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Etica Ecologia Y Educacion Ambiental En El Siglo XXI


Enviado por   •  15 de Septiembre de 2013  •  Monografías  •  7.048 Palabras (29 Páginas)  •  474 Visitas

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ETICA ECOLOGIA Y EDUCACION AMBIENTAL EN EL SIGLO XXI

Angela Barrón Ruiz

Universidad de Salamanca

Siglo XXI, capitalismo neoliberal y crisis ecológica

Iniciado el siglo XXI nos adentramos en una nueva fase del desarrollo capitalista, que tiende a denominarse globalización, en la que la economía de mercado está llegando a convertir al mercado en el eje, no sólo de la economía, sino incluso de la política y hasta de la cultura y de la sociedad. La aspiración de lograr un gran mercado universal, regido por las leyes del neoliberalismo que marcan las empresas transnacionales está caracterizando el periodo que media entre la Modernidad que iniciara la Revolución Industrial, y la Nueva Modernidad, también llamada Postmodernidad.

Entre las principales aspiraciones de esta modalidad capitalista, fuertemente especulativa, sigue figurando la acumulación de beneficio económico, según la lógica tradicional de la oferta y la demanda, promovida ahora por las neoliberales normas del libre comercio y la ágil movilidad del dinero que hacen posible las nuevas tecnologías.

Con todo ello la globalización y la extensión del mercado parecen imponerse como el estado inevitable al que la Humanidad parece verse abocada en la actualidad. Un capitalismo que no integra entre sus aspiraciones la preocupación por una distribución más equitativa de los recursos y beneficios y por un desarrollo sostenible, sino que por el contrario tiende a premiar la libertad y el bienestar de las grandes empresas transnacionales de servicios, fabricación y finanzas, las cuales procuran, además, reducir la presión de la competencia, practicando el «capitalismo de alianza» (George, 1991, 226).

Entre la apuesta por un desarrollo sustentable y el actual sistema capitalista de libre mercado median criterios claramente diferentes, mientras el primero atiende a "criterios ecológicos (que se guían por consideraciones de medio y largo plazo), el segundo lo hace orientado por criterios economicistas, de beneficio inmediato. Aquí radica, sin duda, el principal escollo para ese viraje que la Humanidad necesita hacia un modelo global verdaderamente sustentable" (Novo, 1997, p. 23).

Como manifiesta Susan George en el Informe Lugano (2001), retomando una idea de John McMurtry (1999), con el capitalismo transnacional y los "flujos financieros sin inhibiciones se ha alcanzado una especie de fase maligna que seguirá devorando y eliminando recursos humanos y naturales aun cuando debilite el propio cuerpo -el propio planeta- del que depende" (p.240).

El mundo postindustrial y postmoderno se introduce en el siglo XXI con un profundo desequilibrio entre un avance inmenso en el conocimiento científico y la innovación tecnológica, y un inmenso retroceso humanitario y ético, por el que se manifiesta incapaz para organizar un planeta más equilibrado y justo donde se pueda vivir en paz. Entre los desafíos postmodernos generados por tal desequilibrio figuran el incremento de las desigualdades sociales, la pobreza y el malestar social, masivas migraciones, aumento del extremismo, la inseguridad nacional y ciudadana, así como un alarmante deterioro del medio ambiente (Fukuyama 2000, Giddens 2000, Ortega, 2000).

Así, una de las problemáticas más graves con las que ha entrado la humanidad en el nuevo siglo es la denominada "medioambiental", "ecológica", "socioambiental". A cada terminología subyacen planteamientos diferentes, pero la realidad a la que hacen referencia podría ser planteada en estos términos: nos hallamos ante gravísimos impactos negativos en el medio ambiente, derivados de la imposición de un modelo de desarrollo econocéntrico, típico de la cultura industrial occidental, basado en la superproducción y el sobreconsumo de un porcentaje reducido de la humanidad, sobre la base de una flagrante desigualdad en la distribución tanto de recursos como de beneficios y responsabilidades en el deterioro ambiental global.

Gran parte de este deterioro tiene que ver con las consecuencias que el desarrollo tecnológico, determinante del progreso alcanzado por la humanidad, ha tenido en la alteración de los equilibrios ecológicos globales, algunos con carácter de irreversibilidad, así como en el incremento de las desigualdades globales en base a la constitución de una "superélite" tecnológica y económica, creadora de valores y modelos de vida.

Como plantea nuestro insigne y desaparecido compañero Nicolás M. Sosa: "en el sometimiento del entorno natural al poder tecnológico no es el «hombre» quien vence, sino unos pocos hombres quienes sojuzgan a la naturaleza y a los demás hombres, y dado que en esta dinámica lo que crece es la concentración de poder en menos manos, parece claro que vamos hacia la constitución de una superélite tecnológica (los Controladores, que serán también Creadores de Móviles y Motivadores) que irá confeccionando los nuevos modelos de vida, de valores y de imperativos" (1994, 81).

En el fondo nos encontramos ante una crisis civilizatoria en las relaciones interhumanas y de los humanos con su medio, asentada sobre un modelo de desarrollo basado en una profunda desigualdad en el consumo de recursos, ya que mientas unos (el denominado Norte) consumen recursos de manera desproporcionada, los otros (el denominado Sur) tienen que sobreexplotar los suyos para poder alimentarse y pagar la deuda externa, la cual viene a constituirse en muchos casos en nuevo colonialismo de índole económica, por el que la opulencia de unos pocos se hace posible gracias a las carencias de la mayoría (Sosa, 1998).

No podemos comprender la problemática ambiental que viven los países del Sur sin tomar conciencia de las múltiples imposiciones/dependencias a las que se ven sometidos por parte del dominio económico del Norte: la necesidad de sobreexplotar sus recursos para el beneficio de multinacionales extranjeras en unas injustas y desiguales relaciones de intercambio costes-beneficios, imposición de modelos de explotación de monocultivo para satisfacer necesidades de consumo del Norte, generando a su vez una fuerte dependencia de tales países tanto en importación de semillas, abonos, plaguicidas, tecnología, créditos …, así como en el establecimiento de precios, sobre la dura competencia que establece el libre mercado internacional.

Como se recoge en el trabajo Tendencias de la educación ambiental a partir de la Conferencia de Tbilisi, la problemática medioambiental global pone de manifiesto, en primer lugar, un claro problema moral que tiene que ver con la distribución de recursos, costes y beneficios,

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