¬den de Dios y constituyen la primera comunidad;

e) el hombre es un ser concreto, simple, no hay una formulación de tipo dualista;

f) por el hombre se introduce el pecado en el universo.

Estas ideas están vertidas en el Génesis con un lenguaje simple, mítico. Pero hay que distinguir entre ese lenguaje mítico y la verdad revelada -distinción que constituye un serio problema para los teólo¬gos de hoy-. De cualquier manera es sobre estas ideas, aunque no sólo sobre ellas, que se elabora la antropología teológica.

3.3. La filosofía griega. Puntos fundamentales

La respuesta de la filosofía: aparece en Grecia, no ciertamente en los orígenes del pensamiento griego sino cuando la filosofía ha llega¬do ya a un cierto grado de desarrollo.

En el siglo XIX se dijo que el pensamiento antropológico nace en Grecia con Sócrates36, partiendo de cierta afirmación aristotélica37 que decía que los primeros filósofos eran fisiólogos, y no quiere decir lo que nosotros pensamos cuando lo decimos; esos filósofos eran los estudiosos de la fysis, es decir, de la naturaleza, y no de la fisiología animal. Siguien¬do esta interpretación, Sócrates vendría a significar al individuo que deja de preocuparse por la naturaleza y se preocupa por el hombre. Hay un giro antropológico. Sócrates se pregunta por el hombre a un nivel ético: quiere llegar a la definición de los grandes conceptos éticos (bien, mal, justicia, etc.).

Indudablemente esto es cierto, lo que es dudoso es si Sócrates fue el primero. Cuando se trató de actualizar la Historia de la Filosofía del filósofo alemán Zeller38 -gran historiador de la filosofía antigua, en el siglo XIX-, se encomendó la tarea a un discípulo suyo, Rodol¬fo Mondolfo. Éste hizo ver que ya en Heráclito39 (es decir, en los presocráticos) hay un pensamiento antropológico, toda una doctrina, una teoría sobre el hombre. Además, el estudio de la Sofística (de los primeros sofistas contemporáneos de Sócrates) muestra que los sofistas -retóricos que enseñaban el arte del discurso, cómo mover las pasiones para manejar las multitudes en las plazas, en el foro, defen-der las causas en un sentido o bien en sentido contrario según convi¬niera, etc.- también se manejaban con conceptos antropológicos. Cuando en sus primeros diálogos Sócrates habla de la justicia y de la injusticia, Protágoras profesa un profundo escepticismo sobre el tema, basado en la teoría de que el hombre es la medida de todas las cosas40, o bien que el hombre es un ser de instintos, lo que quiere decir que ya existía una reflexión antropológica. Por consiguiente, de ninguna manera parece cierto que fuese Sócrates el primero en la preocupación por el hombre. Sin embargo, podemos conservarlo como la figura a partir de la cual se realiza la plenitud del giro antropológico; su im¬portancia en el tema reside en lo que viene después de él, es decir, en Platón y en Aristóteles, los dos grandes maestros y creadores de dos sistemas antropológicos fundamentales.

Simbólicamente, hablar de la figura de Sócrates, o del socratismo, significa centrar la filosofía en el tema del hombre. El oráculo al que se dirige místicamente Sócrates para consultar a los dioses le contesta: "Conócete a ti mismo". A partir de allí Sócrates se cree obligado por un designio divino a revelar lo que es el hombre. Pero esta revelación, tal cual la realizó el filósofo griego, es una revelación a nivel ético, moral. No hay discusión socrática alguna donde se pregunte qué es el hombre, qué es el alma, qué es la inteligencia: lo que se pregunta es qué es ser justo o injusto, bueno o malo, etc., siempre a nivel moral.

Sin embargo, sucede que dentro de la historia de la filosofía y frente a las figuras históricas, hay un sistema de preferencias que podríamos expresar con la pregunta: ¿qué es lo que más atrae? Y la respuesta se incluye en una de estas dos direcciones:

- su vivencia, su impacto psicológico, el modo dramático de plantearse los problemas, o

- el modo sistemático, científico, riguroso, en tercera persona, para dichos planteos.

De esta manera y siguiendo la primera preferencia, habrá quienes digan que el personaje más representativo de la Antigüedad es Sócrates; otros dirán que el creador de la Antropología Filosófica es San Agustín41, y no faltan quienes sostienen que el pensador más pro¬fundo sobre el tema antropológico, en la época moderna, es Pascal42. Tres pensadores asistemáticos, profundamente dramáticos. Pero ya desde un enfoque sistemático, el del pensador que deja de lado toda su problemática personal, tenemos a Platón, a Aristóteles, a Santo Tomás de Aquino. Ninguno de ellos es un pensador angustiado -al menos no exhiben sus angustias, si es que las han tenido-, y han considerado los problemas a un nivel mucho más teórico, más frío. Desde el punto de vista de las preferencias personales uno puede optar, pero no sucede lo mismo desde el punto de vista de la explicación racional.

El aporte de la filosofía griega reside en tres cosas fundamentales:

1) El hombre es el animal que posee Logos, palabra intraducible por la riqueza conceptual que expresa, y que fue traducida al latín como ratio, razón43. Logos no es sólo el pensamiento, es también el "por qué" de algo, es la razón de algo. Los latinos tradujeron la expresión griega "el hombre es el animal que posee logos" por "animal rationalé", animal racional.

El hombre es el animal que tiene ratio, o sea: un animal que tiene todo lo que tienen los demás animales, pero que se diferencia especí¬ficamente de ellos porque además tiene logos, tiene pensamiento, bus¬ca el por qué, conoce el por qué, piensa conceptualmente, razona. Eso es tener logos, y esa afirmación la debemos a los griegos.

2) El hombre es un microcosmos. Al conocerse a sí mismo en virtud del logos, descubre que recapitula en sí la totalidad del universo. Conoce que tiene en sí una estructura corporal y que está formado por los mismos elementos físico-químicos que el resto del mundo; y que tiene en común con las plantas el de¬sarrollo, la nutrición y la reproducción; y que tiene en común con el animal el tener una organización sensorial; pero que, además, tiene logos.

Ésta es la idea de microcosmos, "minor mundus", dice Santo Tomás44, un mundo abreviado. Todos los tipos

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