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Jean Bodin, Los Seis Libros De La República, Libro Primero, Capítulo VIII "De La Soberanía"


Enviado por   •  6 de Febrero de 2014  •  6.060 Palabras (25 Páginas)  •  2.977 Visitas

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Jean Bodin, Los seis libros de la República,

Libro Primero, Capítulo VIII “De la Soberanía”

(reproducción parcial con fines exclusivamente docentes, Copyright by Aguilar)

La soberanía es el poder absoluto y perpetuo de una república... Es necesario definir

la soberanía, porque, pese a que constituye el tema principal y que requiere ser mejor

comprendido al tratar de la república, ningún jurisconsulto ni filósofo político la ha definido

todavía. Habiendo dicho que la república es un recto gobierno de varias familias, y de lo que

les es común, con poder soberano, es preciso ahora aclarar lo que significa poder soberano.

Digo que este poder es perpetuo, puesto que puede ocurrir que se conceda poder absoluto a

uno o a varios por tiempo determinado, los cuales, una vez transcurrido este, no son más que

súbditos. Por tanto, no puede llamárseles príncipes soberanos cuando ostentan tal poder, ya

que solo son sus custodios o depositarios, hasta que place al pueblo o al príncipe revocarlos.

Es este quien permanece siempre en posesión del poder. Del mismo modo que quienes ceden

el uso de sus bienes a otro siguen siendo propietarios y poseedores de los mismos, así

quienes conceden el poder y la autoridad de juzgar o mandar, sea por tiempo determinado y

limitado, sea por tanto tiempo como les plazca, continúan, no obstante, en posesión del poder y

la jurisdicción, que los otros ejercen a título de préstamo o en precario. Por esta razón la ley

manda que el gobernador del país, o el lugarteniente del príncipe, devuelva, una vez que su

plazo ha expirado, el poder, puesto que solo es su depositario y custodio. En esto no hay

diferencia entre el gran oficial y el pequeño. De otro modo, si se llamara soberanía al poder

absoluto otorgado al lugarteniente del príncipe, este lo podría utilizar contra su príncipe, quien

sin él nada sería, resultando que el súbdito mandaría sobre el señor y el criado sobre el amo.

Consecuencia absurda, si se tiene en cuenta que la persona del soberano está siempre exenta

en términos de derecho, por mucho poder y autoridad que dé a otro. Nunca da tanto que no

retenga más para sí, y jamás es excluido de mandar o de conocer por prevención, concurrencia

o evocación11, o del modo qué quisiere, de las causas de las que ha encargado a su súbdito,

sea comisario u oficial, a quienes puede quitar el poder atribuido en virtud de su comisión u

oficio, o tolerarlo todo el tiempo que quisiera.

Puestas estas máximas como fundamentos de la soberanía, concluiremos que ni el

dictador romano, ni el harmoste de Esparta, ni el esimneta de Salónica, ni el llamado arcus en

Malta, ni la antigua balie de Florencia, que tenían la misma función, ni los regentes de los

reinos, ni cualquier otro comisario o magistrado con poder absoluto para disponer de la

república por tiempo limitado, tuvieron ninguno la soberanía. Sin embargo, los primeros

1 "Prevención" y "evocación" eran instituciones procesales mediante las cuales la jurisdicción real luchó

eficazmente contra la justicia señorial, en el primer caso, o contra la propia jurisdicción ordinaria, en el

otro, cuando se estimaba que podía causarse grave perjuicio al justiciable. En ambos casos, el

procedimiento consistía en atribuir el conocimiento de una causa a un juez diferente del natural.

dictadores ostentaron todo el poder en la mejor forma posible, llamada por los antiguos latinos

optima lepe. No había apelación contra ellos y todos los oficiales quedaban suspendidos.

Después, cuando fueron instituidos los tribunos, estos permanecían en sus cargos, aunque se

nombrase un dictador, y su oposición quedaba a salvo; así, si se interponía apelación contra el

dictador, los tribunos reunían a la plebe y citaban a las partes para alegar sus motivos de

apelación y al dictador para defender su juicio... Se ve así que el dictador no era príncipe ni

magistrado soberano, como algunos han escrito, sino simple comisario para conducir la guerra,

reprimir la sedición, reformar el estado, o instituir nuevos oficiales.

La soberanía no es limitada, ni en poder, ni en responsabilidad, ni en tiempo...

Supongamos que cada año se elige a uno o varios de los ciudadanos y se les da poder

absoluto para manejar el estado y gobernarlo por entero sin ninguna clase de oposición ni

apelación. ¿No podremos decir, en tal caso, que aquellos tienen la soberanía, puesto que es

absolutamente soberano quien, salvo a Dios, no reconoce a otro por superior? Respondo, sin

embargo, que no la tienen, ya que solo son simples depositarios del poder, que se les ha dado

.por tiempo limitado. Tampoco el pueblo se despoja de la soberanía cuando instituye uno o

varios lugartenientes con poder absoluto por tiempo limitado, y mucho menos si el poder es

revocable al arbitrio -del pueblo, sin plazo predeterminado. En ambos casos, ni uno ni otro

tienen nada en propio y deben dar cuenta de sus

...

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