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Filosofía de las Ideas Estéticas BURKE


Enviado por   •  9 de Diciembre de 2018  •  Ensayos  •  1.412 Palabras (6 Páginas)  •  146 Visitas

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Filosofía de las Ideas Estéticas

BURKE

1)        “Estoy convencido de que tenemos cierto grado de deleite, y no pequeño, en las desgracias reales y los dolores de los demás… pues el terror es una pasión que siempre produce deleite cuando no aprieta muy de cerca, y la compasión es una pasión acompañada de placer, porque procede del amor y el afecto social”     (BURKE, Una investigación filosófica sobre el origen de nuestras ideas de lo sublime y lo bello, párrafo XIV)

        Este párrafo habla acerca del placer que encontramos en el mal ajeno, en las desgracias que suceden a los demás y que contemplamos escondidos detrás del arbusto que nos oculta, para darnos la seguridad de no ser nosotros los observados mientras realizamos contemplamos con morbo aquello que sucede a los demás y que no desearíamos para nosotros mismos.

        Resulta interesante llegar a darnos cuenta de cómo sensaciones adversas pueden deleitarnos. Parece que en nuestro interior nuestras pasiones buscan liberarse en ocasiones de toda moral para romper dichos esquemas de comportamiento y poder saborear lo desconocido, lo perverso.

        Si con mucho acierto se ha dicho que la vida es un teatro donde todos somos actores ─constantemente enmascarados, cabe decir─ igual de cierto es que muchas veces deseamos apartar la máscara ética que nos cubre el rostro para “disfrutar” del dolor de los demás. Disfrutar entrecomillado, pues esta apetitosa actitud malévola camina de la mano en numerosas ocasiones con nuestro propio sufrimiento.

        En semejante actitud observadora conseguimos sentir deleite viendo el sufrimiento ajeno debido a nuestro posicionamiento en la piel del sufridor. En cierto modo, podría decirse que sentimos intriga por experimentar el sufrimiento, y la forma más sana o menos dañina para conseguirlo es contemplarlo en los demás. En este sentido, el “sufrimiento del otro” se convierte en el “sufrir con el otro”, y es el medio por el que conocemos aquello que deseamos conocer y que, de algún modo, intuimos que nos resultará agradable y placentero.

        El sufrimiento del otro se refleja por tanto en quien lo observa de lejos, deseoso de experimentarlo de alguna manera, y finaliza deseando la compasión hacia el prójimo, de tal modo que tras haber sentido ya el placer que nos aporta el sufrimiento ajeno, deseamos ahora su fin. Sufrir por otro equivale a sufrir uno mismo, y por tanto acabamos deseando que el dolor acabe, una vez experimentado. Sentimos compasión por quien sufre debido a la sensación de amor y el afecto social del que habla Burke, sin embargo, aun después de experimentar el dolor que producen las situaciones de sufrimiento, parece que las anhelamos, queremos que regresen, pues el sabor de lo prohibido, de lo  imposible, de lo dañino… lo degustaríamos sin alguna duda, con pan.  

2)

        Ante la necesidad de elegir una idea para comentar, me decanto ─sin duda alguna─ la idea de lo sublime. Hablar de lo análogo al terror,  de dolor, de peligro supone para Burke dialogar sobre lo sublime, puesto que considera que el dolor es la emoción más fuerte que la mente puede llegar a sentir “Todo lo que es capaz de excitar (…) que la mente es capaz de sentir”[1]. Por otro lado considera que el dolor a una cierta distancia puede resultar deleitable “Cuando el peligro y el dolor (…) como experimentamos a diario”.[2]

        Entender el miedo, el dolor, lo terrorífico como fuente de lo sublime ─concepto que define la emoción más fuerte que se puede sentir─ es un juicio aventurado y valiente, pero en mi opinión erróneo. Si algo está claro ─espero no resultar iluso─ es que las dos emociones más fuertes que se pueden sentir son el miedo (relacionado con el terror, odio, peligro…) y el amor (ligado con lo bello, lo maravilloso).

        Del mismo modo que los reyes griegos de distintas regiones competían por la regencia de Ítaca tratando de persuadir a Penélope, el miedo y el amor se enfrentan por alzarse con  el trono situado en la cúspide de las sensaciones.  Si Burke ha expuesto las razones por las cuales considera que dicha autoridad pertenece al dolor o miedo, alzaré una metafórica espada que elimine al impostor sentado al trono para coronar debidamente al merecido sentimiento sublime; su antagonista, el amor.

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