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INTELIGENCIA Y CREATIVIDAD

Diana GarciaTrabajo15 de Diciembre de 2021

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INTELIGENCIA Y CREATIVIDAD:

Diana García San José

Resumen: Este trabajo hace un recorrido por las distintas investigaciones que se han hecho en el campo de la inteligencia y la creatividad. Veremos las distintas líneas de estudio que se han generado y las distintas propuestas a la hora de buscar una relación entre la inteligencia y la creatividad. Después de este recorrido por las diferentes teorías que conectan inteligencia y creatividad, el trabajo se centrará más particularmente en abordar el concepto de creatividad. Se analizará el concepto, así como su influencia en el progreso humano. También se comentará la importancia de la creatividad en la educación en todos los niveles, para acto seguido advertir de algunas limitaciones a las que se enfrenta la creatividad en el ámbito educacional. Por último, se analizarán algunos límites de la creatividad, a saber, límites sociales, ambientales y éticos.

1. Introducción.

En la actualidad, la creatividad conforma un campo de estudio muy amplio. Pero ¿por qué estudiar la creatividad? Desde un punto de vista puramente teórico se trata de investigar la capacidad que tiene el ser humano de generar nuevas ideas, abordar los problemas desde otras perspectivas y aportar nuevas soluciones. En un nivel más práctico, educadores, madres y padres, empleadores y el cuerpo político, toman conciencia de que la creatividad es una de las claves para abordar los problemas cotidianos de la sociedad. Por tanto, la creatividad se erige como uno de los factores clave que impulsan a la civilización hacia adelante, haciéndose necesaria una compresión mucho más detallada del proceso creativo, de sus antecedentes e inhibidores (Hennesey & Amabile, 2010).

Etimológicamente, el origen del término «creatividad» lo encontramos en el vocablo latino «creare» (crear, hacer algo nuevo). Pero tal como señala Vázquez (2000), para que el ser humano pueda crear cosas nuevas es necesario disponer de realidades ya existentes. Por tanto, «lo que calificamos de creativo son formas nuevas a partir de otras ya creadas a las que damos una nueva utilización.»

Pero el debate se abre cuando se introduce otro concepto: la inteligencia. ¿Son la creatividad y la inteligencia hermanas gemelas? ¿guardan alguna relación entre sí? o, por el contrario, ¿son conceptos independientes? Son muchas las teorías, modelos y estudios que giran en torno a estas preguntas. Según Sternberg & O’Hara (2005), las distintas investigaciones acerca del tema proporcionan cinco respuestas diferentes a estos interrogantes: 1) la creatividad es un subconjunto de la inteligencia; 2) la inteligencia es un subconjunto de la creatividad; 3) la inteligencia y la creatividad son dos conjuntos que se solapan; 4) la creatividad y la inteligencia son prácticamente coincidentes; 5) La creatividad y la inteligencia no guardan relación alguna y, por tanto, son conjuntos separados.

Actualmente, la opinión más extendida es que la creatividad y la inteligencia se pueden solapar en determinadas circunstancias, pero no en otras. Aún así, voy a hacer un recorrido por las distintas teorías y los diferentes estudios que se han hecho a este respecto.

2. Inteligencia y creatividad.

Tradicionalmente se consideró que una alta capacidad creativa iba emparejada a una alta capacidad intelectual. Sin embargo, han sido mucho los autores que han desestimado esta teoría y han lanzado resultados de estudios que la desmontan.

Tal como he señalado en el apartado anterior, podíamos clasificar en cinco grupos las distintas posiciones adoptadas por los diferentes autores a la hora de proponer una relación entre inteligencia y creatividad.

2.1. La creatividad como subconjunto de la inteligencia.

Una de las teorías más relevantes e influyentes en el estudio de la creatividad es el modelo de la estructura del intelecto (Structure of the Intellect, SOI) de Guilford (1967), el cual estaba tan interesado en la creatividad como en la inteligencia. Dentro de esta perspectiva se considera que los procesos mentales se pueden dividir en procesos mentales convergentes, procesos mentales divergentes, cognición, memoria y evaluación. Guilford considera la creatividad como un proceso mental asociado a la producción divergente. Estos procesos divergentes implican una ampliación del pensamiento que, partiendo de una idea o problema determinado, conduce a numerosas respuestas. Por el contrario, los procesos convergentes son procesos que limitan el pensamiento y conducen a respuestas correctas, es decir, sólo se genera una solución lineal al problema. Por lo tanto, según este modelo, la producción divergente asociada a la creatividad es simplemente uno de los cinco procesos del intelecto, y es por esto por lo que Guilford asume la inteligencia como un constructo más amplio en el cual esta contenida la creatividad. Pero el problema a la hora de cuantificar la producción divergente asociada a la creatividad reside en que las pruebas de inteligencia convencionales no la miden adecuadamente, debido a que éstos requerían operaciones convergentes para dar una única solución a problemas que aceptan múltiples respuestas.

Guilford identificó una serie de factores asociados al pensamiento creativo, que luego serían desarrollados por Torrance. Estos son: a) fluidez -número de ideas creadas- b) flexibilidad -cambio en las estrategias a la hora de resolver un determinado problema- c) originalidad -inusualidad de las respuestas- y d) elaboración -nivel de complejidad y cantidad de detalles en la respuesta creativa-

La relación entre procesos convergentes y divergentes implícita en el modelo de Guilford representa el comienzo moderno de la investigación acerca de los vínculos entre inteligencia y creatividad.

Dentro de esta perspectiva cabe señalar la teoría de las múltiples inteligencias de Gardner (1983, 1993, 1995), en la que propone una división de las inteligencias en ocho inteligencias independientes, de manera que una persona puede ser inteligente en ciertas áreas y no serlo en otras. Las ocho inteligencias propuestas por Gardner son: a) lingüística, b) lógico-matemática, c) espacial, d) corporal-kinestésica, e) musical, f) interpersonal, g) intrapersonal y h) naturalista. La capacidad creativa estaría incluida en estas inteligencias, pasando a ser la creatividad un subconjunto de la inteligencia.

2.2. La inteligencia como subconjunto de la creatividad.

Este segundo planteamiento sostiene que la creatividad es un constructo más amplio que abarca a la inteligencia. En esta línea se mueve la teoría de la inversión en creatividad de Sternberg & Lubart (1991, 1995, 1996) . Según estos autores, la inteligencia es simplemente uno de los factores que intervienen en el proceso creativo, y, por tanto, la inteligencia pasa a ser considerada un subconjunto de la creatividad. Pero no solamente es indispensable ser poseedor de un alto índice intelectual, sino que también influyen en la creatividad aspectos como el nivel de conocimientos, la forma de pensar, la personalidad, la motivación o el entorno.

Centrándonos en el factor de la inteligencia, Sternberg considera que ésta depende de tres tipos de habilidades: habilidades sintéticas (o creativas), habilidades analíticas y habilidades prácticas . Uno de los elementos clave de las habilidades sintéticas es lo que Sternberg llama «metacomponentes» y hacen referencia a la manera en que resolvemos los problemas que nos plantea el día a día, así como a la toma de decisiones y la manera en que actuamos. La persona creativa aceptará problemas y los redefinirá de una manera totalmente distinta a como lo haría una persona no creativa.

2.3. La inteligencia y la creatividad son dos conjuntos que se solapan.

Según esta perspectiva, la creatividad es considerada como una categoría distinta de proceso mental que, en algunas ocasiones, se solapa con la propia inteligencia. Efectivamente, ante un problema de difícil solución es necesario un mínimo de inteligencia, pero además cuando la solución precisa niveles altos de inteligencia será necesario poner en juego el pensamiento creativo.

Según Barron (1963), la inteligencia y la creatividad pueden guardar ciertas similitudes:

Si definimos la originalidad como la habilidad para responder a las situaciones de estímulo de un modo adaptado y a la vez inusual, y si definimos inteligencia simplemente como habilidad para resolver problemas, entonces en los niveles superiores de capacidad de solución de problemas hallaremos la manifestación de inteligencia y originalidad a la vez. Esto es, los problemas muy difíciles de resolver requieren una solución que sea original. (p.219)

Pero también puede haber diferencias entre ellas:

El proceso creativo es probablemente muy cercano al del a resolución de problemas, pero difiere en un número de aspectos. En resolución de problemas, el objetivo inmediato es específico, y los modos lógicos y ordenados de aproximación a él son más adecuados, si no son los que se usan siempre. En el proceso creativo no existe un objetivo tan específico por regla general, y los modos ilógicos de pensamiento son muy frecuentes. Newell, Shaw y Simon (1958) consideran que la «actividad creativa parece ser simplemente una clase especial de resolución de problemas caracterizada por la originalidad, por su no convencionalidad, por su persistencia y dificultad de formulación de la cuestión.» Una diferenciación importante entre ambas cosas es el grado de implicación de la persona completa en cada caso: en el proceso creativo esta implicación

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